Agradecimientos
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agradecimientos
Esta obra constituye, como todo largo esfuerzo de pensamiento y escritura,
un ejercicio de introspección, pero no podría haberse iniciado ni desarrollado
sin el tributo y el acompañamiento de múltiples voces, lejanas y cercanas en el
tiempo, a las que debo mi sincera gratitud. En verdad, son tantas que la lista
no acabaría nunca, de modo que asumo el riesgo de la omisión y nombro solo
algunas que vienen a mi mente con prontitud.
La Universidad Externado de Colombia ha sido mi casa desde hace más
de treinta años. Allí me he sentido siempre acogida y apreciada. Entre muchos
beneficios que me ha dado, auspició los estudios doctorales que culminan con
este trabajo, no solo en lo económico, sino también en lo emocional, pues he
gozado del cálido acompañamiento y estímulo de sus directivos –entre ellos
mi antiguo profesor y querido rector Juan Carlos Henao Pérez– y de tantos
miembros de la comunidad académica que convoca.
Mi recordado Maestro Fernando Hinestrosa sembró en mí el interés por
el estudio de la responsabilidad civil. Me impulsó, además, para descubrir y
ejercer mi más clara vocación, la docencia y la investigación. Sus textos y sus
palabras, a los que siempre vuelvo, son una luz constante en el cumplimiento
de mis tareas y, más que en cualquiera de ellas, lo fueron en la construcción
de este texto. Solo lamento que mi lentitud haya impedido que él lo hubiera
conocido.
Mis estudiantes, jóvenes y mayores, con sus agudas inquietudes, contri-
buyeron decididamente a perfeccionar mis elaboraciones. Algunos incluso
compartieron mi entusiasmo por la equidad y me enviaron todo aquello que
encontraron y consideraron per tinente en el desarrollo de sus propias activi-
dades de investigación. Son actores esenciales de mi quehacer cotidiano y la
relación de mutuo aprendizaje que tengo con ellos me llena de satisfacción.
El doctor José Luis Benavides Russi, como director de la tesis doctoral que
se recoge en esta obra, siguió paso a paso su elaboración y formuló sobre ella,
desde su inicio hasta su conclusión, sugerencias esenciales. Fue, sin duda, mi
principal oyente y, con su inteligencia y serenidad, enriqueció muchas de mis
reflexiones con la suya propia.
El doctor Felipe Navia Arroyo, quien también contribuyó en la dirección
de la tesis, me dio su consejo y apoyo permanente; su confianza en mí, su con-
sideración por mi trabajo y sus palabras de estímulo constituyeron un inva-
luable sostén para no perder el compás en el extenso período de investigación
y redacción del texto.
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