Fundamentación de la transgresión moral - La transgresión moral - ¿Por qué los buenos soldados hacen cosas malas? - Libros y Revistas - VLEX 879445148

Fundamentación de la transgresión moral

AutorGiovanni Alberto Gómez Rodríguez
Páginas173-188
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Capítulo 1
Fundamentación de la transgresión moral
En el presente capítulo desarrollamos la fundamentación de la transgresión
moral de la cual pueden llegar a ser objeto de imputación los militares en
la postmodernidad. Para ello, primero debemos conceptualizar el término
y aclarar el sentido que le atribuimos, contrario ciertamente a la tradición
existencialista de Sade y Georges Bataille. Asimismo, es necesario denir el
riesgo moral y plantear un modelo del juicio para identicar en su estructura
el papel que desempeña la razón práctica y las emociones. Finalmente, argu-
mentaremos cómo la dimensión reexiva de la ética que recoge el hecho de
la conciencia moral está constituida por el juzgar y el pensar. Si bien es cierto
que ambas funciones se llevan a cabo en la valoración de acciones intenciona-
les, la transgresión moral de primer orden se debe entender como vinculada
primordialmente con el juzgar, y la transgresión moral de segundo orden,
con el pensar.
El análisis de la transgresión moral, en cuanto fenómeno, se lleva a cabo
mediante la estructura de los juicios de acción en función de las formas de
violencia y los tipos de daño que causa. La transgresión moral de primer
orden es arquetípica de la violencia directa y la violencia pura que inigen los
ejércitos postmodernos; el daño que causa es la muerte y la tortura —en el
análisis se busca identicar los efectos con los autores sin que esto signique
que algunas formas de violencia estructural no puedan causar la muerte, así,
el criterio distintivo de este tipo de transgresión es justamente la posibilidad
de relacionar directamente el daño con el perpetrador—.
Por su parte, la transgresión moral de segundo orden puede ocurrir
cuando los ejércitos inigen violencia estructural por acción o violencia
estructural sin actos violentos, y en ella se compromete el Ejército y todos sus
sistemas de combate de forma autónoma o integrada a instancias políticas
nacionales y supranacionales. En la primera categoría se pueden identicar
las estructuras y los hombres implicados, por el contrario, de la actuación del
¿Por qué los buenos soldados hacen cosas malas?
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soldado biopolítico y de los ejércitos biopolíticos no se pueden derivar con
claridad los efectos ni imputar responsabilidades directas, solo decretar la
inmoralidad de las acciones, la transgresión moral.
En nuestra investigación entendemos el término “transgresión” como la
violación de un precepto, una ley o un estatuto; en otras palabras, considera-
mos necesaria la existencia de la coerción de la regla para que surja el trans-
gresor. Para que haya transgresión, tiene que haber algo que transgredir. Por
esta razón, la mayor parte de la argumentación acometida hasta el momento
se ha orientado a satisfacer tal propósito, determinar el marco normativo, la
teoría ética, la moralidad que podía llegar a transgredir el militar en el ejer-
cicio de su quehacer profesional en condiciones y circunstancias propias del
contexto postmoderno. Para ello, en todo momento buscamos descripciones
que hicieran posible valorar dichas acciones respecto a determinado estándar,
y privilegiamos la idea de bien moral eludiendo siempre el relativismo absoluto,
pues, si aceptáramos tal situación, se reduciría la ética y la conciencia misma a
guras superuas, y nuestro argumento no podría tener validez ni aplicación.
Es decir, no habría manera alguna de establecer diferencia moral entre las
acciones de los militares postmodernos y, en este caso, estaríamos abocados
a renunciar a distinguir entre el bien y el mal como atributos culturalmente
existentes o, sencillamente, a asumir que cualquier acción puede ser catalogada
indistintamente como buena o mala.
La aclaración no es baladí, pues la cultura occidental se erigió a partir
de la dicotomía. El lenguaje, la religión y las creencias expresan siempre un
acuerdo o un desacuerdo, de modo que la racionalidad del hombre occidental
entiende el mundo en virtud de oposiciones. En las tradiciones judía, cristiana
e islámica, el mal se relaciona con la idea del rompimiento de una norma,
por lo que el mal es una afrenta al ser supremo. Conocido este rompimiento
como pecado, la transgresión de una ley o práctica sagrada se considera que ha
sido establecida por la divinidad. En otros contextos, por ejemplo en China,
el lenguaje mismo es neutral y carece de la carga de la precisión, pues no se
percibe la disyuntiva entre dos mundos; por extensión, la sabiduría china es
“amoral”. A diferencia de la concepción losóca occidental, el hombre no
es referencia de todas las cosas, y el mundo no se encuentra allí esperando a
que este lo descubra y lo conquiste, sino que el hombre es un elemento más
y tiene valor equivalente. Así, las ideas de bien y mal, correcto o incorrecto

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