El capital a la luz de la reflexión teológica - Economía para el ser humano. Sentido y alma del capital - Libros y Revistas - VLEX 857251816

El capital a la luz de la reflexión teológica

AutorUlrich Hemel
Cargo del AutorCursó estudios de licenciatura en Filosofía, Teología, Economía y Ciencias Sociales en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma (Italia) donde se graduó summa cum laude y realizó su doctorado en Teoría de la Pedagogía de la Religión en la Universidad de Regensburg (Alemania)
Páginas173-193
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CAPÍTULO VI. EL CAPITAL
A LA LUZ DE LA REFLEXIÓN TEOLÓGICA
Conectar la reflexión teológica con cuestiones acerca de una
actividad económica que respete la dignidad humana, o simple-
mente acerca de la naturaleza particular del dinero, la riqueza
y el capital, necesita una justificación. Porque para muchas
personas que toman parte en la economía, la religión no suele
desempeñar ningún papel significativo en sus vidas. Y para
muchas personas religiosamente motivadas, el mundo de las
finanzas y del capital tiene un significado secundario, y tal vez
incluso hasta negativo.
Por otra parte, ha surgido un disciplina particular, la ética
social cristiana, que se ocupa de cuestiones acerca del orden
social y económico, y que, más allá de una teología moral o de
una teología ética con frecuencia individualista, ocupa hoy un
lugar obligado en los estudios de teología. Hay papas que han
escrito Encíclicas sociales, desde la Rerum novarum (León XIII
1891), pasando por la Quadragesimo Anno (Pío XII 1941) y Po-
pulorum Progressio (Pablo VI 1967), Centesimus Annus (Juan
Pablo II 1991), hasta Caritas in Veritate (Benedicto XVI 2009).
Estas encíclicas han tenido, en parte, una resonancia histó-
rica importante y justificada, porque plantearon debates muy
actuales, y pudieron impulsar el mejoramiento de las relaciones
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Ulrich Hemel
sociales y la implementación de la justicia. Así, por ejemplo, la
reivindicación de León XIII, del año 1891, de que el salario de
un obrero tenía que darle la posibilidad de sostener su familia,
sigue siendo muy actual.
Pensamientos fundamentales, como la concordancia entre
personalidad, solidaridad y subsidiariedad, enriquecieron los
debates sociopolíticos, e influyeron en el pensamiento de políti-
cos y economistas de renombre y muy influyentes (P. Klagsvogt,
A. Fisch 2010).
Hoy, cuando los impulsos políticos son mediados por los
partidos, esta tradición va siendo poco a poco desplazada. Por-
que, por una parte, en lo fundamental no suele presentarse aquí
ningún desacuerdo: todos concordarán en que la personalidad
forma parte de la actividad económica, que esta debe beneficiar
a los seres humanos, y que el salario de un obrero debe servirle
para llevar una vida digna.
Y, de igual manera, todos aceptarán que se haga manifiesta
la solidaridad en la legislación de un Estado de bienestar, aun-
que haya que estar siempre tratando de mantener el equilibrio
entre la responsabilidad personal y los servicios que presta la
comunidad.
Y es también claro que los subsidios solo deben darse a
quienes no están en condiciones de defenderse por sí mismos.
Ahora bien, la configuración política demanda, además, un
sentido por los detalles. Y qué sea lo justo, cuando se trata de
detalles (por ejemplo, ¿debe fijarse un salario mínimo?, y en
caso afirmativo, ¿de qué monto?), es precisamente lo que dife-
rencia claramente a los partidos políticos en cada caso. De ahí
que tenga sentido y resulte esencial apelar a principios de ética
social como punto de referencia, pero, por lo general, ello no
sea suficiente para fundamentar el accionar político.
La discusión sobre la ética social como forma de impulsar las
maneras de configurar la política es una cosa. Pero, en sentido
estricto, la reflexión teológica acerca de la economía nos traslada
a mundos conceptuales diferentes. Y estos tienen su sentido,
ya sea que alguien se considere una persona creyente, ya sea

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