Módulo Cooperativismo
| Autor | David M. Katz Asprilla |
| Páginas | 45-74 |
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MÓDULO COOPERATIVISMO
David M. Katz Asprilla
L , representada en las cooperativas, tiene una gran incidencia en las
comunidades rurales y ca mpesinas de Colombia. Según el Registro Único Empresarial y Social
(), en el se matricularon organizaciones de economía solidaria, y el eran
de naturaleza cooperativa. De estas, () fueron registradas como asociaciones agrope-
cuarias y campesinas, lo cual generaba cerca de empleos y asociaba alrededor de seis
millones de personas en diferentes lugares de la geografía colombiana (, ).
Las cooperativas son organizaciones que impulsan la unión de esfuerzos para satisfacer
necesidades económicas, sociales, culturales, colectivas y ambientales a través de una empresa
de control colectivo, administrada democráticamente (Majee & Hoyt, ). En las cooperati-
vas, los asociados hacen las veces de propietarios y gestores del desempeño de la organización,
según un esquema de valores en el que prima la acción colectiva, la solidaridad, la cooperación
y la participación, con el objetivo de distribuir bienes y servicios para satisfacer las necesidades
de sus asociados y de la comunidad a la cual pertenecen (Clavijo, ). De esta manera, las
cooperativas promueven espacios de participación democráticos e incluyentes, donde prevalece
la seguridad del empleo y se incentiva la estabilidad salarial.
Las cooperativas agrícolas se consideran motores para el desarrollo territorial, entendido
este como el proceso por el cual se movilizan recursos y se potencian las capacidades locales de
manera colectiva para mejorar las condiciones sociales, económicas y ambientales de un con-
junto de actores y agentes que habitan un territorio (Majee & Hoyt, ). Así, las cooperativas
agrícolas permiten potenciar el relacionamiento de los asociados con el entorno político, social y
ambiental del territorio, convirtiéndose en generadoras de redes colaborativas o de coordinación
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que permiten superar brechas como el acceso a capital nanciero, la incidencia en los procesos
territoriales o el balance del poder de negociación (Majee & Hoyt, ).
Las cooperativas, a su vez, se convierten en organizaciones que merecen especial atención
tanto por el potencial organizativo y productivo que representa para el país rural, como por
su capacidad para asumir los retos que enfrentan estas comunidades. Dentro de estos retos se
incluyen la importancia de entender la nueva urgencia mundial y la necesidad de adoptar una
agenda de desarrollo sostenible que permita transformar y mejorar estas condiciones y así gene-
rar procesos que impulsen el desarrollo comunitario con enfoque territorial ( & , ).
En ese sentido, las cooperativas son las invitadas a desempeñar un papel preponderante
debido a que su misión y propósito responden a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (),
pero también debido a que su forma organizativa y sus objetivos trazados se convierten en un
vehículo de transformación social. Por ejemplo, las cooperativas agropecuarias contribuyen a
conseguir las metas de los - (Pobreza cero), - (Hambre cero y seguridad alimentaria),
- (Igu aldad de género), - (Trabajo decente y crecimiento económico), - (Reduc-
ción de las desigualdades), - (Consumo y producción responsable) y - (A lianzas para
lograr objetivos), a través de su gura legal, su estructura organiz acional y su misión (, ).
En resumen, existe la necesidad de impulsar iniciativas emprendedoras en la ruralidad a tra-
vés de economías que benecien económica, social, ambiental y culturalmente a los territorios,
y las cooperativas resultan un modelo alentador y visionario con ese potencial transformador.
Este módulo sobre cooperativismo se compone de dos talleres: () Principios cooperativos y
benecios de la asociación (véase cuadro .); y () Desafíos organizativos de las cooperativas
(véase cuadro .).
Cada uno de los talleres busca, a par tir de la práctica de la participación, lograr los objetivos
planteados. En este contexto, la participación es un proceso constante en “el cual la gente puede
ganar más o menos grados de participación en el proceso de desarrollo” a través del tránsito
por la escalera de la participación, donde se busca principalmente “pasar, gradualmente, de una
pasividad casi completa (ser beneciario) al control de su propio proceso (ser actor del autode-
sarrollo)” (Geilfus, ).
Además, cada tal ler plantea una serie de actividades que inician con lo que, según la e scalera
de la participación, se llamaría el suministro de información, en el que el facilitador les propone
a las personas una información relevante y estas se ven hasta ese momento como aprendices.
En la medida que avanzan cada uno de los talleres, las actividades proponen ascender en la
escalera, impulsando inicialmente la participación por incentivos, en la que las personas par-
ticipan a cambio de ciertos incentivos propuestos por el facilitador o moderador, para llegar
a los escalones deseados: la participación interactiva y el autodesarrollo. En estos procesos, el
aprendizaje entre facilitador o moderador y participante es mutuo y horizontal. Esta aproxi-
mación metodológica permite que se impulse la participación de los asistentes y que inicien un
. El potencial de las cooperat ivas se deriva de su impor tancia y prevalenci a en todo el mundo: “Se estima que u na
de cada seis pers onas en todo el mundo son miembros o clientes de una cooperativ a y que hay unos , millones de
cooperativas que d an empleo a , millones de persona s, por lo que su contribución potencial al desa rrollo sostenible
es enorme”(https://bit.ly/aruJf).
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