Formar, fortalecer y enriquecer al orientador escolar
| Autor | Jenny Marcela Manrique Rodríguez y Luz Marina Lara Salcedo |
| Páginas | 203-226 |
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Jenny Marcela Manrique Rodr íguez
Luz Marina La ra Salcedo
En el actual contexto colombia no se apuesta por un país libre de con icto
armado, en el que sus combatientes cambien las a rmas por los libros y deen-
dan la causa de su vida y l ibertad propia. En este panorama la educación se
presenta como la herramienta que permite que esta s personas se empoderen
a sí mismos y sean art íces de los procesos de cambio que les perm itirán
reincorporarse a la vid a civil en el marco de la legalidad.
Este ideal, este propósito, involucra a los contextos educativos como
corresponsables del proceso de reintegrac ión, y a los miembros de la comu-
nidad educativa como actores dentro del mismo. Así, el or ientador escolar
se congura como uno de es os actores reintegradores en la escuela, que res-
ponde a los retos que se le imponen en su actuar cotidi ano para la atención de
estas y otras poblaciones, sit uaciones, características y c ondiciones propias
de los diferentes grupos de estud iantes presentes en las aulas.
El presente capítulo aborda las necesidades identi cadas por los
orientadores respecto a su propia formación, para hacerle frente al reto de
ser partícipes asertivos en este proceso de reintegración desde el contexto
escolar. Para ello, inicia lmente se presenta un diagnóstico del quehacer de
los orientadores en el marco de la atención de los desvincu lados y desmo-
vilizados en l as aulas, seguido por el marco legal que ampara l a necesidad
de cualica r a los equipos psicosociales y a los diferentes profesionales que
intervendrán sobre esta s personas; posteriormente, se proponen cuatro ejes
temáticos que se consideran claves para congurar un proceso de forma-
ción dirigido a los orientadores de las instituciones educativas; cerramos
con un apartado relacionado con las pe dagogías para el reconocimiento y la
orientación de esta población, centradas en la memoria y la na rración, como
también en la acogida y la hospital idad.
A lo largo del mismo, se involucran reexiones y apor tes de los orienta-
dores partícipes de la invest igación, que refuerzan o reeren su saber y su sentir
frente a todo lo que comporta la atención, intervención y acompañamiento de
estas personas. Así, los aportes contenidos en este capítulo, dados desde la voz
de los orientadores, serán denominados por la let ra E o la letra P, para men-
cionar una entrevist a o un participante, respectiv amente; y los números de
Jenny Marcela Manrique Rodríguez y Luz Marina Lara Salcedo
a (p. e., E, E, E, P, P) indican la identicac ión dada a cada orientador
en el momento de procesar toda la información recogid a.
Reconocer la voz del orientador
El acercamiento que posibilitó la experiencia de varios orientadores de la
ciudad de Bogotá, de las local idades de Usme, Ciudad Bolívar y Kennedy,
permite reconocer la realidad de su i ntervención en el ejercicio de su cotidia-
nidad y la atención que se realiza a d iferentes grupos poblaciones; diferentes
problemáticas y diferentes escenarios , con diversas característic as sociales,
culturale s y económicas, entre otras. Una de las poblaciones abordadas por
el orientador escolar es la de las v íctimas del con icto armado, especíca-
mente los estudiantes que ingresa ron bajo la condición de desmovilizados
o desvincula dos de los grupos armados ilegales.
A través de sus vivencias, su s diálogos y sus saberes, surgieron dife-
rentes análisis di reccionados hacia el interés de cualicar l a acción de estos
equipos de trabajo, que responden a sus inquiet udes, necesidades y carencias.
De esta experiencia conjunta, del i nsumo que sus voces imprimen para la
construcción de nuevas acciones, se e stablece un panorama de la situación
del orientador con respecto a la atención de esta población en particular,
bajo los siguientes referentes:
. La situación que atraviesa ac tualmente el país, en el marco de un po-
sible acuerdo de paz, hace prever que se vincu larán a las aulas muchas
personas en condición de desmovili zación y desvincu lación. Ello
exige la necesidad de estar mejor preparados para su recepción, aco-
gida, atención e intervención; procesos para los c uales la comunidad
educativa en general no se encuentra prepar ada ni capacitada. De allí
que consideremos, como un aspecto de gra n relevancia e importancia,
la sensibilización que debe hacers e a toda la comunidad educativa so-
bre esta realidad presente en las aula s, no con el afán de estigmatizar,
diferenciar o agrupa r a los estudiantes, sino con la intención de darle
a la comunidad escolar elementos para comprender y acercarse a las
diferentes realidades en que se encuentr an los desvinculados y de smo-
vilizados . De esta manera, se busca generar en los d iferentes estamentos
el reconocimiento del otro, su ser y su sentir, junto con la creación de
una atmósfera de respeto e inclusión en la escuela .
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