An-arquía, a-nomia - Filosofía radical y utopía. Inapropiabilidad, an-arquía, a-nomia - Libros y Revistas - VLEX 857250507

An-arquía, a-nomia

AutorAndityas Soares de Moura Costa Matos
Cargo del AutorGraduado en Derecho, máster en Filosofía del Derecho, doctor en Derecho y Justicia por la Facultad de Derecho de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG) y doctorando en Filosofía por la Universidad de Coimbra (Portugal)
Páginas167-201
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Capítulo 5
AN-ARQUÍA, A-NOMIA
La emancipación humana, concebida de modo definitivo
bajo su forma revolucionaria más simple, que no pasa de
la emancipación humana en todos los aspectos, es decir,
según los medios de que cada uno dispone, continúa
siendo la única causa digna a la cual servir.
A. Breton, Nadja, pp. 131-132.
1. multItud: comunIdad InaProPIable
En un breve ensayo de 1986 sobre Georges Bataille y la paradoja
de la soberanía, texto cuyas principales ideas serían retomadas
al inicio de El poder soberano y la nuda vida (Il potere sovrano e
la nuda vita), Giorgio Agamben se pregunta por la posibilidad
de una comunidad sin sujetos soberanos, encontrando en la
reflexión de Bataille un encauzamiento inicial de la cuestión
y, al mismo tiempo, una frontera que parece infranqueable.
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Según Agamben, Bataille niega toda posibilidad de una co-
munidad comunista (o schmittiana, cabe puntualizar) basada
en vínculos fusionales entre sus miembros que den origen a
hipóstasis tales como “el pueblo” o “los valores comunes”.1
En ese sentido, para negar la tendencia totalitaria, violenta y
mono-significante “inherente” a todo proyecto empírico de
sociedad, la comunidad batailleana llevaría en sí un índice
de imposibilidad, un grado de negatividad que tan solo se re-
solvería en la potencia de la comunidad de los que no tienen
comunidad. Se trata de la comunidad negativa de los amantes,
de los artistas y, de modo más amplio, de los amigos, con lo
que Bataille parece retomar, pese a hacerlo de manera bastante
lateral, el ideal epicúreo del jardín, el cual recomienda una vida
apolítica construida a partir de afinidades electivas entre el yo
y los otros seleccionados exclusivamente por ese yo.
La verdadera comunidad sería, por tanto, la comunidad de
amigos, es decir, una comunidad de los que se perciben como
iguales sin necesidad de poderes que los controlen y exijan el
reconocimiento de la igualdad. Agamben incluso llega a sugerir
que ese fue el proyecto de Bataille al fundar el grupo de la revista
Acéphale, que congregaba individuos capaces de compartir los
mismos intereses sin que hubiera un líder entre ellos. El mismo
símbolo del grupo indicaría, con la ausencia de cabeza, no solo
una crítica de las instituciones sociales basadas en el racionalis-
mo y el liderazgo, sino principalmente el deseo o el anhelo de
autoexclusión característico de sus miembros, una voluntad
de estar en un no estar mediante la cual Agamben reconoce y
profundiza en la paradoja del soberano enunciada por Schmitt.2
En este extremo viene a la luz la imposibilidad de la co-
munidad negativa, ya que el acto de los sujetos que la fundan
exigiría, como contrapartida necesaria, la consideración del ser
soberano, capaz de actualizarse a la vez que mantiene activa la
1 agamben, Bataille y la paradoja de la soberanía, p. 17.
2 agamben, Bataille y la paradoja de la soberanía, p. 18.
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potencialidad. En mi interpretación, esto se relaciona con la
posibilidad política real de construir entre los amigos un con-
senso por exclusión gracias a la constitución de un enemigo
común, en la línea del pensamiento de Schmitt. Al parecer,
incluso en una comunidad de los que no tienen comunidad,
la vivencia de lo común conllevaría en sí un grado secreto de
violencia originaria que se traduciría en la categoría identita-
ria del enemigo, la cual posibilitaría el proyecto comunitario,
aunque negativo.
Ese problema empieza a ser enfrentado por Agamben en
1990, cuando escribe el altamente críptico La comunidad que
viene3 (La comunità che viene), obra en la que esboza el proyec-
to de una comunidad cualsea. Ya al inicio el filósofo afirma: el
ser que viene es el ser cualsea, es decir, el ser que no puede ser
definido a tenor de características que apunten a propiedades
identitarias, como ocurre con el ser rojo, francés o musulmán.4
El ser cualsea consiste en aquel que es a su manera, englobando
más que la potencia de ser y la de no ser, ya que, además, pue-
de también no no-ser. Siendo él mismo, el ser cualsea se sitúa
fuera de las redes de lo universal y de lo particular, pudiendo
así fundar algo como lo común.
Sin embargo, la pertenencia a lo común, esa común-idad,
continúa Agamben citando a Spinoza, es una comunidad
inesencial, ya que no alude a la esencia o a otras cuestiones de
este tipo, porque
cualsea es la cosa con todas sus propiedades, ninguna de las cuales
constituye, empero, diferencia. La in-diferencia respecto a las
propiedades es lo que individualiza y disemina las singularidades
y las hace amables.5
3 Nota del traductor: es importante indicar que no hemos traducido qualquer
por cualquiera por la implicación volitiva del querer, y hemos seguido la tra-
ducción al uso en la edición en castellano de Pre-Textos, que apunta al cualsea
en cuanto al peso del ser y no del querer.
4 agamben, La comunidad que viene, p. 10.
5 agamben, La comunidad que viene, p. 18.

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