Los 'falsos positivos': noción a la deriva - Garantía de no repetición: una contribución a la justicia transicional - Libros y Revistas - VLEX 950956651

Los 'falsos positivos': noción a la deriva

AutorGonzalo Cataño
Cargo del AutorSociólogo de la Universidad Nacional de Colombia
Páginas77-116
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LOSFALSOS POSITIVOS”: NOCIÓN A LA DERIVA
Gonzalo Cataño
La realidad es más fuerte que la imaginación humana.
Puede permitirse el lujo de ser increíble, inexplicable,
de situarse fuera de toda proporción.
AHARON APPELFELD1
RESUMEN
En este artículo se desarrolla un análisis sociológico del fe-
nómeno de los “falsos positivos” y un estudio semántico del
principal término utilizado para caracterizar estos hechos.
El autor analiza la forma en que la estrategia para mejorar
los resultados en la lucha antisubversiva se convirtió en un
paradójico distractor que impulsaría prácticas abominables:
mediante datos estadísticos, demuestra el ascenso progre-
sivo del número de víctimas entre los años 2005 y 2009, a
la par que mejoraron también los resultados en materia de
“bajas legítimas”; posteriormente, indaga sobre el modus
operandi a través de algunos ejemplos ampliamente cono-
cidos; y, por último, identifica los elementos que permiten
1 Palabras de Aharon Appelfeld recogidas por Philip Roth en Operación Shylock
(1996, 97).
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conceptualizar estos hechos y abordar la compleja tarea de
proponer una definición de esta noción.
INTRODUCCIÓN
En un pasaje del Discurso sobre el espíritu positivo de 1844,
Auguste Comte, el fundador del positivismo y de la ciencia
de la sociedad, la sociología, escribió:
Considerada en su acepción más antigua y más común, la pala-
bra positivo designa lo real por oposición a lo quimérico. En un
segundo sentido, muy próximo al precedente, pero distinto, este
término indica el contraste de lo útil y de lo inútil. Según una
tercera significación usual, la expresión se emplea para calificar
la oposición entre la certeza y la indecisión. Una cuarta acep-
ción, confundida con demasiada frecuencia con la precedente,
consiste en oponer lo preciso a lo vago. Una quinta acepción,
menos usada que las otras, aunque igualmente universal, es
el empleo de la palabra positivo como lo contrario de negativo
(Comte, 1934, 79-80. Las itálicas son de Comte).
La expresión “falso positivo” es la negación de estos atribu-
tos. El adjetivo falso impugna de inmediato las propiedades
enunciadas por Comte. Lo que en un momento se creyó
auténtico y fuente de satisfacción a poco se traduce en yerro,
en acción equívoca, incierta y falta de verdad. O, como le
gustaba decir al obispo de Hipona, las cosas son verdaderas
en cuanto existen y falsas cuando se les toma por “lo que
no es” (San Agustín, 1951, 343). Cuando esto último sucede,
lo afirmativo, real y preciso se traduce en presunción e hi-
pótesis. De allí que el positivismo, la escuela filosófica que
se apoya en la experiencia, la observación y los hechos, se
obsesione por la búsqueda de la certeza, por aquello de lo
que no se duda.
El enunciado “falso positivo” proviene de las ciencias de
la salud y ha servido para describir las limitaciones de un
diagnóstico ligero de enfermedades y afecciones. Es el caso
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de un paciente al que inicialmente se le diagnosticó cáncer
en la garganta, pero que una vez sometido a un examen más
exigente y con mayores controles los resultados de labora-
torio arrojan resultados negativos. Aquí el falso positivo es
fuente de gozo. Es la validación de que no padece el mal
que inicialmente se diagnosticó. Pero también hay casos
contrarios. Muchas mujeres que desean tener un hijo y han
fracasado en el intento tienen en algún momento sensaciones
de embarazo. Sienten que su abdomen crece, experimentan
náuseas, debilidad, cansancio y vómitos, pero un escruti-
nio más acucioso muestra que no hay preñez alguna. Es un
falso positivo animado por una compulsión psicológica. Al
contrario del caso anterior, aquí el falso positivo es fuente
de abatimiento y tristeza2.
Pero si en medicina se recurre a la expresión “falso po-
sitivo”, también se emplea su antónimo: “verdadero posi-
tivo”. Este último certifica la presencia de una enfermedad
después de realizar los controles de laboratorio. Ahora se
han identificado todos los síntomas y las pruebas físicas
–observación y palpo del cuerpo– y las complementarias
–radiografías, electrocardiogramas, endoscopias– refrendan
la presencia de una dolencia en el paciente. Con estos ha-
llazgos los facultativos se sienten más seguros en su labor
2 El término ha vuelto a ser noticia en el mundo de la ciencia a raíz del célebre
trabajo del médico greco-estadounidense John Ioannidis “Por qué la mayoría
de los resultados de investigación publicados son falsos” (2018). Ioannidis
encontró que a diario se abusa de la expresión “medicina basada en la evi-
dencia” para legitimar las opiniones de expertos y los intereses de algunos
consorcios en la promoción de sus productos en el mercado, cuando se sabe
que una buena cantidad de evidencia médica es contradictoria y nada fiable.
Es lo que sucede con los hallazgos que pretenden demostrar que los alimentos
que consumimos son causa del cáncer y que aquellos que no están en nuestra
dieta lo previenen. Esto resulta –apunta Ioannidis– en la alta “probabilidad
de reportar falsos positivos” en una zona donde los controles de la ciencia son
frágiles y nada fáciles de replicar para confirmar o invalidar sus resultados
(IOANNIDIS, 2018, 298 y BELLUZ, 2015).

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