Introducción - El imperio de la política. Seguridad nacional y secreto de Estado en el sistema constitucional norteamericano - Libros y Revistas - VLEX 1028124465

Introducción

Páginas13-22
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El impErio dE la política
introducción
constitución y Mito constituci onal.
el lugar de la seguridad nacional
El funcionamiento del sistema constitucional norteamericano depende de
los niveles de consenso que suscitan en cada momento histórico determinadas
nociones difusas o sobreentendidos. Los conictos, en ocasiones cruentos,
entre federalistas y antifederalistas, entre los partidarios y detractores de la
esclavitud, o entre los defensores del, u oponentes al, activismo jurisprudencial,
explican por sí solos épocas bien concretas de la historia de Estados Unidos.
Cada uno de estos conictos puede presentarse como un enfrentamiento entre
modos diversos de entender la Constitución, lo cual no signica, naturalmente,
que en cada uno de tales momentos el móvil primero de las partes enfrentadas
fuera la recta interpretación constitucional. Con todo, desde una tradición
como la nuestra, plagada de quebrantamientos y rupturas, no deja de ser
fascinante el hecho de que la historia constitucional norteamericana pueda
todavía hoy construirse sobre la base del comportamiento de los jueces, y
especialmente del Tribunal Supremo, a la hora de interpretar la Constitución.1
Difícilmente podría concebirse algo así si el documento escrito en 1787,
más las enmiendas que se han ido incorporando a él con el paso del tiempo, se
hubieran limitado a ser lo que el propio documento postula: la suprema ley de
la tierra. Sin la reverencia fetichista a la Constitución como mito fundacional
de la nueva nación, sin el aura sacra que pronto la adornó aportando
referencias comunes a una sociedad tan vigorosa como desarticulada, el
empeño normativo habría quedado, quizá, relegado al olvido. Pero no es el
caso; una vez admitida la capacidad de los jueces para revisar los actos de
los otros poderes en aras de la supremacía de la Constitución, el desarrollo
del sistema norteamericano puede presentarse, pese a los conictos que
lo han sacudido en sus dos siglos de existencia, como un desarrollo lineal.
Poco importa que, en determinada época, la Constitución haya podido leerse
como el fundamento indiscutible de la esclavitud2 y, tras las Enmiendas de
1 Véase una presentación general de esta idea en Michael Kammen, A Machine That Would
Go by Itself. The Constitution in American Culture (Nueva York, A. Knopf, 1986), cap. I,
donde, no obstante, se destaca la insuciencia de este enfoque para captar un historia
constitucional, en la que la contribución del Tribunal Supremo no es sino «la parte más
visible de un inmenso iceberg, a menudo en movimiento».
2 Me reero, claro está, al célebre caso Dredd Scott, decidido por el Tribunal Supremo en 1857,
en el que el juez Taney utilizó la cláusula del proceso debido de la Quinta Enmienda para
legitimar la propiedad de esclavos en los estados sureños. Como señala Wolfe, al fallar
del lado equivocado, el Tribunal Supremo ahondó las divisiones geográcas y preparó

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