Románticos: a la revolución por la candidez - Rebeldes, Románticos y Profetas. La responsabilidad de sacerdotes, políticos e intelectuales en el conflicto armado colombiano - Libros y Revistas - VLEX 845385478

Románticos: a la revolución por la candidez

AutorIván Garzón Vallejo
Cargo del AutorDoctor en Ciencias Políticas de la Pontificia Universidad Católica Argentina
Páginas103-125
En la universidad se hablaba mucho de la vida en las montañas.
Teníamos una imagen de película reforzada por las fotografías que
publicaba la prensa en esos años. Tipos como el ‘Che’ con sus
compañeros cubanos o el cura Camilo Torres eran los modelos de esas
campañas publicitarias que rodaban solas en América Latina sin
necesidad de agencia, ni creativos, ni nada, y a pesar de la incomodidad
que generaban en la derecha. En cualquier parte había un afiche o una
pintura con una frase de alguno de ellos. Esas imágenes sugerían que
era fácil vivir entre árboles y maleza con un fusil colgado del hombro.
Juan Diego Mejía (2016, p. 51)
Tiene razón Mark Lilla (2017) cuando apunta que el romanticismo
político es fácil de reconocer, pero difícil de definir. Y es que,
ciertamente, el romanticismo está muy lejos de contar con los
abundantes desarrollos que tienen las modernas teorías
racionalistas. Sin embargo, su influencia en el plano de las actitudes
puede ser incluso mayor. De hecho, Isaiah Berlin (1999), que lo
estudió a fondo, lo definió como el movimiento más amplio que
transformó la vida, el pensamiento y la conciencia del mundo
occidental.
Ahora bien, aunque el romanticismo es una época —el siglo XIX—,
lo romántico es una actitud del espíritu que no se circunscribe a una
época. Una actitud buena para la poesía y la literatura, pero mala
para la política, advierte Safranski (2018), que, sin embargo, hoy
está bastante extendida. El infierno está empedrado de buenas
intenciones.
Son legión los términos que definen al romanticismo: autenticidad,
transparencia, espontaneidad, totalidad y liberación, según Lilla.
Integridad, sinceridad e idealismo, complementa Berlin. Mientras
aquel subraya que el propósito del romanticismo es un mundo sin
conflictos de identidad individual y social donde las respuestas a las
preguntas ¿quién soy y quiénes somos? sean exactamente las
mismas (Lilla, 2017), este, por su parte, enfatiza el valor que se le
otorga a la disposición a sacrificar la propia vida, a la lucha por las
creencias hasta el final, lo cual incluye el martirio —sin importar de
qué tipo ni por qué causa—, y en este universo de héroes y
epopeyas, el romanticismo cree que las minorías tienen mayor
santidad que las mayorías (Berlin, 1999). De allí brota su
compatibilidad con las sediciones más que con el poder institucional,
con la transgresión más que con el orden, con la revolución más que
con la reforma. Afín al idealismo y al utopismo, el romanticismo tiene
la misma matriz de lo que Aron llamó el “profetismo” y sigue su
itinerario: primero, la condena de lo que es; a renglón seguido,
esboza una imagen de lo que debe ser y será, y elige un individuo o
grupo para franquear el espacio que separa el presente indigno del
porvenir radioso (Aron, 2011).
Para aterrizar en nuestro tema, una expresión del romanticismo
revolucionario está en la pluma del cronista Ryzard Kapuściński,
quien en un texto publicado en 1975 se preguntaba cuál de los dos
—Allende o el ‘Che’— tuvo razón y respondía que la tenían los dos,
pues aunque actuaron en circunstancias diferentes, el objetivo de
sus actuaciones era el mismo: tanto Allende como Guevara
sacrificaron su vida por el poder del pueblo. El primero
defendiéndolo, el segundo luchando por seguirlo (Kapuściński,
2017). El romántico planea sobre la historia, idealiza tanto el
sacrificio y la entrega que asume que no importa cuáles sean las
circunstancias concretas, el héroe actuaría siempre del mismo
modo. De allí que esté convencido, por ejemplo, de que Camilo y el
‘Che’ harían hoy en día lo mismo que los llevó a la muerte
(Harnecker, 1988). Ni un paso atrás.
En efecto, para algunos actores religiosos, la consigna de entregar
la vida se convirtió en una especie de cheque en blanco que podía

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR