Un buen negocio: El lenguaje y el deber de información - Una mirada jurídica a los cuentos de los hermanos Grimm - Segunda Parte - Libros y Revistas - VLEX 972352897

Un buen negocio: El lenguaje y el deber de información

AutorAlejandro Gaviria Cardona/Johanna Zapata González
Cargo del AutorAbogado (Universidad de Medellín)/Abogada
Páginas280-308
“—Aguarda —dijo el Rey—, te pagaré de otro modo.
Márchate ahora y vuelve dentro de tres días; te van a dar quinientos
bien cont ado s”.
Jacob Grimm y Wilhelm Grimm, “Un buen negocio”,
en: Todos los cuentos de los hermanos Gri mm, Lelibros,
edición digital, p. 43.
EL CUENTO
El cuento comienza con un campesino que camina mientras cuenta
el dinero recibido producto de la venta de una vaca, pero el croar de
las ranas lo hace enojar debido a que, pese a que el precio de venta
fue de siete escudos, no dejan de repetir “¡cuak, cuak, cuak!”3, lo que
lo lleva a pensar que las ranas contaban su dinero, por lo que entabla
una “discusión” con estas.
Después de un tiempo compró otra vaca para sacrificarla y venderla
como carne, pero cuando se dirigía a la plaza de mercado se topó con
una jauría de perros, quienes ladraban “¡Vau, vau, vau!”4 y, debido a
que dichos perros pertenecían al carnicero, entendió que estos se
encargarían de venderla, por lo que les indicó que tenían tres días para
llevarle el dinero producido. Obviamente, los perros no aparecieron
pasado el tiempo fijado, por lo que el campesino se dirigió al carnicero
y le reclamó por lo acontecido, quien creyó que se trataba de una
burla, entró en cólera y, “echando mano de una escoba, lo despidió
a escobazos”5, lo que motivó al campesino a presentarse ante el rey
para exponerle lo acontecido en una audiencia real.
Una vez allí, la princesa estalló en risas al escuchar lo ocurrido y,
debido a que el rey le había prometido desposarla con aquel que fuese
capaz de hacerla reír, le ofreció su mano en matrimonio al campesino,
quien se negó por encontrarse ya casado. Esto hizo enojar al rey, quien
le manifestó que le pagaría de otra forma, por lo que le ordenó que
regresara en tres días para que le dieran “quinientos bien contados”6.
Cuando salió del palacio, el centinela de turno, al suponer que le
habían pagado bien por haber hecho reír a la princesa, le preguntó al
3 Grimm, Jacob y Grimm, Wilhelm. “Un buen negocio”, en: Todos los cuentos de
los hermanos Grimm, Lelibros, edición digital, p. 42.
4 Ibíd.
5 Ibíd., p. 43.
6 Ibíd.

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