La tarea antitotalitaria de la filosofía
| Autor | Enver J. Torregroza |
| Páginas | 99-117 |
la Tar ea anTiToTa liTaria de l a filosofía
Enver J. Torregroza
[…] aun cuando fuera cierto qu e el hombre no necesita
la losofía polít ica absolutamente hablando, sí que
necesita la losof ía política tan pronto como una
acción política raz onable es puesta en peligro por una
doctrina política errónea.
L S
¿Cuál es la responsabilidad del lósofo y de la losofía ante la ame-
naza del totalitar ismo político? ¿Qué función política puede cumplir
la losofía en este sentido? En múltiples ocasiones, la losofía ha
sido acusada de promover el totalitarismo y, por ello mismo, se la ha
señalado como enemiga de las libertades y de la pluralidad humana.
Sin embargo, esta disciplina puede ser asumida responsablemente
como un trabajo de división de poderes justamente ante todo poder
que tenga pretensiones de totalidad, al mismo tiempo que permite
descargar de modo eciente aquellas pretensiones de soluciones úl-
timas que buscan compensar la ansiedad humana de lo absoluto.
En ese sentido, la responsabilidad política de la tarea losóca ha
de asumirse con la modestia de quien, al cuidar de sí, no se carga ni
carga a otros con afanes totalitarios, procurando cuidar las pregun-
tas de fondo al abrigo de la caverna losóca, pa ra que aquellas no se
desboquen por el mundo prosaico de la polis.
La tarea antitotalitaria de la losofía
E
Hasta donde tenemos noticia, el concepto de régimen o dominio
totalitario surge como categoría política en las primeras décadas del
siglo XX para hacer referencia a una forma de Estado opuesta al pa rla-
mentario1. El término “totalitario” fue utilizado por ese entonces en
la prensa británica como sinónimo de “Estado unitario”, al menos así
lo reere Hans Buchheim (1962b, 11), uno de los teóricos políticos
alemanes de la posguerra, que ha dedicado parte signicativa de su
obra a entender la naturaleza y las características del dominio totali-
tario, en línea con la propuesta de Hannah Arendt, desarrollada en
1951 en Los orígenes del totalitarismo.
Por supuesto, Buchheim con su teoría va más allá de ese con-
cepto inicial de Estado “unitario” no parlamentario. Este autor su-
braya que el propósito político que anima el ejercicio del poder en
el totalitarismo histórico es el factor determinante en su denición.
Con ello se distancia de otros teóricos políticos que han concebido
el totalitarismo esencialmente como una forma extrema de gobierno
estatal, de carácter autoritario, expresada en una dictadura del “lí-
der” o de un partido único con concentración de poder en su cúpula
—en línea con las tesis, muy propias de la Guerra Fría, del politólogo
polaco-norteamericano Zbigniew Brzezinski2—. Según Buchheim,
las formas de dominio totalitario tienen el claro propósito de apode-
rarse de la existencia huma na en su conjunto, en su totalidad (1962 a,
433-453). Allí es donde radica el exces o de poder, la hybris del totali-
tarismo. No es mero amor del poder por el poder mismo. Detrás del
movimiento totalitario está el afán de transformar por completo la
1 L a mayoría de los teóric os políticos sos tienen que el concepto de tot alitari smo es
solo aplicable a los fenóme nos políticos del siglo . Una exce pción es Talmon (1952), quien
argumenta que e s posible rastrear s us orígenes incluso ha sta la Revolución fran cesa (O’Kane
1996, 77, 1).
2 Mientras que Bu chheim se inspira en A rendt, un número importa nte de politólogos
y sociólogos han s eguido el concep to de Friedrich y Brz ezinski, e xpuesto en Totalitarian
Dictatorship and Autocracy de 1956, como Schapiro (1972), Curtis (1979), Unger (1974),
Aron (1965) y Giddens (1985) (O’Kane 2004, 245, 4).
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