Integridad en la empresa - Integridad moral de las empresas - Libros y Revistas - VLEX 930832966

Integridad en la empresa

AutorHoracio Martínez Herrera
Páginas5-46
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1. Integridad moral
Integridad moral
La integridad moral muestra la coherencia personal de vivir
de acuerdo con principios y valores éticos. Equivale a ser auténti-
co consigo mismo y con los demás. Una persona íntegra se com-
porta de manera consecuente. La palabra integridad proviene de
la palabra íntegro, que significa unoo totalidad. Una persona
íntegra se comporta de acuerdo con el mismo sistema de creen-
cias tanto en el trabajo como fuera de él. La integridad requiere
comprometerse a discernir lo que es correcto o incorrecto en una
situación. Y actuar con coraje moral de acuerdo con este discer-
nimiento aun a costa personal. La integridad implica también
decir claramente que uno actúa según su leal saber y entender de
lo que es correcto y lo que es incorrecto.
La integridad nos exige hacer frente, aceptar e integrar el as-
pecto sombrío y oculto de nuestra naturaleza con el aspecto lumi-
noso. La vida moral pide no perfección sino entereza para ser
luminosos a pesar de nuestras oscuridades, gracias a que hemos
realizado una profunda autoaceptación de lo que somos en reali-
dad. La integridad produce confianza de los demás en uno y ad-
miración. Ser auténticos: concordancia entre lo que creo y lo que
vivo. No se puede tener integridad sin ser honesto, pero sí se
puede ser honesto teniendo poca integridad. Se es honesto expre-
sando claramente lo que piensa sobre algo, pero sin haber hecho
un discernimiento de si eso es correcto o incorrecto. Un racista es
honesto al expresar lo que piensa, pero eso no equivale a la inte-
gridad.
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Integridad en la empresa
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De una profunda experiencia de nuestro potencial único y
propósito, respaldado por un compromiso con la integridad es de
donde proviene nuestra genuina influencia. Es esta influencia la
que nos capacita para hacer sentir nuestra presencia en el vasto
mundo de nuestras relaciones. Uno tiene que tener fe y valor para
asumir el compromiso de mostrar siempre integridad en su con-
ducta para evitar caer en la doble moral de comportarse bien en
ciertas situaciones y en otras incorrectamente.
Para poner en práctica la integridad se requiere una continua
reflexión y una fina intuición de lo moral. Para ser íntegro hay
que entrar en contacto con las corrientes emocionales más pro-
fundas de nuestro ser que son las que dan a nuestra vida magia y
energía para seguir adelante. Ser íntegro implica conocerse a sí
mismo y ser fiel a sus principios no sólo en la mente sino de co-
razón”. (Robert K. Cooper)
Conciencia moral
Conciencia en sentido psicológico es el conocimiento inme-
diato que el hombre tiene de la realidad de sus propias acciones.
Porque el hombre está dotado de conciencia sabe que está en el
aquí y en el ahora y se pregunta por el sentido de su existencia.
Somos espíritu, porque somos conciencia de nosotros mismos.
Conciencia moral es la conciencia en cuanto establece una
valoración de la conducta humana y dice lo que se debe hacer o
evitar, según los valores interiorizados y las normas aceptadas
por la persona. La conciencia moral aprueba o desaprueba nues-
tros actos. La conciencia cumple el papel de norma interior, pues
establece para mí la moralidad de mis actos: establece la vigencia
y aplicabilidad de una norma exterior o de un valor objetivo en
relación con una situación personal concreta. La conciencia obli-
ga y compromete a la persona con relación a aquella conducta
que aparezca como debida. Por eso, tiene un carácter sagrado e
inviolable.
La conciencia moral o capacidad de discernir entre el bien y
el mal aparece con el uso de razón. Pero la valoración moral en
el hombre es una actitud dinámica con capacidad de un mayor
desarrollo. El contacto con la cultura y con los valores que recibe
de su medio ambiente, van formando la conciencia moral de la
persona a lo largo de su existencia. Es el hogar donde se realiza
fundamentalmente la formación de la conciencia. Se contribuye a
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ello no sólo haciendo reflexionar a la persona sobre los valores
morales, sino dándole ejemplo de su aplicación. Es importante
que haya adecuación entre lo que dicen y lo que hacen los padres
para que impacte en la conciencia del hijo. El medio ambiente
en que crece el niño, especialmente el del colegio, influye en la
formación de la conciencia moral. Si en su ambiente se considera
la discriminación racial como un valor, es difícil que el niño haga
un discernimiento de la maldad de esta conducta.
Es importante para formar la conciencia que la persona pueda
conocer claramente los principios morales que rigen el comporta-
miento y aprender a tomar decisiones aplicando los principios a
los casos concretos. La capacidad de los hombres para conocer y
cumplir el deber moral varía conforme sea el grado de inteligen-
cia, temperamento y educación.
Tipos de conciencia: La verdadera que juzga de acuerdo con
los valores éticos y siente o la satisfacción de haberlos aplicado o
el remordimiento de haberlos violado. La errónea que juzga con
falsos valores. La dudosa que no tiene claro lo que es bueno o es
malo en cada caso. La insegura que en unos casos juzga moral-
mente y en otros semejantes lo hace incorrectamente.
Hay obligación de seguir el dictamen de la conciencia, aun-
que sea erróneo. La conciencia no es autónoma en sus dictáme-
nes. Tiene que tener en cuenta las normas morales universales y
las circunstancias concretas en que cada hombre debe obrar para
tomar sus decisiones.
La obligación de obedecer a la conciencia se refiere a lo que
con certeza nos dice que debemos hacer o evitar. Pero con fre-
cuencia surgen dudas tanto en relación de la interpretación del
principio moral como de su aplicación. En caso de duda teórica o
práctica hay que clarificar las cosas. Nunca se debe obrar cuando
hay duda de la licitud moral de determinada conducta pues cons-
cientemente se pondría en peligro la persona de cometer una falta
moral. Sólo obrará rectamente si reflexionando encuentra moti-
vos razonables para hacerlo.
La libertad
La libertad es la capacidad que tiene el hombre de tomar deci-
siones sin determinismos, de individualizarse frente al mundo
material y de autocrear una personalidad. Ser auténticamente
libre supone la ausencia de todas las sujeciones, lo cual implica

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