Retomemos el mercado, encontrándonos con otros - Retomemos la economía. Una guía ética para transformar nuestras comunidades - Libros y Revistas - VLEX 851267552

Retomemos el mercado, encontrándonos con otros

AutorJ. K. Gibson-Graham/Jenny Cameron/Stephen Healy
Páginas119-162
Retomemos el mercado, encontrándonos
con otros
¿Qu é
son
los mercados?
En las sociedades complejas dependemos de un gran número de
otras personas para los bienes y servicios que necesitamos para vivir.
Adquirimos muchos de estos bienes y servicios por vía de “el mer-
cado”. En el mundo de hoy, los mercados han asumido un poder
peculiar. A ellos se les proclama como el sistema ideal para coordinar
complejas transacciones entre productores y consumidores. El esta-
blecimiento de precios es la técnica consagrada mediante la cual el
suministro se calibra para satisfacer la demanda. Es simple. Si la oferta
crece perola demanda es estable, los precios bajan y la demanda se
expande. Si la demanda crece y la oferta no se mantiene, los precios
suben y la demanda se estabiliza —y así hasta que la oferta crece y
losprecios bajan otra vez—.
Estas dinámicas de mercado a veces se presentan como si ope-
raran naturalmente, al igual que las mareas o los sistemas climáticos.
En verdad, esas dinámicas parecen ser capaces de distribuir eciente-
mente los escasos recursos. Si se les deja operar libremente, sin barre-
ras y sin ventajas, de manera que la historia continúe, los vendedores
y compradores se encuentran entre sí como iguales y los precios se
ajustan de tal modo que ambos llegan a una negociación justa. En
ese campo de juego honesto del mercado, todos somos miembros de
una “democracia de consumidores”, libres para ejercer nuestra elec-
ción de lo que queremos y libres para conseguir el estándar de vida
más alto posible que podamos comprar. En esta democracia, el precio
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media nuestros encuentros con otras personas y con ambientes que
nos suministran lo que necesitamos para vivir bien.
Las eciencias y libertades del merado fueron especialmente
exaltadas en el siglo XVIII cuando Europa se liberó de las obligaciones
y los tributos que bajo el feudalismo estructuraban las relaciones entre
las personas. Hoy sus eciencias y libertades se exaltan en los países
postsocialistas que han abandonado las ineciencias centralizadas de
la distribución estatal. Aunque anárquica, la uidez con la que reac-
cionan los mercados es vista como una forma preferible de satisfacer
nuestras necesidades de sobrevivencia a la orquestada por autócratas
y burócratas.
En nuestro mundo globalmente conectado, una gran proporción
de los productos que consumimos provienen de grandes distancias.
Pero cuando adquirimos lo que necesitamos de estos otros distantes
por vía del mercado, se enmascara la naturaleza de nuestros encuentros.
Digamos que conseguimos una oferta para comprar súper bara-
to una camiseta o un par de zapatos para trotar. Probablemente esta-
remos pensando en el ahorro que haremos a nuestro presupuesto
personal o doméstico. Tal vez nuestras necesidades de vida más inme-
diatas están siendo atendidas con los nuevos productos que reempla-
zarán nuestra camiseta raída o nuestros zapatos usados. O tal vez se
trata una necesidad psicológica de comprar para sentirnos bien la que
nos orienta a poner algo más en un armario lleno de cosas. Cualquie-
ra sea la situación, la única cosa en la que
estamos pensando es en el precio. Es difí-
cil alejar nuestra atención del placer de una
buena oferta para pensar en aquello que se
esconde detrás de su precio.
Pero ¿qué tipo de encuentro con
otros está representado en el precio de una
mercancía? ¿El precio nos dice algo sobre
las condiciones de trabajo de hombres y
mujeres jóvenes quienes producen nuestra
camiseta o zapatos comprados en oferta?
¿Sabemos si les pagaron salarios decentes
o si sus ambientes de trabajo eran seguros?
Y ¿qué sabemos acerca de los impactos
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ambientales de nuestras ofertas? ¿Nos indica el precio si el algodón
de nuestra camiseta fue cultivado usando semillas modicadas gené-
ticamente o si se usaron pesticidas que dejaron residuos tóxicos en
los suelos?
En tanto los precios sean aquello que capte nuestra atención, es
fácil no tener en cuenta estas preocupaciones. Podemos enfocarnos en
nuestros propios deseos de consumo y buscar satisfacción en consu-
mir más. Podemos obviar las formas en que nuestra sobrevivencia es
interdependiente de la de otros seres humanos y el ambiente natural.
La ignorancia es la dicha en la sección de gangas.
Pero ¿aquello es todo lo que hay? Detrás del placer de las gangas
está la realidad de las cosas montañas de cosas que compramos úni-
camente para botarlas a la basura estando escasamente usadas—. Y
enmascaradas por el precio que parece ser justo están personas des-
conocidas y ambientes distantes cuyas situaciones pueden estar muy
lejos de ser justas.
Los mercados son una forma en que conectamos con otrasper-
sonas para obtener las cosas que necesitamos y que no podemos
producir por nuestra propia cuenta. Pero ¿qué tipos de encuen-
trosproducen realmente los mercados? Vamos a comenzar echando
un vistazo al modo como un grupo de productores y consumidores
está inventando vías para encontrarse unos con otros.
Hagamos que el comercio funcione para la gente
A nales de los ochenta, las cooperativas de consumo japonesas res-
pondieron a las necesidades de los trabajadores de caña de azúcar que
morían de hambre en la isla Negros de Filipinas cuando el mercado
internacional de azúcar colapsó y los agricultores quedaron sin con
qué vivir. Inicialmente, las cooperativas enviaron por mar a sus veci-
nos del sur trabajadores de relevo, comida y suministros médicos. Pre-
ocupados con lo que los cultivadores de caña de azúcar harían a largo
plazo, las cooperativas de consumidores establecieron un comercio
directo persona a persona entre los agricultores lipinos y consumido-
res japoneses de azúcar morena producida localmente en Mascobado.
Japón y Filipinas han estado conectados por mucho tiempo a
través del comercio, la inversión y, hasta no hace mucho tiempo, por
la ocupación militar. Las cooperativas de consumidores japoneses
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