Redefiniendo el concepto de excelencia en la investigación con desarrollo en mente
| Autor | Judith Sutz |
| Páginas | 23-45 |
—23—
CAPÍTULO
2
Redefiniendo el concepto de
excelencia en la investigación con
desarrollo en mente
Judith Sutz
Las razones del impulso por la excelencia
En México, a principios de la década de 1980, una gran devalua-
ción de alrededor del 140 % llevó a la caída de los sa larios de los
empleados universitarios, con la consecuencia, entre otras, de una
importante fuga de cerebros. No era posible aumentar los salarios de
los trabajadores, y se decidió otorgar bonificaciones sustanciales a los
considerados más productivos, lo que dio lugar al Sistema Nacional
de Investigadores de México (SNI). La productividad fue medida, en
gran parte, por el recuento de publicaciones y las citas de las listas de
revistas del Institute for Scientific Information (ISI) (Neff, 2018). Se
construyó un concepto implícito de excelencia. Para un investigador
individual, ser “excelente” en la investigación es pertenecer al SNI y
lograr las calificaciones que el SNI considera pruebas de excelencia.
En el Reino Unido, a principios de la década de 1990, los politécnicos
fueron convertidos en universidades. Para evitar distribuir recur-
sos en todo el sistema universitario, se estableció una asignación
competitiva de fondos. Se pusieron en práctica y se elevaron los pesos
utilizados para medir el rendimiento con el tiempo, a fin de impulsar
un proceso de diferenciación (Cremonini et al ., 2017). Una vez más, se
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TRAN SFORMANDO L A EXCELENC IA EN LAINV ESTIGACIÓN
construyó implícitamente un concepto de excelencia. Funciona exac-
tamente como el SNI mexicano, definiendo quién es excelente y por
qué; es decir, el lugar de excelencia y cómo alcanzarlo. La irr upción
de los rankin gs universitarios a principios de la déc ada de 2000 desató
lo que Hazelkorn (2007) denominó una “obsesión de gladiadores”
con el lugar ocupado por universidades nacionales en los rankin gs. En
Alemania, siguiendo su pobre rendimiento en el ranking de Shanghai
2003, la Iniciativa de Excelencia se implementó con el objetivo
explícito de introducir u na mayor diferenciación en el sistema univer-
sitario para lograr un mejor rendimiento investigador (Cremonini et
al., 2017). En Francia, se puede observar una tendencia similar y, por
razones similares, rompiendo una larga tradición de trato igualitario
de financiación de universidades mediante el fomento de un grupo
más pequeño de universidades “que se centran en excelencia, han
modernizado la gober nanza y son altamente productivos” (Hazelkor n
y Ryan, 2013:90).
El impulso actual por la excelencia puede verse como una forma,
históricamente situada, de eludir los límites que las anteriores formas
de evaluar el valor del trabajo académico tuvieron para seleccio-
nar un menor número de académicos, departamentos académicos y
universidades. Llegar a ser excelente tiene importantes consecuencias
económicas. La pertenencia a l SNI mexicano puede implicar una boni-
ficación superior al 50 % del salario total de un profesor universitario.
Destacarse en el Ejercicio de Evaluación de la Investigación (R AE), en
el caso del Reino Unido, implicó ayudar a la universidad a subir en los
ranking s; esto tiene consecuencias inmediatas en cuanto al número de
estudiantes —especialmente, extranjeros— que llegan a la univer-
sidad, y cuyas tasas cubren alrededor del 50 % del presupuesto de la
institución. Estas obser vaciones apuntan a la necesidad de conside-
rar el impulso por la excelencia en contexto, las razones por las que
apareció y algunas de las razones por las que perdura. Esto ayuda a
desnaturalizar e impulsar la excelencia —especialmente, en países de
ingresos bajos y medios (PIBM)— como la forma correcta de lograr
capacidades para crear y uti lizar la mejor ciencia posible para los obje-
tivos de desarrollo.
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