La sencillez del perdón. Reconocimiento, amor y justicia en Paul Ricoeur - Segunda parte. Frente a la violencia - Cartografías del mal. Los contextos violentos de nuestro tiempo - Libros y Revistas - VLEX 857335157

La sencillez del perdón. Reconocimiento, amor y justicia en Paul Ricoeur

AutorGabriel Aranzueque
Páginas153-174
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VI. LA SENCILLEZ DEL PERDÓN.
RECONOCIMIENTO, AMOR Y JUSTICIA
EN PAUL RICOEUR
Gabriel Aranzueque
Los períodos de justicia transicional precisan algo más que
justicia. De entrada, requieren un tiempo de larga duración
en el que se atienda efectivamente al pathos de las víctimas.
Ese cuidado exige un denodado trabajo de memoria y duelo,
no siempre rentable en términos crematísticos, y un recono-
cimiento del dolor acontecido que ni la historia política ni la
acción de los tribunales pueden por sí solas lograr. Cuando
estos procesos se institucionalizan, es fácil que los intereses y
las estrategias de las partes se interpongan en esa difícil labor,
que los papeles asignados a cada uno de los agentes se sienta
como algo impuesto por el otro bando y que el efecto “logra-
do” abunde en el daño causado, en lugar de paliar la sinrazón
que motivó las heridas. Son muchos los casos en que distintas
políticas del perdón han demostrado por doquier su ineficacia
y su artificio, y ello es una prueba evidente de la necesidad de
nuevas formas de reconciliación, que tengan muy presentes las
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razones de cada conflicto, sus raíces, los intereses que desataron
la contienda y, sobre todo, los males infligidos.
Allí donde hay alguien que se duele de algo por los efectos
de una conflagración pasada, las decisiones gubernamentales
o las sentencias jurídicas, por más que sean publicitadas, o
por acertadas que puedan ser incluso en ocasiones, no bastan
para devolverle a nadie la dignidad perdida. Cada subjetividad
doliente, frágil de partida, cuenta con capacidades, recursos
y experiencias heterogéneos que es inviable hilar en un solo
relato compartido, ya sea este el de la amnistía, el indulto, la
absolución, la benignidad o la tolerancia. No hay trama ni in-
triga simples que puedan hacer suyas la compasión y la piedad
que requiere el tormento del otro. Su padecimiento siempre
es tan singular e irrepetible que no hay palabra que lo pueda
decir del todo, aunque a un mismo tiempo sea fundamental
no cesar nunca de intentar darle la voz que precisa. Pero esa
tarea, la de hablar de lo sucedido, corresponde de antemano,
si ella o él se deciden a emprender esa búsqueda, al propio
protagonista, quien dará así testimonio de su aflicción, por
entrecortadas o lacónicas que resulten en un principio sus
palabras, o por insoportable que sea su silencio para tácticas
en juego que preferirían elocuentes argumentos en pro de la
disculpa y el olvido, en lugar de la terrible en ocasiones ates-
tación de lo acontecido1.
La obra tardía de Paul Ricoeur —La memoria, la historia, el
olvido (2000) y Caminos del reconocimiento (2004)— recorre
esas tortuosas sendas, muestra sus aristas y sus encrucijadas.
En lo que sigue, quisiéramos detenernos en algunas de ellas y
signar algunas direcciones posibles, cuyo tránsito experiencial,
no obstante, como hemos señalado, solo compete a cada cual,
1 Hemos abundado en este tema en Aranzueque, G. (2015) Heterogeneidades
sin síntesis. Del hombre falible al doliente. Trópos. Rivista di Ermeneutica e
Critica Filosofica, VIII, (2), pp. 31-52.
GAB RIE L AR ANZ UEQ UE

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