Conclusiones - Tierra y género. Dilemas y obstáculos en los procesos de negociación de la política de tierras en Colombia - Libros y Revistas - VLEX 851268944

Conclusiones

AutorMaría Fernanda Sañudo Pazos
Páginas165-169
El surgimiento de los agentes sociales es un a cuestión que debe ser pensada como
el producto directo de la configuración histórica de la estructura de la tenencia de
la tierra, en la que estos van ocupando un lugar diferenciado. Tal cuestión ha sido
determinante en el tipo de capitales a los que acceden y, por ende, de las posibilidades
que tienen de posicionarse en el campo donde se negocian los aspectos concernientes
a la propiedad de la tierra y además en el logro de sus objetivos.
A lo anterior hay que agregar que tanto el acceso a los capitales (ec onómico, político,
social, cultural y si mbólico) como las posibilidades de participar y ganar en los á mbitos
de la negociación depende de cómo los agentes han sido “configurados”. En el marco
de esta lógica, la realidad, los cuerpos, los objetos, las subjetividades, las maneras de
interpretar y actuar sobre el mundo provienen de “esquemas inconscientes de percep-
ción y de apreciación”, que, bajo la impronta de “las estructuras históricas del orden
masculino”, se han incorporado en la subjetividad y en la materialida d de los cuerpos.
Mediante las comprensiones y explicaciones del mundo que se acuñan bajo esta
lógica, los sujetos y la sociedad producen y organizan la rea lidad como una estructura
en la que se opone lo masculino a lo femenino, y en la que el primero, por lo general,
ocupa el lugar privilegiado. Tal oposición, claramente, media en la valoración de
hombres y mujeres y, por ende, en sus posibilidades de ser reconocidos como sujetos
de reforma agraria.
En este sentido, tanto el campo de la significación como el de la acción se en-
cuentran mediados por la oposición diferencial, que conlleva una naturalización
de la relación entre dominador y dominado. Así, las representaciones de género se
constituyen, no solo en el producto de tal división, sino en una manera de, a través
de su circulación, naturalizar la diferencia y lo que de esta se desprende.
Esta cuestión supone que las mujeres campesinas, en general, han tenido menos
posibilidades de acceder a capitales, porque se las d ispone a ser campesinas (sumemos
la lógica androcéntrica con el hacer parte de una clase social —el campesinado
que en general ha ocupado una posición marginal en la estructura de la tenencia de
la tierra) y, por ende, han tenido menores posibilidades de ubicar sus intereses en el
plano de la negociación.
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