El imperio prusiano - Los fundamentos histórico-ideológicos del Derecho alemán - Libros y Revistas - VLEX 1028452468

El imperio prusiano

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LOS FUNDAMENTOS HISTÓRICO-IDEOLÓGICOS DEL DERECHO ALEMÁN
EL IMPERIO PRUSIANO
El problema de la unidad del Imperio
Este nuevo Imperio era, para muchos alemanes, el cumplimiento de un
antiguo sueño. Pa recía como si ya no volasen los cuervos de la discordia
alemana en torno al monte Kyffhäuser y como si el viejo BARBARROJA pudiese, al
fin, despertar de nuevo. Y, sin embargo, cada cual sabía que este Imperio nada
tenía que ver con el Sacro Imperio Romano-Germánico, aunque compartía con
él el título de Imperio. No cabía negar la distancia, en el aspecto político entre
los años 180 6 y 1866. Mientras tanto, habían acontecido demasiados eventos
en Alemania para que los nietos hubiesen podido enlazar allí donde los abue-
los habían cesado en otro tiempo. Demasiado diferentes habían sido también
los sueños de unidad de l Imperio que desde entonces se había concebido.
SAVIGNY, si aún hubiera vivido, habría tenido que admitir que este Impe-
rio no era el cumplimiento de sus sueños, ni la reinstauración de la Alemania
anterior a la Revolución francesa, ni un orden sacro y supratemporal. ¿Habría
cobrado afecto a este Imperio? Cabe dudar de ello. Pues nunca había sido un
prusiano de raigambre. Este Imperio, sin embargo, era un Imperio prusiano.
Alemania había tenido su origen en Prusia. Berlín se había convertido en centro
político y cultural de l nuevo Imperio. Frente a ello, importaba poco que se
hubiera tenido que establecer e l Tribunal del Imperio en Leipzig contra la
voluntad de BISMARCK. Ahora era posible viajar en muy breve tiempo de Leipzig
a Berlín en tren expreso. Allí estaban entonces aquellos otros sueños de la
unidad del Imperio que se había concebido desde principios de siglo. ¿Habría
cobrado afecto THIBAUT a este nuevo Imperio? Esto era ya, más bien, probable.
Al menos, traía con sigo la unidad jurídica para todos los alemanes, si se
prescindía de los austríacos. Traía también una nueva ola de entusiasmo pa-
trio. Se cantaba de nuevo «¿Qué es la Patria del alemán?» y «No deben poseer
el libre Rhin alemán». Cabía sentirse orgulloso como alemán. Había una na-
cionalidad alemana. Así, no era extraño que la mayoría de los partidarios de
la idea nacional, agrupados en su mayor parte en la Unión Nacional Alemana
y movidos aún por los anhelos de los patriotas de principios de siglo, se
imaginaran hallarse, finalmente, en la meta de sus deseos. Los liberales ha-
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HANS HATTENHAUER
bían alcanzado su objetivo y, en su mayoría, estaban per suadidos de que este
Imperio era la realización de sus sueños.
Ciertamente, la Unión Nacional Alemana, fundada en 1859, no había
podido establecer la unidad del Imperio. Sí es de señalar que, bajo la dirección
del hannoveriano Rudolf von BENNIGSEN (AD 1824-1902) se habían unido un
importante grupo de progresistas a l objeto de promover la idea nacional. Sin
embargo, no alcanzaron el triunfo político. Prusia no se adhirió a las prohibi-
ciones que se habían dictado en otros muchos Estados federados contra la
Unión Nacional. Por otra parte, no se sentía inducido a la promoción de tales
pretensiones nacionales. Así, todo quedó en la buena voluntad de hombres de
acendrado patriotismo.
El nuevo Imperio era, en todo caso, la realización de los sueños de la clase
empresarial alemana. Este Imperio aportaba el gran mercado interior que nece-
sitaba la Economía en expansión. Respecto a la política de tráfico y al campo
jurídico-mercantil, habían ya anticipado muchas cosas la construcción de los
ferrocarriles y el Código Mercantil General A lemán. Con todo, solo ahora se
había abierto camino a la plena unidad del Imperio.
La antigua y la nueva Unión Aduane ra
Se había efectuado los primeros inicios con la Unión Aduanera. Pero ésta
había sido en sus comienzos algo muy distinto de una creación de los patrio-
tas o un producto del entusiasmo nacional. Se había originado en un tiempo
en que aún se debía constituir con ayuda estatal una clase emp resarial inde-
pendiente. Era una creación de los funcionarios prusianos, y no de los comer-
ciantes alemanes. Por ello, tampoco era un instrumento para preparar la pre-
tendida unidad política de Alemania. Tenía la función de incre mentar, como
instrumento de poder económico y político, la importancia de Pr usia en las
relaciones de los Estados federados alemanes entre sí.
Ciertamente, ya el artículo 19 del Acta Federal Alemana ha bía previsto
negociaciones de los Estados federados alemanes sobre el comercio y el tráfico
en la Confederación. Sin e mbargo, durante largo tiempo no se llegó a ello
debido a la rivalidad y la competencia entre los Estados. El primer paso en el
camino a la Unión Aduanera lo dio Prusia, la cual habría de tener también en
el futuro la voz decisiva. Con la Ley de 25 de mayo de 1818, suprimió todas
las aduanas interiores existentes en Prusia e hizo de los «Estados» prusianos,
también en el aspecto económico, el «Estado» prusiano, un ámbito económico
unitario, al hacer que las «líneas aduaneras avanzasen en todas partes hasta
las fronteras de la Monarquía». Con ello, Prusia había llegado a ser un ár ea
aduanera unitaria. Todas las importaciones debían gravarse en el futuro solo
una vez, esto es, en la frontera estatal prusiana, y de forma regular. Las expor-

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