La transición democrática y la responsabilidad de la comunidad con su pasado - Segunda parte - Justicia transicional. Teoría y praxis - Libros y Revistas - VLEX 52394880

La transición democrática y la responsabilidad de la comunidad con su pasado

AutorCamila de Gamboa Tapias
Cargo del AutorAbogada, profesora de la Universidad del Rosario
Páginas141-157

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En este artículo pretendo establecer las clases y grados de responsabilidad que tendrían que asumir los miembros de una comunidad política12 frente a un pasado de sufrimiento e injusticia, cuando tales sociedades hacen tránsito a un régimen democrático. Aunque es claro que cualquier sociedad con un pasado histórico de injusticia hacia sus propios miembros, o hacia otra sociedad, debería responsabilizarse por ese pasado y tratar de enmendarlo, este texto se circunscribe al análisis de la responsabilidad de una sociedad en una transición democrática luego de graves y masivas violaciones a los derechos humanos causadas por un régimen represivo y/o sus oponentes en un conflicto armado interno.3

El artículo tiene dos secciones. En la primera sección me referiré a la relación existente entre la construcción de la agencia moral y política y los sistemas políticos en que éstas se desarrollan. Defenderé la idea de que el régimen político que mejor garantiza la formación de agencias morales y ciudadanos responsables es una democracia incluyente e igualitaria. En la segunda sección analizaré tres aspectos de la responsabilidad de los miembros de una comunidad política en una transición democrática: la responsabilidad política, la responsabilidad Page 142 moral y la responsabilidad criminal, teniendo como guía normativa la concepción de una democracia incluyente e igualitaria.

I Sistemas políticos y construcción de la agencia moral y ciudadana

La constitución del carácter y de la identidad política de los ciudadanos está determinada en parte por los sistemas políticos y la manera como los agentes participan en su construcción. Así, si el sistema político es opresivo, éste puede afectar negativamente el carácter moral y el carácter político de sus miembros, y con ello no hago referencia únicamente a las personas excluidas moral y políticamente de la sociedad por razones de raza, género, clase social, cultura o religión, sino también a los grupos que disfrutan de ciertos privilegios sociales y políticos. Los sistemas políticos opresivos también afectan en forma negativa a los miembros de grupos privilegiados, quienes muchas veces son incapaces de responder en forma adecuada a las necesidades y problemas de los demás. Esta deficiencia en su agencia moral y ciudadana se ve reflejada en sus concepciones y creencias personales, sociales y políticas.

Existen sistemas políticos que definitivamente son más adecuados para el desarrollo de una mejor disposición moral y ciudadana, debido a que pueden garantizar el respeto, la protección y la defensa de todos sus miembros en condiciones de igualdad. La democracia incluyente idealmente parece ser el mejor sistema político para cumplir con este objetivo, puesto que su sistema legal y constitucional, sus instituciones públicas, sus procesos de deliberación y toma de decisiones, así como su cultura política, reconocen y defienden la igualdad moral y política de todos sus miembros. De esta manera, los principios morales y políticos de una democracia incluyente deberían guiar los regímenes políticos reales; sin embargo, sabemos que los regímenes políticos actuales están lejos de ser incluyentes, y esto se puede predicar no sólo de los regímenes totalitarios o autoritarios, sino también de los llamados sistemas democráticos. En todos ellos se presentan estructuras políticas y sociales excluyentes y opresivas que afectan en forma negativa tanto sus instituciones como las relaciones sociales y políticas de sus miembros.4 Page 143

En regímenes políticos opresivos5, las acciones públicas y privadas de las personas, sus actitudes y sus sentimientos con respecto a las necesidades, las demandas y los problemas de los otros pueden verse distorsionados, e incluso ni siquiera tomarse en serio, debido a la concepción política y moral que las personas tienen de sí mismas y, en consecuencia, de lo que ellas creen merecer y consideran deben a los demás. En ese mismo sentido, las reacciones y respuestas morales y políticas de los grupos o personas afectadas pueden generar, a la vez, tratamientos reprochables en relación con los otros.

Si las comunidades políticas coexisten con patrones sociales y políticos opresivos, la posibilidad de ofender y causar daño moral a otros es mayor que en regímenes no opresivos.6 El que se defienda una democracia incluyente e Page 144 igualitaria de ningún modo implica que se crea que en tales regímenes la gente siempre responde y reacciona apropiadamente, moral y políticamente hablando; o que en los regímenes opresivos la agencia moral y política siempre se afecta negativamente. Dada la fragilidad de la condición humana, nadie puede garantizar, por un lado, que los miembros de una democracia no ofenderán moralmente a los otros y, por el otro, que los sistemas políticos democráticos incluyentes permanecerán así para siempre. Lo que las reflexiones políticas, legales y éticas muestran es que la gente en democracias incluyentes e igualitarias estaría mejor preparada para actuar y responder individual y políticamente a las ofensas morales y políticas que en los regímenes opresivos, en dos sentidos: (1) cuando un régimen democrático incluyente idealmente reconoce la igualdad de sus miembros, tanto como ciudadanos como personas, permite que ellos se respeten y protejan mutuamente, a pesar de las diferencias. Así, uno podría esperar que los ciudadanos de tales comunidades, en situaciones de injusticia política, lucharan conjuntamente en la arena pública, para evitar que se tomen decisiones que afecten o amenacen la igualdad. (2) Dado que la base moral en una democracia incluyente sería más amplia que en otros regímenes, parece que las probabilidades de provocar daños morales a otros grupos de individuos podrían ser menores que en regímenes excluyentes. Laurence Morderkhai Thomas muestra que las democracias que incluyen a todos sus miembros a pesar de sus diferencias tienen un amplio campo de responsabilidades para con otros. Él compara esta visión con lo que el llama "moralidad popular" o "moralidad del sentido común", que tiene sus raíces en el liberalismo clásico y se encuentra diseminada en democracias contemporáneas liberales. Para Thomas, y coincido con él, en la "moralidad popular" la gente hace una tajante distinción entre extraños, por un lado, y amigos y familia, por el otro. En general, Thomas dice que en la moral popular "nuestro deber moral no es tanto ayudar a extraños como no causarles daño".7 Por eso, el deber de ayudar a otros está reservado para gente cercana, mientras que el deber de ayudar a extraños es extremadamente limitado. Page 145 Además, la "moralidad popular" distingue claramente entre fallar en ayudar a una persona y causarle un daño; así, lo último es considerado una acción moralmente reprochable y en contra de la decencia moral, mientras que lo primero no es juzgado como moralmente malo, aun si la persona puede asistir a otro sin riesgos. Por eso las consecuencias morales de una acción y una omisión no son generalmente las mismas.8 Thomas concluye que en este tipo de moralidad "ser una persona, moralmente decente es compatible con permitir que en el mundo ocurra mucho daño, daño que uno podría fácilmente ayudar a eliminar".9 Lo anterior significa, que en los regímenes opresivos, dentro de los que se pueden incluir muchas de las democracias actuales, su sentido de la decencia moral es bastante restringido, y esto posibilita que sus ciudadanos puedan ser indiferentes frente al daño que otros conciudadanos sufren debido a regímenes excluyentes que ellos mismos apoyan.

II Los tres aspectos de la responsabilidad en una transición democrática

Para que una sociedad signada por un pasado difícil pueda hacer tránsito a una sociedad democrática requiere que sus ciudadanos actúen como agentes morales y políticos responsables frente a su propia historia de sufrimiento e injusticia. Además, dado que los seres humanos están insertos en un conjunto de relaciones sociales, es posible afirmar que la única forma en que se pueden transformar los aspectos negativos del carácter moral y político es mediante un esfuerzo cooperativo.

Primafacie la transformación política y personal de los miembros de una sociedad en transición sólo se puede garantizar cuando los miembros de dichas comunidades asumen la responsabilidad que tienen con el pasado y, a su vez, están dispuestos a enmendar, restaurar y recordar a sus víctimas. Aunque en este escrito no pretendo analizar en forma exhaustiva el complejo tema de la responsabilidad individual y colectiva, sí considero necesario discutir algunos de los aspectos que sirven para determinar esas responsabilidades, a fin de garantizar que los ciudadanos asuman seriamente la responsabilidad que tienen Page 146 hacia su pasado. En este escrito no pretendo señalar en forma concreta las medidas políticas que debería implementar el gobierno que hace la transición y los que le siguen. Considero que antes de pensar en esas medidas políticas, es indispensable establecer el grado de responsabilidad que se les puede asignar a los miembros de las comunidades políticas con pasados problemáticos. El establecimiento de esta responsabilidad posibilita ver en forma general a qué estarían obligados tales ciudadanos, lo que permite luego analizar en forma particular qué tipos de medidas debería implementar un gobierno de la transición a fin de que sus miembros afronten individual y colectivamente, con seriedad, ese pasado de injusticia y sufrimiento.10 Analizaré tres aspectos de la responsabilidad de los miembros de una comunidad política: la responsabilidad política, moral y criminal.

1. La responsabilidad política

Los miembros de una sociedad tienen unos con otros una...

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