El silencio en el derecho canónico - La incidencia del silencio en los contratos - Libros y Revistas - VLEX 950069495

El silencio en el derecho canónico

AutorFernando Alarcón Rojas
Páginas59-155
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2. el silencio en el derecho canónico
A primera vista causa perplejidad que el derecho canónico
presente en torno al silencio dos reglas jurídicas al parecer
opuestas, puesto que de acuerdo con una de ellas “quien
calla no confiesa, pero tampoco parece negar”1, mientras
que según la otra“el que calla, parece consentir”2.
Esta aparente oposición implica que surja de manera in-
mediata la necesidad de precisar el contenido y alcance de
cada una de esas dos reglas canónicas, para luego sí poder
determinar cuál es la que debe ser tenida en cuenta para
solucionar una determinada cuestión en la que se encuentra
involucrada una situación de silencio, necesidad que sólo
puede ser satisfecha de manera incontrastable si se tiene
en cuenta la génesis de aquella que deduce del callar un
consentimiento.
Para este efecto debe advertirse de entrada que la gé-
nesis de esta supuesta regla netamente canónica tiene dos
componentes claramente diferenciables pero al parecer an-
tagónicos, los que no obstante, ya amalgamados, configuran
una identidad singular: el religioso y el de derecho romano.
1 Sexti Decretal. Lib. v. Tít. xII. De Regulis Iuris. Bonifacius vIII. Regula xlIv:
“Is qui tacet, non fatetur; sed nec utique negare videtur”.
2 Sexti Decretal. Lib. v. Tít. xII. De Regulis Iuris. Bonifacius vIII. Regula xlIII:
“Qui tacet, consentire videtur”.
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2.1. el compoNeNte relIgIoSo
Establecer el componente religioso, aunque parezca des-
concertante, supone remontarse a la formación del mono-
teísmo en los pueblos semíticos, específicamente a los de
estirpe judeo-cristiana.
2.1.1. El politeísmo de los ibrim
Los antepasados de quienes luego serían conocidos como
el pueblo de Israel emigraron desde la Mesopotamia a Pa-
lestina en los primeros siglos del segundo milenio anterior
a nuestro cómputo3-4, razón por la cual se les conoció como
ibrim (hebreos), que significa “los que pasaron el río”5 o “los
del otro lado del río”6.
Estas tribus nómadas que pasaron el Eufrates hacia
Palestina, según la creencia general, tenían por patriarca
a Abraham, sin embargo debe recordarse que la figura de
Abraham ha sido considerada como ficticia, o a lo sumo
representativa de un clan o grupo y no de una persona sin-
gular7, habida cuenta de que en esa clase de colectividades
primitivas las vivencias y la supervivencia del individuo
3 J. BrIght. La historia de Israel. Marciano Villanueva (trad.). Bilbao, Desclée de
Brouwer, 1970, pp. 27, 83, 88 y 101; F. caStel. Historia de Israel y de Judá. Alfonso
Ortiz García (trad.). Pamplona, Verbo Divino, 2005, pp. 31-32; S. herrmaNN.
Historia de Israel en la época del Antiguo Testamento. Rafael Velasco Beteta, Ma-
nuel Olasagasti y Senén Vidal (trads.). Salamanca, Sígueme, 2003, pp. 61-79;
P. johNSoN. La historia de los judíos. Aníbal Leal (trad.). Barcelona, Ediciones
B, 2010, pp. 25-32; J. A. SoggIN. Nueva historia de Israel. De los orígenes a Bar
Kochba. Víctor Morla (trad.). Bilbao, Desclée de Brouwer, 1999, pp. 135-159.
4 johNSoN. La historia de los judíos, cit., p. 27.
5 E.
reNaN. Historia del pueblo de Israel. Juan Díaz Angelat (trad.). Barcelona,
Iberia, 1971, p. 53.
6 caStel. La historia de Israel y de Judá, cit., p. 42.
7 johNSoN. La historia de los judíos, cit., p. 19.
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estaban ligadas inescindiblemente al grupo, de tal manera
que sus creencias, su religión, su venganza, su suerte, y en
general sus actuaciones, eran las del grupo al que pertene-
cía, todo lo cual en últimas se puede condensar expresando
que “una tribu era un hombre”8.
Pero fuese Abraham una persona singular o una tribu,
cuestión que aquí no nos interesa discurrir para infirmar
lo uno o lo otro, lo cierto es que su condición de nómadas,
tanto en su tierra de origen como en el lugar al que llegaron,
determinó una particular forma de elaborar su religión.
Los antepasados de Israel, lo mismo que todos los pue-
blos primitivos, fueron politeístas en sus comienzos9-10 y
por ende, como aconteció y acontece en todos los grupos
humanos que transitaron y transitan por esa fase del de-
sarrollo, los sucesos naturales, y en general los hechos
que sobrepasaban la capacidad del hombre, no podían y
no pueden ser para ellos sino la manifestación y el actuar
de un ser superior11, y comoquiera que esos sucesos y esos
hechos eran tantos y tan variados, resultaba y resulta como
conclusión obvia para el pensamiento primitivo que, por
lo mismo, eran muchos y diversos los seres superiores12.
8 reNaN. Historia del pueblo de Israel, cit., p. 21.
9 BrIght. La historia de Israel, cit., p. 107.
10 Josué 24, 2-3, 14-15: “Dijo entonces Josué a todo el pueblo: “Así hablaba
Yaveh Dios de Israel: vuestros antepasados: Teraj, padre de Abrahán y de
Najor, habitaron desde antiguo al otro lado del río, y dieron culto a dioses
extraños…”; “… Ahora, pues, temed a Yaveh y servidle con integridad y
lealtad. Apartaos de los dioses a los que sirvieron vuestros antepasados al
otro lado del río y en Egipto, y servid a Yaveh. Pero si os parece mal servir
a Yaveh, escoged a quién habéis de servir: a los dioses a los que sirvieron
vuestros antepasados al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en
cuya tierra habitais…”.
11 A.
lodS. La religión de Israel. A. Spivak (trad.). Buenos Aires, Hachette, 1939,
pp. 7-18.
12 reNaN. Historia del pueblo de Israel, cit., p. 27.

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