El hombrecillo rejuvenecido: Una vez más sobre la autonomía - Una mirada jurídica a los cuentos de los hermanos Grimm - Segunda Parte - Libros y Revistas - VLEX 972352891

El hombrecillo rejuvenecido: Una vez más sobre la autonomía

AutorÉdgar Hernán Fuentes-Contreras
Cargo del AutorInvestigador Postdoctoral de la Universidad de Los Andes, Chile
Páginas86-128
“[…] El herrero, que había presenciado la operación, invitó a todos
a cenar. Pero tenía una suegra vieja, medio ciega y jorobada que,
dirigiéndose al nuevo jovenzuelo, le preguntó muy seriamente si le
había quemado mucho el fuego. Él contestó que en su vida se había
sentido tan a gusto; en medio de las llamas parecíale que se estaba
bailando en un refrescante rocío.
Aquellas palabras del joven resonaron durante toda la noche en
los oídos de la vieja. A la mañana siguiente, cuando Nuestro Señor se
hubo marchado, después de dar las gracias al herrero, éste pensó que
sabría también rejuvenecer a su suegra, pues había observado muy
atentamente todo el proceso de la operación de la víspera, aparte que la
cosa entraba en su oficio. Preguntóle, pues, si no le gustaría convertirse
en una muchachita de dieciocho abriles y poder saltar y corretear.
—¡Con toda el alma! —respondió la vieja, recordando lo bien que
lo pasara el nuevo jovenzuelo. Así, pues, el herrero encendió la fragua
y metió en ella a la mujer; pero ésta todo era retorcerse y lanzar gritos
desesperados. […]”.
jACoB Grimm y wilHelm Grimm, “El hombrecillo rejuvenecido”,
disponible en: https://bit .ly/3HK1GKK .
EL CUENTO
Narrativamente, el cuento se organiza en por lo menos dos
momentos: en el primero, destaca la presencia de Jesucristo y de San
Pedro2, quienes se alojan en una herrería, adonde entró una persona
mayor y enferma para pedir ayuda, lo que llevó a San Pedro a pedirle
a Jesús que curase a la persona para que pudiese ganar con su trabajo
su propio pan. Jesús accede a la petición y decidió rejuvenecer a la
persona, para lo cual debió meterla en una fragua del herrero, para
después introducirlo en agua, bendecirlo y conseguir que la persona
quedara ajena a la enfermedad y pareciese de 20 años.
El segundo de ellos se centra en la labor del herrero, que observó
las acciones anteriores y recibió a todos en su casa3 para cenar, lo que
permite conversaciones entre el hombre rejuvenecido con la suegra
del herrero, que contaba con diversas enfermedades derivadas de su
edad y que, después de la partida de Jesucristo, recibe el ofrecimiento
del herrero, la mañana siguiente, de hacerla joven, quien creyó conocer
el proceso por haber observado todo lo ocurrido con antelación entre
Jesucristo, San Pedro y el hombre rejuvenecido, sumado a su destreza en
la forja. Finalmente, mediado por la aceptación de la suegra, se inicia el
proceso de rejuvenecimiento, lo que desencadenó una escena rodeada de
gritos y dolor, que produjo que el herrero sacase a la mujer de la fragua,
habiéndose, además, despertado la familia, en específico a la esposa
del herrero y la nuera, quienes estaban embarazadas y dieron a luz esa
noche, aunque no precisamente a humanos, sino a una especie de monos
que corrieron hacia el bosque y dieron origen a la raza de los simios.
1. INTRODUCCIÓN
Quizás, como ninguna otra expresión artística, la literatura se hace
acreedora de una simpatía bastante significativa, que, por demás, suele
2 También estarán como personajes en otros cuentos, verbigracia, el cuento
81 Hermano alegre y el 82 El jugador.
3 Tanto a Jesús y San Pedro, como al hombre rejuvenecido. Además del herrero,
en la cena también aparecerán la esposa del herrero y su nuera.
88 Édgar Her nán Fuentes -Contrer as
estar derivada de la invitación que se hace al proceso creativo. En
efecto, los autores literarios suelen ser dueños de aquello que escriben,
pero no necesariamente de aquello que se interpreta. Situación que
da pie para que el lector no sea visto como un sujeto necesariamente
pasivo, sino como un receptor con un papel vital para darle continuidad
y extensión a la obra, para que la creación no se limite al punto final
que fue dado por el autor. Así, el lector no solo reinventa lo que el
escritor previamente ha inventado, sino que da vida y significado a
aquello que lee –aunque medien distancias geográficas, temporales
o lingüísticas–. Por ello, no parece extraño que el escritor argentino
Jorge Luis BorGes hubiese dicho que “la literatura no es otra cosa que
un sueño dirig ido4, solo que, por fortuna, no tiene un solo destino.
El lector, rodeado de sus circunstancias, experiencias, estados de
ánimos, conocimientos y percepciones, crea versiones y sentidos tan
inesperados como novedosos. En ese contexto, un capítulo aparte
merece, como pretende hacer el presente libro, la obra de los hermanos
Grimm. Más allá de la tecnificación y los enfoques, el lector más
desprevenido, una vez haya dejado pasar algún tiempo, con dificultad
llega a considerar que sus lecturas primigenias –tal vez en la infancia–
tengan el mismo destino o interpretación que una que realice en la
actualidad. De ahí el encanto que suscita el retorno a los cuentos de
los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm y, en especial, como sucederá
en las páginas subsiguientes, con el cuento El hombrec illo rejuven ecido
o El hombrecillo recié n forjado (Das jung geglühte Männlein).
Si bien un lugar común podría vincular a este cuento con la
importancia de “no hacer lo que no se sabe” –así se suponga saber–,
hay una amplia extensión de temas o enfoques con los que podría
realizarse un análisis que supere ese lugar inicial; y de todos ellos se ha
optado, intuitivamente, por la noción de autonomía que, controver tida
como puede serlo, y con su reflejo transversalmente lúcido en el
universo normativo –no solo jurídico–, ha tenido un “renacimiento”
en tiempos recientes, para solventar y dar respuesta a casos prácticos
con un componente bioético (no es, por ende, extraño que se haya
estrechado alrededor de la denominada autodeterminación).
4 montoto, Claudio César, “BorGes, Jorges Luis La literatura como sueño
dirigido”, Inti: Revista de literatura hispánica, núm. 49, 1999, pp. 39-45.

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