Conclusiones
| Autor | Edgar Iván León Robayo |
| Páginas | 281-287 |
conclusiones
Durante las últimas décadas, el mundo ha sido testigo del surgimiento de un
sistema jurídico nacido por fuera del ámbito estatal, que ha evolucionado y se
ha fortalecido a través de los contratos celebrados por los comerciantes y que
recibe toda su autoridad tanto de la creencia común de que su utilización es
suficiente para regular los negocios transfronterizos, como de las decisiones
arbitrales que lo aplican en controversias comerciales internacionales.
A pesar de sus virtudes, la nueva Lex Mercatoria ha sido resistida por
importantes doctrinantes y académicos del mundo, cuyas críticas son
fundamentadas principalmente en la falta del elemento democrático ca-
racterístico de cualquier tipo de texto legal. El hecho de que no concurra
en su formación un Parlamento representativo de la comunidad, sino que
sean los árbitros y los expertos de los organismos internacionales quienes
la decantan y la compilan, hace que pierda ese encanto propio y magnifi-
cente de la ley.
No obstante, se debe recordar que el derecho contemporáneo tampoco
surgió como resultado del trabajo de un Congreso, sino de la actividad de
los monjes medievales, que con su contemplación al derecho romano, creado
principalmente por los pretores a partir de la observación de su realidad y
entorno, les permitieron a los glosadores y posglosadores determinar los
principios que posteriormente los juristas compilarían y convertirían en
leyes expedidas por el soberano.
En el caso del derecho mercantil la cuestión incluso va más lejos, por
cuanto el origen de la Lex Mercatoria se dio en el propio comercio, pues los
comerciantes crearon sus propias reglas, las cuales eran obligatorias tanto
para ellos como para quienes no tuvieran su estatus. Adicionalmente, los
tribunales de justicia eran conformados por los maestros, cuya autoridad
era totalmente reconocida y respetada. Por ello, sus decisiones tenían como
característica la de ser plenamente obligatorias para aquellos a quienes
estaban dirigidas, es decir, constituían la solución de controversias entre
comerciantes, y entre comerciantes y quienes no lo eran.
Esos principios, que así mismo quedaron compilados por expertos juristas
de la época, también fueron recogidos como normas que con posterioridad
se convirtieron en cuerpos legales. Lastimosamente, para ese momento de
la historia, tales normas dejaron de ser globales y se interiorizaron para ser
cumplidas de manera exclusiva al interior de las fronteras.
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