Las representaciones de género y su mediación en la negociación de la Ley de Reforma Agraria 30 de 1988 - Tierra y género. Dilemas y obstáculos en los procesos de negociación de la política de tierras en Colombia - Libros y Revistas - VLEX 851268942

Las representaciones de género y su mediación en la negociación de la Ley de Reforma Agraria 30 de 1988

AutorMaría Fernanda Sañudo Pazos
Páginas89-124
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gén ero y m ujer es :
un e spacio e n la polí tic a y en l a mov il iza ción s oci al
La política para la mujer campesina de 1984
Una de las innovaciones de la segunda fase del
dRi
fue el diseño y puesta en marcha
de una serie de estrategias dirigidas a mejorar la situación de las mujeres campesinas
(
dnP
, 1984), entre las cuales estaba la política para la mujer campesina de 1984.
Siguiendo a Moser (1998), este tipo de planes se trazan e implementan con fuer-
za durante la década de los ochenta en los países de América Latina. Su principal
objetivo fue reconocer y potenciar el papel que las mujeres desempeñan en el ámbito
productivo, en especial, en la producción de alimentos1. Desde la perspectiva de León
(2006), la ubicación de este interés a nivel de la región se debe a la toma de conciencia
sobre la situación de inequidad que experimentan las mujeres campesinas. Además,
el Fondo de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (
FAO
) y la
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (
cEPAL
) plantearon que era
urgente incorporar a las mujeres en la planificación del desar rollo rural y en las accio-
nes concretas del Estado para dinamizar la economía de este sector (Sañudo, 2011).
En palabras de Calatrava (2002), otro factor que fue clave para el desarrollo de
acciones institucionales en los niveles nacionales está relacionado con los avances
internacionales durante la Década de la Mujer (1975-1985). En las conferencias mun-
diales sobre las mujeres y los planes de acción que se originaron en esos encuentros,
se instó a los Estados a tomar medidas para el logro de la igualdad entre hombres y
mujeres, eliminar cualquier forma de discriminación, garantiza r sus derechos civiles
1 Tal como se precisó en el anterior ca pítulo, la potenciación de la pa rticipación de ca mpesinos y
campesina s en la producción de alimentos f ue una estrategia de l programa
dRi
. El varón campe sino
fue el sujeto privile giado de los proyectos ligados al
dRi
en su primera etapa. L as mujeres solo son
contempladas en la déc ada de los ochenta y, en específico, en la segu nda apuesta del
dRi
.
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María Fernanda Sañudo Pazos
y un acceso igualitario a los bienes y servicios, además de promover activamente la
participación de las mujeres en lo público.
Suárez señala que, en Colombia, la formulación de la política de mujer campesina se
debe principalmente a la conjunción de tres factores. En primer lugar, a la generación
de datos sobre la dinámica del sector rur al, los cuales revelaron, por ejemplo, la impor-
tancia de la mano de obra familiar como fundamento de las economías campesinas,
el papel de las mujeres rurales en las unidades de producción y en la agroindustria
y el aporte de las actividades desarrolladas por ellas al
Pib
nacional2. En segundo
lugar, la presencia de mujeres feministas en el plano gubernamental posibilitó el
posicionamiento de dicha temática como eje del diseño de políticas públicas para
el sector rural3. En tercer lugar, la formulación y despliegue de medidas en el plano
nacional, a través de las cuales se buscó la viabilización de las recomendaciones de
los organismos internacionales para la promoción de la mujer como un agente clave
en el desarrollo rural4, sobre todo de aquellas em itidas por la
FAO
, la
cEPAL
y el Fondo
de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer
(UniFEM)
.
El
cOnPE s
5 2109 formaliza la Política para la Mujer Campesina en Colombia,
que apuntaba a:
Modificar la s condiciones de la participación económica y social de l as mujeres
campesinas de t al manera que se asegurara la mayor eficiencia en sus labores
productivas, el incremento de la oferta de a limentos y el mejoramiento de la
calidad de vid a de ella y su familia. (Meertens, 20 00, p. 85)
2 “Los resultados d e diversos estud ios a comienzos de los oc hentas y auspiciados por e l Ministerio
de Agricultu ra, así como la s evaluaciones re alizada s a los programa s implementados por el
icA
,
el
incOR A
y la Federación de Cafe teros, según la s cuales era evidente que las mujeres, en un a lto
porcentaje, eran la s principales productoras de a limentos para el autoconsumo y pa ra los mercados
locales” (Ospi na, 1998, p. 60).
3 Suárez revela c ómo durante esta épo ca la presencia de mujeres u rbanas, femi nistas, form adas en
disciplinas re lativas a lo agrario y rur al y quienes habían establecido u na estrecha relación con las
mujeres campesin as del país en cargos de decisión c oadyuvó al posicionamiento del género como
eje transvers al de las accione s estatales y a l fortalec imiento de las mujeres ca mpesinas como u n
actor funda mental, cuya participación act iva comienza a incidir en la formula ción de las políticas
para su atención.
4
FAO
y
cEPAL
emiten una serie de recome ndaciones a los estados de la región para que se i ncorpore
el enfoque de género en los proce sos de desarrollo rura l. Esto se entiende como una estr ategia para
promover la igualda d entre hombres y mujeres.
5 Estos documentos son em itidos por el Departamento Nacional de Pla neación, en concreto por el
Consejo de Política Económic a y Social. Su finalidad e s la de establecer las direct rices para que la
institucional idad pública diseñe políticas , planes, programas y proyecto s.
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El
cOnPEs
propone los siguientes objetivos:
i) garantizar el acceso de la s mujeres a los recursos productivos; ii) asegurar
su intervención en proyectos generadores de ingresos y empleo; iii) impulsa r
su participación en la vida política del país; iv) superar los índices de ana lfa-
betismo de esta población; v) mejorar las condiciones de trabajo doméstico;
vi) elevar los niveles nutriciona les de las mujeres campesinas y sus familias.
(Ospina, 1998, p. 61)
Estos se operativizaron a través de dos estrategias que se articulan al programa
Mujer Campesina. La primera estrategia buscó adecuar los instrumentos de política
agropecuaria con el fin de aba rcar a la población femenina productora de alimentos.
En esta se especificaron las siguientes acciones: promoción del acceso a créditos, la
conformación de cooperativas de productoras y su vinculación a cana les de comerciali-
zación y mercadeo, el acceso a asistencia técnica y a la oferta de tecnologías adecu adas
para hacer eficiente la producción y, por último, el mejoramiento de la vivienda rural.
La segunda estrategia persiguió “intensificar acciones de tipo social, con la idea
de desarrollar un contexto más favorable y equitativo para las mujeres”, en el plano
comunitario, en el familiar y en el productivo (Ospina, 1998, p. 62).
La política de mujer campesina, si bien fue un logro para el reconocimiento de
los derechos de las mujeres de este sector, no abordó los condicionamientos sociales
y culturales que ellas enfrentan cuando se habla de acceso a factores de producción.
Además, en esta no se observa ron los factores desde los que se promueve el manteni-
miento de un modelo de división sexual del trabajo en el que se sustenta la margi nación
de las mujeres de la mayor parte de los ámbitos del mundo rural. De acuerdo con lo
anterior, “la pretensión de aliviar las necesidades económicas in mediatas de las mujeres
campesinas media nte mecanismos que no tocan las estructuras que producen la fuerte
diferenciación social refleja un sesgo economicista en la política” (Suá rez, 2009, p. 83).
Esta estrategia gubernamental no manifiesta una real intención por abordar los
problemas particulares que enfrentan l as mujeres en el sector rural, sino que evidencia
la necesidad de intervenir a un sector que ha estado fuera de las medidas estatales y
que, por ende, no ha podido contribuir de manera eficiente al desarrollo rural del paí s.
En este sentido, la situación y condición de las mujeres campesinas se constituyen en
cuestiones que quedan subsumidas a los problemas que enfrenta un sector en general
(el campesinado). Dichos problemas se relacionan direct amente con los bajos niveles
de eficiencia que se le adjudican a la economía campesina.
Concretamente, lo anterior implicó que la oferta global de servicios y programas
para este sector no se adecuó a las necesidades específicas de las mujeres y dentro de
un contexto más general de equidad y desarrollo. Entidades como el
dRi
, el
incOR A
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