Capítulo 4. Honor y castigo en España a finales del siglo xviii
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Honor y castigo en España a finales
del siglo
Como en el caso de México ya presentado, este capítulo sobre España
comienza también con el relato de un crimen específico para mostrar varios
aspectos de la historia social de los homicidios conyugales. Uno de esos
aspectos es el fenómeno de las mujeres que mataban a sus maridos para ser
libres y comenzar una nueva vida con sus amantes. Como los ejemplos de
este capítulo dejan claro, las mujeres infieles no eran siempre las víctimas
primarias de los homicidios conyugales; con frecuencia, eran las agresoras.
Este hecho tiene implicaciones historiográficas revisionistas, en especia l con
respecto a los códigos de honor que, según los estereotipos del Siglo de Oro,
prescribían que los hombres mataran a sus esposas o a otras familiares que
ultrajaran su reputación o la reputación de la familia.
En el primero de los incidentes que examinaremos, la infidelidad de una
esposa culmina en el homicidio de su marido. Si juzgamos a partir de este
caso y otros parecidos, la estrategia de vengar el honor masculino matando
a las mujeres deshonrosas y sus amantes fue rara en la práctica. En con-
tra de la creencia generalizada, los maridos que mataban a sus esposas y
los amantes de estas para vengar el honor personal y familiar no fueron la
regla. De hecho, las esposas eran a menudo las que cometían los crímenes,
ayudadas por sus amantes. Aunque sin duda unos pocos maridos adúlteros
cometían esa clase de crímenes, las mujeres estaban má s dispuestas a matar
a sus maridos para poner fin a sus matrimonios y ser libres de hacer lo que
quisieran. Los ejemplos posteriores proporcionan una visión sintética de las
costumbres, el sistema judicial, los crímenes y los criminales, y los medios
de castigo en España.
La cuestión del castigo, que es un aspecto revelador de la discusión más
general, se trata después con mayor detalle. La explicación dada en e ste capí-
tulo presenta algunas ideas e specíficas sobre el castigo y la jerarquía social, en
especial sobre el hecho de que los criminales que pertenecieran a l a nobleza,
incluso a la más baja, continuaban recibiendo un trato diferenciado en los
procesos judiciales y en las sentencias, de forma simbólica y de otra s maneras
(por ejemplo, se les eximía de la tortura judicial y de atarles las manos; de ser
obligados a montar animales de carga o ser arrast rados por las calles, como
sí les pasaba a los criminales comunes o los criminales de las colonias; y se
les daba la oportunidad de una muerte más rápida o permiso para decorar
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