La anomia y los estudios literarios - La anomia en la novela de crímenes en Colombia - Libros y Revistas - VLEX 857239771

La anomia y los estudios literarios

AutorGustavo Forero Quintero
Cargo del AutorDoctor Cum Laude en Literatura Española e Hispanoamericana por la Universidad de Salamanca, por un estudio sobre el símbolo del espejo en la novela histórica de Germán Espinosa, y Magíster en Études Romanes de la Universidad de la Sorbona (París IV)
Páginas31-121
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Primera parte
LA ANOMIA Y LOS ESTUDIOS LITERARIOS
la teoría de la anomia: del optimismo al pesimismo
sociológico
“El anarquista, el esteta, el místico, el socialista, el
revolucionario, si no desesperan del porvenir, coinciden al
menos con el pesimista en un mismo sentimiento de odio y
de hastío por todo lo que existe, en una misma necesidad de
destruir lo real y escapar de él” (Durkheim, El suicidio 414)
Aunque Heródoto de Halicarnaso (484-406 a. C.) habló de anomia desde los
puntos de vista colectivo e individual,1 Jenofonte (399 a. C.) mencionó el con-
cepto ανοµια (anomia) al hablar de “situaciones de ilegalidad, de evasión o
de desprecio de la ley” (Gallino 33), y en la Edad Media se aludió a quienes no
tenían “ni Dios ni ley” como aquellos que “no viven bajo la ley de Moisés”,2
solo en el siglo xix, con el surgimiento de la sociología como ciencia, se cons-
tituyó una forma de explicar hechos sociales y, en particular, el crimen a partir
de la anomia. En Francia y Estados Unidos, Jean Marie Guyau (1854-1888),
Émile Durkheim (1858-1917) y Robert K. Merton (1919-2003) plantearon las
bases modernas para entender este concepto como modelo analítico, con va-
1 Este autor utilizó el término en su historia de las guerras médicas entre griegos y persas en Los
nueve libros de historia (siglo v a. C). Traducción de P. Bartolomé Pou, s. j. (1727-1802).
2 “Por otra parte, para ganar a los que no viven bajo la ley de Moisés, me he vuelto como uno
de ellos, aunque realmente estoy sujeto a la ley de Dios, ya que estoy bajo la ley de Cristo” (La
Biblia 1 Cor 9. 21). Julio Ortiz Márquez, escritor colombiano, ha escrito una novela sobre
esta forma de anomia: Tierra sin Dios (México: Edimex, 1954).
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Gustavo Forero Quintero
riaciones sustanciales aún sensibles en la actualidad. Los primeros hacen una
crítica al imperativo moral del kantismo y a conceptos como poder y deber del
utilitarismo de John Stuart Mill o Jean-Gustave Courcelle-Seneuil, mientras el
tercero se propone redefinir la anomia desde un punto de vista funcional, en
el que la tensión entre la estructura normativa y los diferentes grupos sociales
explica el concepto (especialmente desde su teoría de las funciones manifiestas
y latentes, derivada, entre otros, de los postulados de Sorokin y Lazarsfeld).
Esta metodología de la anomia se ha expandido y proliferado en la biblio-
grafía occidental, sobre todo durante los años 1950 y 1975, con la referencia
epistemológica de un orden establecido con base en la ley positiva y la san-
ción.3 Desde autores consolidados, como Ralf Dahrendorf (1929-2009), uno
de los fundadores de la teoría del conflicto social; Robert Dubin (¿1923?),
que desarrolla la teoría de Merton en torno a los diferentes modos de adapta-
ción del individuo; Talcott Parsons (1902-1979), que indaga en los correlatos
psicológicos que sugiere Durkheim en su tesis de la confusión moral; Richard
Cloward (1926-2001), que investiga los medios ilegítimos y las estructuras
de oportunidad en la sociedad contemporánea; Albert K. Cohen (1918), que
profundiza su estudio en torno a los procesos sociales interactivos; Antony
Giddens (1938), precursor de la teoría de la estructuración, que establece la
relación interdependiente entre el agente y la sociedad; Jean Ziegler (1934),
estudioso del comportamiento mafioso ligado al narcotráfico (específicamente
en la sociedad rusa contemporánea, que se puede asimilar al caso colombia-
no); Bernard Lacroix, Philippe Besnard y Hans Peter Müller, que han anali-
zado la relación entre las pautas de Durkheim y la política, entre otros puntos
esenciales; hasta autores más recientes como Irene Martínez Sahuquillo, que
estudia la anomia en relación con el extrañamiento y desarraigo en la literatu-
ra, incluido el del escritor; Jordi Riba, que recobra la tesis de Guyau en torno
a la concepción individualista de la moral, Juan Carlos Castillo Montenegro
y David Sulmont, que estudian la anomia en Latinoamérica como fruto de la
debilidad del Estado; Lidia Girola, que habla de la anomia como un sinónimo
de libertad individual o como producto de la depresión, el vacío o el estrés
inherente a la vida en las grandes ciudades; Carlos S. Nino, que habla de la
relación existente entre la anomia, la conducta criminal, la justicia y la moral
3 Peter Waldmann considera que, después de periodos de éxito o de rechazo de este concepto,
de su confiabilidad o difusión, la anomia supone todavía un método para los estudios sociales,
a pesar incluso de planteamientos como los de Hans Peter Müller, que califican la teoría de
la anomia como conservadora. La confianza en un orden legal establecido como punto de
referencia para la anomia determina este carácter. No obstante, desde Durkheim se habla de
pautas de conducta reconocidas por un conglomerado humano como principios generales
de convivencia.
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La anomia en la novela de crímenes en Colombia
social desde el supuesto mismo de la moralidad; Eduardo Fidanza, que su-
giere un tipo de anomia que se “contagia” desde la clase dirigente de un país;
y, en particular, en Colombia, Édison Neira Palacio, que analiza el concepto
en función del desarrollo de la ciudad colombiana; Rodrigo Parra Sandoval,
que analiza la anomia del campesinado en el Valle del Cauca; Orlando Fals
Borda, que hasta cierto punto presenta una visión optimista de la anomia de-
rivada del narcotráfico;4 Jaime Eduardo Jaramillo, con sus estudios sobre la
violencia en Colombia;5 Diego Younes Morano, que estudia la anomia en una
población carcelaria de la Penitenciaría Central de Colombia (“La Picota”);
Víctor Reyes Morris, que analiza la evolución de la perspectiva de Merton; pero
principalmente Dixon Moya Acosta, que estudia la relación entre la anomia y
el narcotráfico (aplicando el concepto al “caso antioqueño”), y Juan Camilo
Rave Pareja, que establece la relación entre la anomia y la obra de Kafka (co-
mo se señala a menudo en este trabajo).6 Este panorama permea el presente
estudio, que toma como bases algunas consideraciones generales de la teoría
y, esporádicamente, atiende a otras peculiares en los apartes que se consideran
pertinentes.
4 “Lo sacro y lo violento: Aspectos problemáticos del desarrollo en Colombia”, publicado en
La Nueva Prensa 131, el 6 de abril de 1965.
5 Particularmente Jaime Eduardo Jaramillo et al. Estado, sociedad y campesinos. Bogotá: Tercer
Mundo Editores, 1988.
6 Otros análisis relacionados con la anomia serían los estudios desarrollados por la “Social
Desorganización Theory” de la escuela de Chicago (de Thomas y Znaniecki [1920], The
Polish Peasant [1927]) sobre la situación anómica de las familias migrantes de Polonia a los
Estados Unidos, y Clifford Shaw y Henry Mckay (1942) sobre delincuencia juvenil. Asimis-
mo, pueden mencionarse los estudios de Elton Mayo (The Human Problems of an Industrial
Civilization, de 1933), Harry M. Johnson (Sociology: A Systematic Introduction [1961]), Faris
y Duhnan (1967) —sobre desórdenes mentales—, y los de Edwin H. Sutherland (Principles
of Criminology y White Collar Crime, además de su trabajo como editor de The Professional
Thief), de la escuela de la transmisión cultural, que profundizan en el carácter individual de
la anomia y desarrollan la perspectiva de Merton. Finalmente, entre otros, están R. MacIver
(Social Causation, de 1942), David Riesman (que ha realizado estudios interdisciplinarios como
Individualism Reconsidered and Other Essays, de 1954), Richard A. Cloward, que influyó la
denominada Strain Theory (Regulating the Poor: The Functions of Public Welfare [Pantheon,
1971], Poor People’s Movements: Why they Succeed, How they Fail [Pantheon, 1977] y “Ille-
gitimate Means, Anomie, and Deviant Behavior” [American Sociological Review, vol. 24, n.º 2,
Apr. 1959: 164-176]); Sebastian de Grazia (The Political Community), Clifford R. Shaw (The
lack-Roller, Chicago, The Natural History of a Delinquent Career, Delinquency Areas) y Henry
McKay (que escribió, junto con Shaw, Juvenile Delinquency and Urban Areas). Kai T. Erikson
(“Notas sobre la sociología de la desviación”) y John I. Kitsuse (“Reacción de la sociedad ante
la conducta desviada”, en Rosa de Olmo. Estigmatización y conducta desviada. Universidad de
Zulia-Centro de Investigaciones Criminológicas. Facultad de Derecho. Maracaibo: 1979).

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