Filosofía kantiana - Creer y saber. O la filosofía-de-la-reflexión de la subjetividad en la plenitud de sus formas como filosofía de Kant, de Jacobi y de Fichte - Libros y Revistas - VLEX 857329295

Filosofía kantiana

AutorG. W. F. Hegel
Cargo del AutorEstudió Filosofía y Teología en Tubinga, donde tuvo como compañeros a Friedrich Schelling y al poeta Friedrich Hölderlin
Páginas29-63
29
A. FILOSOFÍA KANTIANA
[1. El kantismo frente al verdadero y falso idealismo]
[1] La filosofía kantiana confiesa abiertamente su principio
de la subjetividad y del pensamiento formal, porque su esen-
cia consiste en ser idealismo crítico y, con la seguridad de su
punto de vista que establece como lo supremo la unidad de
la reflexión, revela lo que esa filosofía es y quiere describién-
dolo en la forma más despreocupada; el nombre de razón que
ella le da al concepto logra dificultar u ocultar al máximo la
explicación al respecto. En los puntos de vista inferiores en
donde le subyace a esta filosofía en verdad una idea, por una
parte, la confusión con la que ella expresa la idea hace difícil
reconocerla y, por la otra, ella misma transforma de nuevo muy
pronto lo racional en algo entendimental y condicionado, pero
además, con frecuencia y como de paso, se topa en su camino
con ideas como si fueran meras posibilidades del pensar o
conceptos hiperbólicos carentes de toda realidad, a los que
ella muy pronto deja caer de nuevo como meros pensamientos
vacíos; y a la suprema idea, con la cual se tropieza en su tarea
crítica y a la que trata como cavilación vacía y como una mera
broma escolar desnaturalizada para extraer de los conceptos
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una realidad1, ella misma la coloca, sin embargo, aunque al
final de su desarrollo, como un postulado que tendría una
necesaria subjetividad, pero no aquella objetividad absoluta
como para comenzar la filosofía únicamente desde esa idea
{13-14} y reconocerla como el único contenido de la filosofía
misma, en lugar de terminar con ella en la fe.
[2] Si la filosofía kantiana se mantiene simplemente en la
oposición y convierte la identidad de esta oposición en el final
absoluto de la filosofía, es decir, en el puro límite que solo es
una negación de esta misma, entonces, por el contrario, no
tiene que considerarse como tarea de la verdadera filosofía
resolver en su final las oposiciones que se presentan, que son
pronto comprendidas como espíritu y mundo, como alma y
cuerpo, como yo y Naturaleza, etcétera, sino que su única idea
que para ella tiene realidad y verdadera objetividad es el ab-
soluto ser-superado [Aufgehobensein] de la oposición; y esta
identidad absoluta no es ni un postulado universal subjetivo,
irrealizable ––sino que es la única realidad verdadera––, ni
el conocimiento de la misma es un creer, es decir, un allende
para el saber, sino el único conocimiento para ella. Puesto
que ahora la filosofía no reconoce en la absoluta identidad a
uno de los contrapuestos, ni al otro como siendo para sí en su
abstracción con respecto al primero, sino a la idea suprema
indiferente frente a ambos, y cada uno considerado singular-
mente no es nada, ella es así idealismo; y la filosofía de Kant
tiene el mérito de ser idealismo en cuanto que demuestra que
ni el concepto por sí solo ni la intuición por sí sola son algo,
que la intuición para sí es ciega y el concepto para sí es vacío2,
y que la identidad finita de ambos en la conciencia, que se lla-
ma experiencia, tampoco es un conocimiento racional. Pero
como la filosofía de Kant considera ese conocimiento finito
1 KrV, A 603; B 631. Dialéctica trascendental, III, capítulo 3, sección 1ª, Pro-
posición.
2 KrV. A 51; B 75. Lógica trascendental, Introducción, I.
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como el único posible, y convierte en lo que está-siendo-en-sí,
en lo positivo, precisamente a aquel aspecto negativo pura-
mente idealista o, en otros términos, convierte precisamente
a aquel concepto vacío en razón absoluta tanto teórica como
práctica, cae de nuevo en la finitud y la subjetividad absolutas,
y toda la tarea y contenido de esa filosofía no es conocer lo
absoluto, sino conocer esa subjetividad, o es una crítica de la
facultad-cognoscitiva.
[3] “He sostenido, por lo tanto, que, en cierta forma, el
primer paso sería satisfacer las diversas investigaciones que la
mente [Gemüt]3 de los seres humanos emprende con gusto, si
consideráramos nuestro entendimiento con atención, escru-
táramos nuestras fuerzas y {14-15} miráramos para qué cosas
son aptas. Si los seres humanos van con sus investigaciones
más allá de lo que permite su capacidad, y dejan divagar sus
pensamientos en un mar tan profundo donde no pueden en-
contrar rastro alguno, no es entonces extraño que despierten
puras dudas y aumenten cada vez más las disputas, las que, al
no poderse nunca resolver ni decidir, únicamente sirven para
alimentar y multiplicar sus dudas, y para confirmarlos en su
completa dudadera4. Si, por el contrario, se reflexionara bien
sobre la capacidad de nuestro entendimiento, si se llegara a
descubrir hasta dónde se extiende nuestro conocimiento, y
se encontrara el horizonte que traza la línea divisoria entre la
parte iluminada y la oscura, entre lo que se deja concebir y lo
que no se deja concebir, tal vez los seres humanos, con mucha
menos dificultad, se contentarían con la reconocida ignorancia
de lo uno, y orientarían sus pensamientos y palabras a lo otro
con mayor beneficio y satisfacción”5.
3 Gemüt: el diccionario Duden lo define como “totalidad de la fuerzas psíqui-
cas y espirituales de un ser humano”; puede traducirse también por ‘ánimo’
(N. del T.).
4 Zweiflerei: término despectivo para referirse a la duda (N. del T.).
5 Se trata de una versión bastante libre de Locke, Works, I, Introd. 1-7 (N. del T.).

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