Reconciliación social desde la ética pública - Reconciliación social como política pública: Sudáfrica, El Salvador, Nicaragua y Colombia - Libros y Revistas - VLEX 851264479

Reconciliación social desde la ética pública

AutorEdwin Murillo Amaris
Páginas81-155
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Reconciliación social
desde la ética pública
La suma total de los esf uerzos gastados en transformar el mundo, por
construir de nuevo y empeza r desde el comienzo, es inferior a la que los hombres
consagran a las t areas de reparación. Después de los constructores y los revolu-
cionarios, son los cuidadores quienes pa recen llamados a gobernar una nueva
época histórica. L a célebre tesis de Marx podría actua lmente ser formulada en
estos términos: los revolucionarios se ha n dedicado a transformar el mundo;
ahora se trata de conser varlo.
D I. La transformación de l a política: 23.
A primera vista, la referencia a la ética pública y a la reconciliación social
nos sitúa en dos ámbitos distintos del entorno humano, especícamente del
académico o investigativo. Erróneamente, el común de la gente cree que la
ética pública nos ubica ante el comportamiento del funcionario1 y la reconci-
liación social nos brinda un aspecto sociopolítico, con ti ntes religiosos, de lo
que implica el restablecimiento de relaciones interpersonales o grupales que
se han roto ante una situación conictiva o violenta. Sin embargo, nuestro
interés se centra en la construcción de un “puente conceptual” en el que estos
dos ámbitos abran la posibilidad de crear mecanismos práct icos que faciliten
la consolidación de procesos reales de reconstrucción social.
La cita de Innerarity (2002) que abre este capítulo deja claro lo que bus-
camos con el llamado “puente teórico” en el diseño de este “modelo ideal”
propuesto. La situación de ruptura de lo social mediante mecanismos con-
ictivos y violentos no conmina a una labor de “volver a empezar” en todo
lo común, sino de reparar los daños y, desde allí, reconstruir ese espacio
público en el que el “bienestar general” es necesar io.
1 Para nuestro interés, la étic a pública nos obliga a todos . Es el patrón moral común . La ética del
funcionario pú blico hace más referencia a la ét ica administr ativa o ética polític a.
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Reconciliación s ocial como política pública
Desde esta perspectiva, la hipótesis de este c apítulo es que sí hay una re-
lación directa y dinám ica entre ética pública y reconciliación social en cuanto
a que los dos ámbitos tienen su fundamento en la creación de seres humanos
abiertos a la construcción del bien común. La “acción colectiva” suscita una
serie de dinámicas ind ividuales y sociales que disponen ese espacio en el que
lo público sea racional y razonablemente posible mediante la consolidación
de mecanismos fundados en principios y valores. Para ello nos disponemos
a hacer una aclaración de cada uno de estos términos y a especi car cómo se
entienden en esta reexión. En síntesis, el objetivo es establecer un “puente
directo y dinámico” en el plano académico entre la ética pública y la recon-
ciliación social con miras a l a reconstrucción social.
Esta reexión se hará en cinco apartes principa les. Primero, buscará dar
respuesta a una pregunta suscitada por la investigación: ¿por qué una ética pa-
ra la reconciliación social?, teniendo como “telón de fondo” nuestra dimensión
institucional de crear redes que posibiliten la cooperación, la solidaridad y la
no repetición desde la asunción de creencias e ideas, objetivadas en valores,
que hagan explícitas la convivencia y la coexistencia, junto a la persistencia
de la política pública en materia de reconciliación social. Posteriormente, se
trabajará el concepto de reconciliación social como tal, diferenciándolo de
otros como resolución de conictos y transición democrática, que pueden
dar cabida a equívocos conceptuales. Al lí mismo se proponen los tres nive-
les desde donde es posible abordar la reconciliación social en el ámbito de
lo público, señalando los principios e instrumentos que se deben tener en
cuenta en este tipo de dinámicas.
Cuarto, reexionaremos en torno a la relación dinámica entre creencias
y reconciliación social, catalogando las primeras como esos fundamentos
hechos principios en la ética pública que posibiliten la efectividad y justicia
en este tipo de políticas públicas. Finalmente, se presenta el “modelo ideal”
de creencias que nos permita abordar cada uno de los casos desde las cate-
gorías que deniremos al concluir este capítulo.
¿Por qué una ética para la reconciliación social?
La llamada complejidad social a la que nos referimos, expresada en conicto
e, inclusive, violencia, nos ubica en la realidad humana individual y gr upal
pero, a su vez, nos permite vislumbrar cómo hombres y mujeres construimos
lo público, lo de todos. Desde nuestra perspectiva, en la dinámica relacional
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de identidad, alteridad y diferencia aparece el interés por los “acuerdos” que
permitan que el espacio común sea habitable, no una simple búsqueda de
“unidad” en medio de la diferencia donde se pretenda la uniformidad pe-
ligrosa que atenta contra la estructura de la polis. En línea con Innerarity,
lo razonable es instituir formas de trato con el mundo que cuenten con la
pluralidad de perspectivas (Innera rity, 2006: 136).
Pero, ¿qué es eso de asumir la ética pública como horizonte de compren-
sión en este tipo de iniciativas de reconstrucción social? Es creer profunda-
mente en que sí es posible restablecer lo roto por el conicto, pero hacerlo
pro-activamente. En su texto sobre el arte y el alma de constr uir la paz, John
Paul Lederach lo llama imaginación moral (Lederach, 2008: 54)2 . En este
escrito, Lederach arma que hay tres claves para leer lo moral (lo ético, en
nuestra propuesta) en esta labor de abrir espacios para la paz: la imaginación
moral desarrolla una capacidad de percibir cosas má s allá, y a un nivel más
profundo de lo que salta a la vista; además, la imag inación nos ofrece un ac-
to creativo fundamental; y, por último, hay una cualidad de t rascendencia.
Lederach no hace referencia a “extraños conceptos” en una dinámica
sociopolítica hacia la paz. Por el contrario, pone los fundamentos que exigen
una ética en todo proceso de reconciliación social: lo ético brinda la capa-
cidad de ver más allá del conicto y la violencia que frag menta la sociedad,
da en sí la posibilidad de resaltar la reconstrucción misma; por otro lado,
abre a la creación de mecanismos alternativos de resolver nuestros conic-
tos, más allá de los procesos de diálogo, negociación, arbitraje o mediación,
entre otros, que se suelan utilizar seg ún circunstancias de tiempo y contexto;
2 Al hacer referencia en nuestra reex ión a la ética pública hallamos l a relación diferencia l entre
moral y ética. Estos dos conceptos contiene n una relación por su origen lingüíst ico, el latín y
el griego, respec tivamente, pero “que vienen a signi car lo mismo: modo de enfrentar la v ida,
costumbres, c arácter” (Barazzutti , 1999: 16). El Diccionario de la Lengua Española de la R eal
Academia de la Leng ua los dene de la sigu iente manera: Mora l, del latín moralis, per teneciente o
relativo a las acciones o c aracteres de la s personas, desde el pu nto de vista de la bondad o m alicia.
A su vez, añade sig nicaciones en sentidos c ercanos: Que no pertene ce al campo de los sentido s,
por ser de la apreciación del entend imiento o de la concienci a; que no concierne al orden ju rídico,
sino al fuero inte rno o al respeto humano; c iencia que trata del bien en genera l, y de las acciones
humanas en orden a su bonda d o malicia (2001, tomo II: 1535). Por ética (del griego éticós, latín
ethicus), dene el mismo Diccionar io, recto conforme a la moral ; parte de la losof ía que trata de
la moral y de las obli gaciones morales; conju nto de normas morales que r igen la conducta human a
(2001, tomo I: 1009). Desde nuestra perspec tiva, notamos u na relación diferencia l en cuanto a su
unión en el origen li ngüístico y sentido de ordenar l a vida humana, pero difere nte en su modo
de actuar en es a misma vida.

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