Los períodos 'cimoblasto' y embrionario. De la vida humana al ser humano
| Autor | Jairo Rivera Sierra |
| Páginas | 123-214 |
INTRO D U C C I O N
Demostrada la razonabilidad de una lectura distinta de la etapa más temprana
de la vida humana
in vitro,
y que los acontecimientos ocurridos en el mundo
de la ciencia nos permiten sostener con holgura la existencia del modelo
reservorio, debemos centrARNos en esta etapa en resaltar su propia entidad y
sus propias características, diferenciándola de la etapa embrionaria.
Este capítulo es de vital importancia para resolver el problema jurídico,
porque nos permitirá centrar el problema y su solución en una realidad
fáctica a la que llamaremos “cimoblasto”, de modo que la respuesta al
problema estará circunscrita a esta etapa del desarrollo de la vida humana y
no a otras.
También es importante porque existe un cuerpo de conocimiento
científico sólido que permite darle a esta etapa temprana una verdadera
identidad y porque en nuestro sentir, de manera equivocada, al cigoto se le
interpuso el concepto de embrión, atribuyéndole a aquél las características de
éste, con la finalidad de que en cuanto se “embrionizara” al cigoto se le
podría dotar de las calidades de embrión. Ese tratamiento anticipado dado al
embrión ha producido confusión en el estudio del tema y por esa razón es
importante depurar los conceptos.
En este capítulo nos proponemos desarrollar las diferencias entre los
períodos “cimoblasto” y embrionario desde el punto de vista biológico. Con
el concurso de la biología mecanicista y de algunos elementos de la sistémica
podremos llegar a la conclusión de que no aportan argumentos que permitan
sostener de manera definitiva que en este momento hay por parte de esa
realidad algún género de comprensión.
Este capítulo responderá preguntas básicas: ¿Qué es el cigoto humano?
Más aún, ¿Qué es el cigoto humano
in vitro
y cuál su significación actual?
¿Qué es el preembrión? ¿Y el paraembrión? Desde el punto de vista de la
biología, ¿qué prácticas se pueden adelantar sobre él? ¿Cuál es la importancia
del nuclóvulo, embrión agámico o somático? ¿Debe tener la vida humana
temprana el mismo tratamiento, desde su inicio temprano hasta su muerte?
¿Durante el
iter
exis- tencial se deben conservar los mismos espacios de
disponibilidad sobre la vida? Sin duda, este capítulo nos permitirá avanzar en
la resolución del problema planteado.
Para lograr esta finalidad recurriremos a la puesta en práctica del símil del
erizo y del zorro, tomado de ISAIAH BERLÍN, quien lo aplica a la visión de la
historia de LEÓN TOLSTOI{1}. MARIOVARGAS LLOSA, en el prólogo al libro
de BERLÍN, nos recuerda que entre los fragmentos conservados del poeta
ARQUÍLOCO uno dice: “Muchas cosas sabe la zorra, pero el erizo sabe una sola
y grande”, para indicar con ello que existen dos clases de pensadores o dos
formas de acercarnos a los problemas: la de quienes poseen una visión central
y sistematizada de la vida, un principio básico dentro del cual se ensambla
todo, y la de quienes tienen una visión dispersa o múltiple de la realidad y de
los hombres, que no integran lo que existe en una sola explicación, porque
perciben el mundo como una diversidad compleja. La primera es la visión
centrípeta, que corresponde a la del erizo, y la segunda es la visión centrífuga,
que es propia del zorro.
Con la del zorro buscamos adentrARNos en las diferencias existentes entre
el cigoto y el embrión. Para ello hemos creado la expresión “período
‘cimoblasto’”, anglicismo con el que queremos referirnos a una etapa
temprana de la vida humana, dinámica, cuyo concepto comprende al cigoto,
la mórula y el blastocisto, como una realidad distinta de las características que
pueda tener el embrión.
De ese empeño saldrán, además de las diferencias de carácter físico, otras
que nos llevan a conceptos que tienen fuerte arraigo biológico, como los
conceptos de vida humana y de ser humano, estrechamente vinculados a los
períodos “cimoblasto” y embrionario y a otros más complejos, a partir de esta
última realidad, como los de “unicidad”, “unidad”, “individualización”,
“identidad” o “mismidad” y “suficiencia constitucional”, que también tienen
fuertes impactos en la moral y en la ética.
Hecha la depuración de los términos, nos proponemos centrarnos en el
cigoto humano
in vitro,
crioconservado, subrayando lo que ha significado la
crioconservación reciente de ovocitos, lo que la criopreservación de material
reproductivo humano ha significado en el aumento del conocimiento de la
medicina reproductiva y de la biología del desarrollo incipiente de la vida
humana, proyectada en aportes muy significativos mediante la utilización del
diagnóstico genético preimplantatorio, la terapia génica y perfectiva, negativa
y sustitutiva, y la elección del sexo.
Nos detendremos luego en una realidad que requiere especial atención: el
nuclóvulo o embrión agámico; daremos el concepto, estudiaremos su estatus
y llegaremos a la conclusión de que su tratamiento ha de ser igual al que debe
dársele a la vida humana temprana. Pensamos que es hora de forjar acuerdos,
consensos, en los que las distintas vertientes en las que está dividido el
pensamiento puedan llegar a puntos comunes. La búsqueda y conformación
de una ética cívica es posible, y citaremos el caso español como un buen
ejemplo de ausencia de imposición de un pensamiento por importante que
este sea.
Visto el desarrollo biológico del ser humano en sus primeras etapas,
hechas las depuraciones necesarias de las dos realidades que nos ocupan,
expuesta la importancia del cigoto para el conocimiento de la reproducción y
la salud humana, finalizamos el capítulo proponiendo como marco de
comprensión la condición moral progresiva de la vida humana, cuya
consecuencia más destacada consiste en la posibilidad de contar con espacios
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