Comportamientos, recursos y proceso: antes de la 'revolución' del consumo - Microhistorias - Libros y Revistas - VLEX 845695633

Comportamientos, recursos y proceso: antes de la 'revolución' del consumo

AutorGiovanni Levi
Páginas267-289
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Comportamientos, recursos y proceso:
antes de la “revolución” del consumo*
N   cualquier problema histórico se favorezca si es tratado a nivel
microanalítico. Pero ocurre que el debate que desde hace alg unos años ha
enfrentado a los investigadores en torno a la microhistoria ha contribuido a
hacerlos conscientes de que la elección de una escala de observación implica
optar por un instru mento analítico que no es neutro, y que la escala de los fenó-
menos no está presente en la realidad. No constituye un dato preestablecido, sino
que resulta de una elección de estrategia que compromete el signicado mi smo
de la investigación: aquello que se ve es lo que se ha querido ver. Obtener y procu-
rar una visión global de u n problema pasa necesariamente por simplicaciones
que pueden estar en el origen de verdaderas ilusiones ópticas e interpretativas,
errores que pueden ser inconscientes, y más discutibles cuando son conscientes.
El trabajo del historiador presenta dos características que rara vez son el
objeto de una conceptualización especí ca y que, sin embargo, plantean graves
problemas. La primera característ ica se reere a los hechos pasados, de los cuales
se supone que se conocen las consecuencias. De lo anterior se desprende que
los encadenamientos causales elegidos en la descripción y en la explicación de
los fenómenos no son invalidados —como ocurriría en una ex perimentación
de laboratorio— por la relación causas/consecuencias, cuando a causas dadas
no corresponden las consecuencias esperadas desde un punto de vista lógico.
Lo que ocurre después puede fácilmente ser considerado una consecuencia de
aquello que lo precede, siempre y cuando el encadenamiento no parezca muy
descabellado. El vínculo que se construye de un hecho a otro es, si se quiere,
de tipo voluntarista. Es creado por el historiador de acuerdo con las reglas
del sentido común y de la razonabilidad, más que a par tir de una vericación
* Tomado de Jacques Revel, editor, Jeux d’échelles. La micro-analyse à l’expérience (París:
Gallimard- Seuil, ), -. Traducción del francés de Luciana Fazio.
 
susceptible de ser invalidada . Independientemente de cuál sea la causa elegida,
las consecuencias permanecen. Se est á en una situación semejante a la indaga-
ción policial de un crimen, cuyo autor es conocido desde el comienzo.
La segunda ca racterística es la relación equívoca que existe entre la comuni-
cación de los resultados de la investigación, que requiere una exposición clara
y simple, y la complejidad de la realidad estudiada. El trabajo del historiador
se conforma de fases sucesivas vincu ladas entre sí, pero que obedecen a técni-
cas y lógicas cuya coherencia no es obvia. La i nvestigación y la escritura de los
resultados se ajustan a tiempos de reali zación y a modos operativos, y persiguen
objetivos prácticos diferentes. Se presenta así una contradicción, por una par te,
entre la obediencia sempiterna a una descripción que se quiere lo más realista
posible —que explica la costumbre que tienen los historiadores de volver sobre
los mismos temas, de los cuales siempre es posible ofrecer una nueva interpre-
tación, debido a que, a mayor complejidad y realismo, mayor cercanía con los
hechos—, y, por la otra, en la relación que un autor mantiene con su lector, que,
por su propia naturaleza, debe recurr ir a una retórica que facilite la inteligibi-
lidad y que debe simplicar elim inando los detalles superuos y sintetizando
el largo trabajo investigativo en unos cuantos cientos de página s.
Al insistir sobre este punto no pretendo privilegiar de modo exclusivo la
parte de la retórica en las formas de comunicación de los resultados, ya que la
escala de observación v iene determinada por el nivel de la investigación. Cons-
tituye, sin embargo, un aspecto importante, ya que el lector puede obtener la
información a través de síntesis que amplían la perspectiva tempora l y espacial,
pero con el riesgo de una simplicación que puede falsear las cosas; puede,
por el contrario, volverse sensible a la complejidad de un problema a través de
procedimientos de generalización basados en obser vaciones minuciosas, en las
cuales la ampliación a nivel microscópico permite destaca r la multiplicidad de
elementos en juego. Pienso que una buena parte del debate “micro”/“macro” se
comprende a partir de esta perspectiva . Mi propia opción por un análisis minu-
cioso de la complejidad resulta igualmente de la constatación de que los proce-
dimientos de generalización adoptados en la historia y en las ciencias s ociales
no solo han hecho gala de debilidad —lo que, después de todo, no sería grave—,
sino que son los causantes de simplicaciones sobrecargadas de consecuencias
ideológicas, e incluso políticas. Las falsas analogías propuestas a nombre del
comparatismo por la historiografía rev isionista en Alemania constituyen un
buen ejemplo. No insistiré más en este punto. Quisiera trabajar un caso de
generalización mucho más neutro, que, sin embargo, contribuyó a simplicar
en su conjunto, de manera arbitraria y equívoca, un problema esencial de la
historia social: el consumo.
Fernand Braudel construyó sobre bases sólidas una i magen global del mundo
mediterrá neo en la Edad Moderna, y en para lelo propuso una serie de puntos

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