Capítulo III: La historia de un muelle
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CURIOSIDADES LEGALES. ASPECTOS DE LA VIDA JUDICIAL DE LOS ESTADOS UNIDOS
CAPÍTULO III
LA HISTORIA DE UN MUELLE
En octubre de 18 82, cuando solo hacía cuatro meses que era abogado tuve la
satisfacción de que un hombre de negocios que explotaba el hielo del curso supe-
rior del río Hudson, me confiara la tarea de ex aminar el título de propiedad que
poseía sobre una franja costanera que abarcaba la mitad del muelle 53, en el East
River, y 30 metros de las def ensas colindantes hacia el sur . L a ma yoría de los
abogados de aquel tiempo carecíamos de práctica en la técnica del examen de títulos
de propiedad, por lo que todo ello, para mí, era «terra incognita». No obstante, al
igual que muchos otros hombres, yo era, según dice Platón «de lo más ignorante,
pero audaz en extremo». Supuse que se trataba de un título de propiedad inmueble,
pero pronto descubrí que las propiedades costeras en la ciudad de Nueva York
tenían muy poco en común con los bienes raíces, ya que su usufructo dependía de
variadas circunstancias, en vez de ser un derecho natural derivado de la leg ítima
posesión. El adquirente solo tenía derecho a ocupar la mitad de la s uperficie del
muelle y cobrar muellaje de un solo lado, sobre la mitad del extremo y a lo largo
de las defensas. Pero, la tierra sumergida sobre la cual estaba construida la estruc-
tura, pertenecía a la cuidad de Nueva York, ya que era par te de la faja ex terior de
tierras bajo agua, de 120 metros de ancho, que le fue otorgada por la «Montgomery
Charter» de 1730 . El usufr ucto del muellaj e fue varia s veces regul ado por ordenan-
zas del Concejo Municipal y, en algunas ocasiones, por decretos de más peso ema-
nados del gobierno de los Estados Unidos, según lo requerido por los intereses de
la navegación.
El muelle tenía 21 metros de ancho y empezaba en la South Street, abierta por
ordenanza del Concejo Municipa l en el año 1796. Pero el primer muelle había sido
construido en ese sitio antes de abrirse la calle mencionada. El título que autorizaba
su uso por un propietario particular había sido otorgado po r la Junta de «Assistant
Aldermen», en 1849, que decidió la ampliación del muelle primitivo e invitó a los
propietarios de los lotes vecinos a pagar proporcionalmente los dos tercios de los
gastos, quedando el saldo a cargo de la Ciudad. El pago de esos gastos, por parte
del propietario del lote de tierra firme, le daba derechos perpetuos, a él y a sus
cesionarios, de cobrar muell aje so bre la mit ad occ idental del embarcadero y las
defensas adyacentes. El título de propiedad así ad quirido res ultó anómalo y dio
origen a nuevas doctrinas y jurisprudencias, relacionadas con los títulos de propie-
dad de muelles y defensas situados alrededor de la ciudad. Pocos de los abogados
de entonces conocían esta literatura y aun en el bufete del abogado de la Municipa-
lidad había solo uno o dos especialistas en la materia.
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