Reflexiones sobre la formalización del empleo como herramienta contra la pobreza - Juridizar los debates económicos y políticos - Perspectivas jurídicas para la paz - Libros y Revistas - VLEX 777106093

Reflexiones sobre la formalización del empleo como herramienta contra la pobreza

AutorLaura Porras Santanilla
Páginas69-91
REFLEXIONES SOBRE LA FORMALIZACIÓN DEL EMPLEO
COMO HERRAMIENTA CONTRA LA POBREZA
Laura
PORRAS SANTANILLA
*
ACLARACIÓN PREVIA
El primer punto de la agenda de negociación entre el Gobierno y las
FARC
, que
hace referencia a una política de desarrollo agrario integral, comprende algunas
propuestas mínimas para conseguir la dignificación del trabajo y la formaliza-
ción laboral en el campo. La intención de la mesa de negociación fue discutir
puntos concretos relacionados con las causas que llevaron a las
FARC
a alzarse
en armas, y ello implicaba excluir de la discusión problemas apremiantes no rela-
cionados con las causas estructurales de este conflicto. De esta manera, en lo
que tiene que ver con trabajo y formalización laboral, la intención no fue nunca
discutir el problema en general, sino enfocarse en cómo resolver la problemá-
tica en el campo.
En materia de dignificación del trabajo y de trabajo asalariado en el campo las
FARC
le entregaron al grupo negociador del Gobierno diez propuestas mínimas
el 13 de marzo del 2013. Desde mi perspectiva, las propuestas contemplaban
unos planes A, B y C, a saber: plan A: renta básica rural universal e incondi-
cional; plan B: acceso a la tierra para campesinos minifundistas y dotación con
medios de producción; plan C: laboralización del trabajo asalariado en el campo.
El acuerdo del primer punto de la agenda, socializado en enero del 2014, se
centró en la implementación de los planes B y C: apoyar el autoempleo y garan-
tizar el cumplimiento de las normas laborales para asalariados y jornaleros. No
se mencionó la posibilidad de la renta básica rural1.
En este texto, sin embargo, hago énfasis en la informalidad urbana y planteo
una discusión basada en nueve meses de trabajo de campo en dos barrios de
la localidad de Ciudad Bolívar2 y seis meses en dos barrios de la localidad de
* Profesora de carrera académica de la Universidad del Rosario y candidata del Doctorado en Dere-
cho de la Universidad de Ottawa (laura.porras@urosario.edu.co).
1 Colombia, Oficina del Alto Comisionado para la Paz, documento de trabajo PO3-#00293 (pro-
puesta de las
FARC
en materia de dignificación del trabajo y del trabajo asalariado en el campo);
y Gobierno de Colombia y
FARC
, “Informe conjunto de la mesa de conversaciones” (La Habana:
2014).
2 La observación participativa con vendedores ambulantes, trabajadores de famiempresas y otros
“rebuscadores” se realizó en los barrios San Francisco (sector el Líder) y Sierra Morena (sector
Tres Esquinas) de la localidad de Ciudad Bolívar, desde septiembre del 2012 hasta agosto del 2013.
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PERSPECTIVAS JURÍDICAS PARA LA PAZ
Suba3, en Bogotá. Discutir sobre la informalidad urbana es fundamental para
el proceso de paz, no sólo porque la mayoría de los empleos precarios está
concentrada en las grandes ciudades, sino porque la “nueva clase trabajadora”
a la que me referiré es en su mayoría población que trabaja por cuenta propia,
no asalariada y urbana. Su potencial político es inmenso, y es indispensable
conocer sus necesidades para construir un discurso sólido que la pueda atraer
en términos políticos y para darles respuesta a sus necesidades más apremiantes.
No por eso me parece menos importante estudiar la informalidad rural. Es una
deuda histórica que, como tantas otras, tenemos con el campo, y que es urgente
también saldar4.
INTRODUCCIÓN
En el debate sobre la formalización del empleo existen creencias básicas que
se dan por ciertas; muchas de ellas son parte de un discurso que suele consi-
derarse técnico y verdadero. Colombia parece tener claro, por ejemplo, que la
formalización del empleo (urbano y rural) debe ser parte de las estrategias de
la lucha contra la pobreza. Pero, ¿es cierta esa creencia?, ¿realmente es técnica
y evidente? Este tipo de preconceptos deben ser cuestionados y revisados de
tanto en tanto, para evitar fundamentar análisis y propuestas en presupuestos
errados, al menos parcialmente.
3 El trabajo en la localidad de Suba, en los barrios Rincón y Lisboa, se realizó entre el 15 de
enero y el 15 de junio del 2013, en el marco de un grupo liderado por el profesor César Giraldo
(Universidad Nacional de Colombia) que fue contratado por la Alcaldía de Suba para proponer
políticas públicas destinadas a mejorar las condiciones de los vendedores ambulantes del sector.
El producto final del trabajo fue un texto titulado “Construcción participativa de política públi-
ca dirigida a vendedores ambulantes de la localidad de Suba”. Se trata de un documento interno
inédito. Durante el proyecto se realizaron seis grupos focales, 42 entrevistas estructuradas y semi-
estructuradas y dos encuestas. De estas últimas, una se realizó con 144 vendedores ambulantes
localizados en el barrio Rincón y otra con 56 vendedores ubicados en el barrio Lisboa.
4 Los mercados laborales rurales tienen una lógica y un funcionamiento diferentes de los que carac-
terizan a los urbanos, y por eso requieren estudios diferenciados. En el campo, gran parte del
trabajo se concentra en la finca y en actividades de autoconsumo que son imposibles de medir con
la batería estándar de preguntas sobre mercado laboral que se incluye en la Gran Encuesta Inte-
grada de Hogares (
GEIH
) que realiza el
DANE
. La información cuantitativa sobre los mercados labo-
rales rurales es escasa (y la cualitativa lo es más), aunque desde hace algunos años contamos con
la información brindada por la Encuesta Longitudinal Colombiana, realizada por la Facultad de
Economía de la Universidad de los Andes. Esta encuesta comprende preguntas que en conjunto
permiten comprender mejor el funcionamiento del mercado laboral y la situación de los trabaja-
dores en las zonas rurales. Entre los hallazgos más importantes se encuentran los siguientes: (1) las
diferencias de género son aún más marcadas en los mercados laborales rurales que en los urbanos;
(2) más de la mitad de los hombres trabajan como jornaleros, y un tercio más como asalariados; (3)
el trabajo asalariado requiere de mayor cualificación que el de jornalero: mientras que el porcentaje
de individuos que trabaja como asalariados crece con la educación, el porcentaje de individuos que
trabajan como jornaleros decrece a medida que aumenta la educación. Véase “Encuesta Longitu-
dinal Colombiana de la Universidad de los Andes”, http://encuestalongitudinal.uniandes.edu.co.
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