Invasores del espacio - Culturas bananeras: producción, consumo y transformaciones socioambientales - Libros y Revistas - VLEX 857239827

Invasores del espacio

AutorJohn Soluri
Cargo del AutorDoctor en Historia de la Universidad de Michigan (EE.UU.)
Páginas85-134
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INVASORES DEL ESPACIO
Pero llegó el día en que, debido al agotamiento del suelo o a
otra razón, una enfermedad invadió las fincas destruyéndolas
casi totalmente, trayendo la ruina a los pequeños productores y
convirtiendo a muchas comunidades en pueblos fantasmas que
poco a poco dejaban sus habitantes.
Gobernador de Atlántida, 1929
¡Sí, no tenemos ningún banano!
No tenemos ningún banano hoy
Tenemos ejotes y cebollas, repollos y cebollina
Y todas las clases de fruta y ¡ay!,
Tenemos el tomate de antaño, la papa de Long Island
Pero sí, no tenemos ningún banano
No tenemos ningún banano el día de hoy.1
Frank Silver and Irving Cohn, 1923
1 En el original: “Yes, we have no Bananas!/ We have no bananas today/ We’ve string beans and
honions, cabbahges and scallions/ And all kinds of fruit and say,/ We have an old fashioned
tomahto, Long Island potahto/ But yes we have no Bananas/ We have no bananas today”.
N. de la T.
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En una noche fría de diciembre de 1910 en Nueva Orleans, Manuel Bonilla,
el presidente depuesto de Honduras, se escabulló a bordo del yate privado
de Samuel Zemurray, el cual estaba amarrado en el lago Pontchartrain.2 El
yate llevó al expresidente a través del lago hasta el Mississippi Sound, en
donde se había dado cita con un segundo barco que Bonilla había com-
prado con el dinero prestado por Zemurray. Acompañado por un grupo
de mercenarios armados, que incluían al General Lee Christmas y a Guy
“ametralladora” Maloney,3 Bonilla se dirigió a la Costa Norte de Honduras.
Un par de semanas después, la pequeña milicia de Bonilla llegó a la isla de
Roatán. Desde allí lanzaron un ataque contra Trujillo, tomando el control
del puerto después de una resistencia mínima de los revestimientos. Poco
después de eso los partidarios de Bonilla ocuparon el puerto de La Ceiba.
La invasión ocurrió durante un período de inestabilidad política en Hon-
duras: apenas tres años antes, las fuerzas nicaragüenses habían invadido
Tegucigalpa y expulsado a Bonilla. Miguel Dávila asumió la presidencia,
con la consecuencia de perder la mayor parte de sus colaboradores políticos
cuando su gobierno rmó un tratado con los Estados Unidos, otorgándoles
el derecho de supervisar los recibos de aduana hondureños.4 Zemurray se
opuso al tratado por temor a que fuese el nal de las exenciones de impuestos
otorgadas a su compañía frutera. Además, la administración de Dávila le
había arrendado el Ferrocarril Nacional —una vía dominante de transpor-
te para los exportadores de banano— a un rival de Zemurray. En cambio,
cuando Bonilla era presidente, este le autorizó concesiones importantes de
tierra y ferrocarril a Zemurray. No es de extrañar, entonces, que él estuviese
dispuesto a nanciar la “invasión” de Bonilla.5
Con los rebeldes ocupando La Ceiba, Roatán y Trujillo, el presidente
Dávila pidió ayuda a los Estados Unidos. Un buque de guerra de los ..
entró en las aguas hondureñas e impidió el avance de la fuerza de Bonilla,
2 En el original: Sam “Banana Man” Zemurray. N. de la T.
3 En el original: Guy “Machina Gun” Maloney. N. de la T.
4 El tratado representó parte del intento de Dávila por asegurarse un gran préstamo del grupo
banquero internacional dirigido por J. P. Morgan.
5 La Vacarro Brothers and Company recibió cinco concesiones durante el primer período pre-
sidencial de Manuel Bonilla (1903-1907). Taracena Arriola, “Liberalismo y poder político”,
209-210.
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 :   
mientras simultáneamente mantuvo las fuerzas del gobierno a raya. Dávila
ofreció su renuncia con la condición de que los Estados Unidos arbitraran
un acuerdo entre las facciones políticas. Las negociaciones, realizadas a
bordo del U.S.S. Tacoma, culminaron con el nombramiento de Francisco
Bertrand como presidente interino. El nombramiento de Bertrand era una
victoria para los opositores de Dávila y facilitó el triunfo de Bonilla en las
elecciones presidenciales celebradas en noviembre de 1911.6
Ese mismo año, la United Fruit vendió sus intereses sobre la Cuyamel
Fruit, y Zemurray incorporó a su compañía con un capital inicial de cinco
millones de dólares. Estas maniobras legales en Honduras y los Estados
Unidos prepararon el camino para una verdadera bonanza de concesiones
aprobadas por Bonilla durante su primer año en el gobierno. Zemurray
aseguró dos concesiones en marcha, que incluyeron un arriendo de 10.000
hectáreas de tierra más los derechos a desarrollar las instalaciones portuarias
de Omoa. En abril de 1912, Bonilla aprobó una concesión del ferrocarril
a nombre del ejecutivo Hillyer V. Rolston, de la Cuyamel Fruit Company.
Dos meses después, Rolston transrió la concesión a Zemurray, quien en
1913 pasó la concesión a la Tela Railroad Company, una subsidiaria de la
United Fruit Company. La transferencia representó la recompensa por el
apoyo nanciero que la United Fruit le había dado a Zemurray cuando
entró la primera vez en Honduras. La United Fruit adquirió una segunda
concesión del ferrocarril en 1913, a través de J. B. Camors, quien un año
antes había asumido el control concedido originalmente al sindicato de
Fairbanks, un grupo de inversionistas estadounidenses liderado por un
hermano del anterior vicepresidente, Charles W. Fairbanks. Después de
intentar consolidarse como empresa transnacional por más de una década,
la United Fruit obtuvo dos concesiones importantes gracias a las maniobras
políticas de Manuel Bonilla y Samuel Zemurray.7
Las concesiones del ferrocarril proporcionaron los medios legales a tra-
vés de los cuales las compañías fruteras de los .. establecieron su control
6 Para un recuento de las maniobras políticas que condujeron a Bonilla a la presidencia, véase
Argueta, Bananos y política, 24-37. Sobre la presencia militar y diplomática de los .. en
la región, véanse Coatsworth, Central America and the United States, 33-41; y Barahona, La
hegemonía de los Estados Unidos en Honduras.
7 Dosal, Doing Business with the Dictators, 75-94; y Kepner y Soothill, Banana Empire, 107-
116.
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