Introducción - La anomia en la novela de crímenes en Colombia - Libros y Revistas - VLEX 857239770

Introducción

AutorGustavo Forero Quintero
Cargo del AutorDoctor Cum Laude en Literatura Española e Hispanoamericana por la Universidad de Salamanca, por un estudio sobre el símbolo del espejo en la novela histórica de Germán Espinosa, y Magíster en Études Romanes de la Universidad de la Sorbona (París IV)
Páginas13-30
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INTRODUCCIÓN
La anomia, entendida como la situación moral que vive un personaje o un
grupo social como consecuencia de una más o menos generalizada carencia
o degradación de normas sociales,1 caracteriza a buena parte de las novelas
publicadas en los años 1990-2005 en Colombia, que se denominarán en este
estudio, y bajo esa metodología, novelas de crímenes. Esta clase de novela gira
alrededor del crimen y pone en entredicho la clásica relación causal que definía
el género policiaco o negro en función de la sanción de un aparato normativo
del Estado como resolución épica.
En La novela policíaca en Colombia (2001), Hubert Pöppel toma como
sinónimos “novela negra” y “novela policiaca” —lo que en primera instancia
puede simplificar su comprensión—, y propone un esquema analítico del gé-
nero que va desde la novela detectivesca, o de enigma, hasta la novela criminal,
o de crimen, pasando por el hard boiled detectivesco, el hard-boiled thriller y
el thriller/novela de espionaje.2 En particular, ubica la “novela criminal o de
1 En un primer momento, se adaptan así al objeto estudiado las acepciones del Diccionario de
la lengua española que señalan que la anomia es “1. f. Ausencia de ley. 2. f. Psicol. y Sociol.
Conjunto de situaciones que derivan de la carencia de normas sociales o de su degradación”.
Estas acepciones de la anomia se enriquecen, sin embargo, con las pautas teóricas que se se-
ñalan en el curso de este trabajo, y con hechos jurídicos nacionales tales como la proliferación
normativa como otra modalidad de anomia: desde la Constitución Política de Colombia de
1991 (con 381 artículos) hasta agosto de 2010 se promulgaron 1243 leyes, y en ese año unos
3290 decretos del Ejecutivo, como denuncia Tulio Elí Chinchilla (“Anomia” párr. 1).
2 Desde su punto de vista, cada una de estas clasificaciones se actualiza en las obras mismas, pues
a renglón seguido advierte: “en el transcurso del trabajo se ampliará o romperá el esquema
cada vez que los elementos obtenidos por el análisis de la obra específica hagan necesaria la
utilización de modelos explicativos más complejos” (25-26), y señala, con respecto a la ausencia
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Gustavo Forero Quintero
crimen” dentro de la novela negra, o novela policiaca. Este “tipo de narración
[…] —señala— se había separado a lo largo del siglo xix del género negro […]
Paulatinamente, sin embargo, volvió a tener conexión con el complejo novela
negra/novela policíaca” (13). Se caracteriza, según Pöppel, porque describe “los
preparativos, la consumación y las consecuencias [de un crimen], observad[o]s
desde el punto de vista del criminal” (13),3 y se estructura a partir de una “his-
toria”, es decir, de la “sucesión cronológica y lógica de los acontecimientos que
llevaron al asesinato” en una relación de efectos y causas (23). Este tipo de no-
vela, continúa el crítico alemán, es “abierta”, porque contiene elementos ajenos
al plot,4 por ejemplo (24); tiene como protagonista a un antihéroe, criminal;
es de Action (con partes narrativas de las novelas que cuentan crímenes, en la
terminología de Schulz-Buschhaus [Formen und Ideologien des Kriminalromans
1-5]) y tematiza un “desorden” fundamental (Pöppel 26). Con estas pautas,
Pöppel realiza un recorrido histórico de la novela colombiana a partir del siglo
xix que inicia con lo que él denomina “la prehistoria del género”, y continúa
con un primer análisis sobre la recepción del género en Colombia, los textos
fundacionales del siglo xx de este tipo de novela, los elementos del género en
la obra de Gabriel García Márquez, un estudio de las llamadas novela de la Vio-
lencia y novela policiaca histórica,5 para llegar hasta los textos metaficcionales (en
los que incluye El capítulo de Ferneli [1992], de Hugo Chaparro Valderrama,
analizado aquí) y algunos textos que podrían configurar un subgénero como el
espionaje.6 Finalmente, Pöppel aborda el estudio del sicario en la novela de la
“nueva violencia”7 y, en lo que denomina “perspectivas de la novela policiaca
de estudios sobre el género: “sorprende la casi ausencia de una discusión crítica-periodística
y también investigativa-universitaria [sobre este tipo de novela]. Al parecer, los intelectuales
colombianos siguen leyendo novelas policíacas —o por lo menos no las rechazan directamen-
te—, de vez en cuando hablan de ello, pero muy raras veces escriben sobre el género negro”
(64).
3 De manera similar, Tony Hilfer analiza la estructura y los tipos de la crime novel a partir de la
culpa en el caso de la novela anglosajona (1990). Una perspectiva semejante se abordó en mi
artículo “La culpa en la novela histórica de Germán Espinosa” (2008).
4 Es decir, al esquema narrativo de la novela, la secuencia de hechos que construyen la historia
frente al lector. También se le conoce como storyline.
5 Con ensayos relativos a El informe Galves (1992), de Roberto Rubiano Vargas; Volver a Exantú:
Tras los misterios de un país enigma (1995), de Jorge C. Rivera; Pritaneum (1981), de Ricardo
Cano Gaviria; Los ojos del basilisco, de Germán Espinosa, y La otra selva (1991), de Boris
Salazar, que se abordan a partir de la teoría de la acción comunicativa de Jürgen Habermas.
6 Con novelas como 008 contra Sancocho (1970), de Hernán Hoyos; Memorias póstumas del
agente secreto Ramírez, funcionario del das, recopiladas y anotadas por Élmer Sánchez, su peor
enemigo (1974), de Roberto Araújo, y Deborah Kruel (1990), de Ramón Illán Bacca.
7 Con el análisis de Besa mi tumba (1990), de Javier Echeverri Restrepo, Trancón sobre el asfalto

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