Filosofía, toros y música - Temas inesperados - Carlos Holguín Holguín. Escritos - Libros y Revistas - VLEX 43287662

Filosofía, toros y música

AutorBernardo Hoyos
Cargo del AutorPeriodista, locutor y critico de cine
Páginas407-523

Page 407

Introducción

Cuando viene a vivir a Bogotá en 1963, don Otto de Greiff me dijo que si quería conocer al doctor Carlos Holguín. Había oído hablar de él y le dije que con gusto. Y así lo saludé en el Teatro Colón. Desde entonces, y hasta su muerte, sin haberlo frecuentado como a un gran amigo, tuve ocasión de conversar con él muchas veces. Estuve en su casa en medio de su excelente biblioteca y una tarde estuvo en mi casa con Clarita Correa, con Pedro Restrepo y con Hilda Pache. Lo entrevisté varias veces en radio y para el programa de televisión Esta es su vida. Infortunadamente, estos programas no existen en los archivos y eso es una lástima porque todos los días se vuelven más históricos, no por quien entrevista, sino por el entrevistado. Escuché también varias conferencias suyas sobre ópera. Su conocimiento era inmenso en este terreno y una de sus charlas tenía que ver con el mundo de la diplomacia y la ópera. Tenía un sentido del humor sutil que sabía adornar con una sonrisa muy fina. Su voz era grata y por eso llegó a cantar en el Coro de la Sinfónica de Colombia. Era un jurista con excepcionales conocimientos en el campo del derecho internacional. Habría sido un embajador de primera en un país importante. Al gran señorío, Carlos Holguín unía una tradición de lo que uno llamaría el bogotano que ya no se da más. Pero no exageraba la nota, ni en sus chistes, ni en su acento, ni en su visión de lo que hasta hace algún tiempo se llamaba en Bogotá la gente de provincia. No tuve el privilegio de ser su discípulo. He oído de la excelencia de su magisterio en las diversas cátedras que dictó y quienes saben de conceptos inteligentes en derecho elogian sus piezas jurídicas bien sea como abogado de alguna de las partes o como árbitro en importantes pleitos de carácter internacional. Con frecuencia, aparte su tarea de abogado, fue llamado a tribunalesPage 408 de arbitraje en asuntos de mucha trascendencia internacional. De manera que Carlos Holguín Holguín honra la tradición jurídica de Colombia, su cultura y humanismo y la escena del caballero bogotano cultivado.

1. El filósofo García Morente

Con ocasión de la muertel del filósofo español Manuel García Morente, ocurrida en Madrid el 7 de diciembre pasado, he creído oportuno hacer algunas consideraciones sobre sus ideas filosóficas, conocidas entre nosotros a través de sus Lecciones preliminares de filosofía.

Este libro publicado por la Editorial Losada de Buenos Aires contiene el curso de Introducción a la filosofía dictado por García Morente en la Universidad de Tucumán, Argentina, durante el año de 1937. Como bien lo indican los señores Pucciarelli y Frondizi en el prólogo de la segunda edición, se conservan las expresiones del curso oral, lo que da a la obra toda la espontaneidad y el sabor originales; pocos libros de filosofía más amenos que éste. De él puede sacarse gran beneficio para la iniciación en el entendimiento de los importantes temas de la metafísica. En un estilo fluido y elegante desarrolla este notable filósofo las concepciones de los grandes pensadores, yendo siempre al fondo de los problemas y presentando lo más peculiar de cada sistema. Todo carácter anecdótico es dejado de lado, lo mismo que todas las ideas que no son indispensables para el desarrollo del problema que está tratando. Es admirable la claridad con que expone los más arduos problemas, repitiendo frecuentemente la misma idea bajo formas diferentes e ilustrando la materia con ejemplos adecuados, cuando es necesario hacerlo.

No es esta obra un curso de ontología o metafísica, que estudie estáticamente una materia tal como la ve el autor en el momento actual. Tampoco se trata de una de tantas historias de filosofía, llenas de nombres de autores y de sistemas que se suceden unos a otros sin guardar relación alguna, que sólo sirven para confundir la mente y para que el lector adquiera el convencimiento de que la filosofía es algo arbitrario, sin fundamento en la realidad, y que cada sistema es el producto de la fantasía de su autor. No. García Morente estudia los problemas a través de su desarrollo histórico; pero no estudia todos los filósofos, ni siquiera los más impor-Page 409tantes, únicamente aquéllos que representan una fase interesante en el desarrollo de un problema o en el que se encuentra un punto culminante. Y cada filósofo no aparece aislado de los demás. Cada sistema se muestra como un desarrollo lógico de los problemas planteados por sus antecesores y cada solución, a su turno, abre nuevos rumbos y suscita nuevas cuestiones, que son estudiadas por los que siguen. Vemos el conjunto de la filosofía, o al menos sus grandes períodos, como el desarrollo de un gran pensamiento que sólo con la maduración de los siglos va desenvolviendo todas las consecuencias implícitas en las doctrinas y, a veces, en la sola manera de proponer un problema.

No se tratan muchos temas filosóficos. El curso sólo estudia dos, íntimamente vinculados entre sí: el ontológico y el gnoseológico. La obra puede considerarse como una monografía sobre un gran problema, visto a través de su desarrollo histórico. En la primera parte se estudian las teorías sobre el ser; en la segunda, de preferencia, la teoría del conocimiento. Pero esto no es arbitrario; ello corresponde precisamente al cambio ocurrido en la filosofía en la edad moderna, pues ésta tiene como una de sus principales características, según lo indica el mismo García Morente, el planteamiento del problema del conocimiento como previo a toda investigación metafísica.

Tiene gran interés, en la primera parte, la presentación de las ideas metafísicas de Parménides, pues los eleatas son los verdaderos fundadores de la metafísica y es poco frecuente que los compendios de filosofía les asignen el lugar que su importancia demanda. Es también muy sugestivo su estudio sobre si los eleatas y Platón pueden considerarse como los precursores del idealismo. Con extraordinario vigor refuta la interpretación de la Escuela Neokantiana de Marburgo y sostiene que ni Parménides ni Kant son idealistas en forma alguna. Concluye la primera parte con un buen resumen del realismo aristotélico.

Inicia García Morente el problema del conocimiento con Descartes y, con éste, la historia y el desarrollo del idealismo. Es apasionante el estudio del desenvolvimiento del idealismo, que puede considerarse como una trágica aventura del pensamiento moderno. En Descartes arranca, según García Morente, un nuevo período filosófico por la manera especial como se plantea entonces el problema del conocimiento, pues se parte de la base de que sólo existe el pensamiento y el yo que lo piensa. Como lo indican muchos autores, la existencia de la realidad exterior se convierte entonces en un problema y su demostración tendrá que hacerse partiendo del análisis del pensamiento mismo. Pero esta empresa vaPage 410 haciéndose cada vez más difícil y cada uno de los filósofos posteriores va negando un nuevo aspecto de la realidad y encerrándose dentro del yo sin poder encontrar una salida o un puente hacia el mundo exterior. R. Jolivet en Las sources de l'idealisme, explica este movimiento como la consecuencia del abandono de la noción de sustancia.

Descartes, no obstante su escepticismo metódico inicial, recobra la realidad, recurriendo a la veracidad divina. Después, los empiristas ingleses empiezan por afirmar que el conocimiento se reduce a las sensaciones (Locke); rechazan luego la sustancia extensa de Descartes para admitir únicamente la existencia del yo con sus vivencias o sensaciones (Berkeley) y terminan negando incluso la existencia de la realidad espiritual del yo sustancial, lo mismo que la del principio de causalidad, y reduciéndolo todo a asociaciones de ideas (Hume).

A la pregunta metafísica de ¿quién existe?, contestaba Descartes: existo yo, la extensión y Dios; contestaba Locke lo mismo que Descartes; contestaba Berkeley: existo yo y Dios, pero no la extensión; y Hume contesta muy sencillamente: no existo yo, ni la extensión, ni Dios; lo único que hay son vivencias [...] El psicologismo ha deshecho la lógica y la ontología.

[...]

Se proponen [los empiristas ingleses] acabar con la noción de cosa en sí misma. En efecto, la raíz profunda del idealismo, desde el mismo Descartes, es eliminar del tablero filosófico la noción de cosa en sí misma.

Pero su intento no es completo, a pesar de haber eliminado el objeto como cosa y hasta el sujeto mismo como cosa, pues conservan -bien poco por cierto- en el pensamiento, en las vivencias, la noción de cosa en sí. Después de dos bellos capítulos sobre el racionalismo de Leibniz, entra García Morente en un minucioso análisis del criticismo trascendental de...

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