El desempeño del sector de la pequeña agricultura familiar - Avance y fracaso en el agro colombiano, siglos XX y XXI - Libros y Revistas - VLEX 697478773

El desempeño del sector de la pequeña agricultura familiar

AutorAlbert Berry
Páginas89-158
89
4. El desempeño del sector de la pequeña
agricultura familiar
La gran mayoría de las personas asociadas a la agricultura colombiana son
o trabajadores asalariados o pequeños productores, así que los indicadores
más dicientes del éxito socioeconómico del desarrollo agrícola son los sala-
rios agrícolas y los ingresos de esos pequeños productores, variables que se
analizan en detalle en el Capítulo 6. Las dos actividades están interrelacio-
nadas en que (a) el sector de pequeños agricultores crea algo de demanda
de trabajo pagado y (b), ya que algunos trabajadores están en condiciones
de moverse entre estas dos actividades, sus ingresos reales o potenciales
como pequeños agricultores se convierten en un factor determinante de su
precio de oferta en el mercado de trabajo y por tanto del salario.
A pesar de la experiencia histórica de los países industrializados, en los
cuales por lo general la mayor parte del crecimiento de la producción agrí-
cola se ha basado en las explotaciones familiares, en los países de América
Latina ha sido común por muchos años la creencia de que el sector de la
pequeña explotación familiar (campesina) no tiene tal potencial. Parte de
la literatura lo describe como un sector inherentemente estancado —por
diversas razones históricas— y que carece de la posibilidad de dinamismo.
Forero et al. (2002a, 14) observan que las percepciones populares del sector
se basan poco o nada en la observación cuidadosa, sino más bien en una
traducción mecánica de las ideas del marxismo, la economía neoclásica, o
el neo-institucionalismo económico. Hay una triste ironía en el hecho de
que la mayoría de la gente, ya sea que se encuentre a la derecha del espectro
político (que tienden a favorecer la gran agricultura comercial privada) o a
la izquierda (marxista-leninistas, que están a favor de la gran explotación
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agrícola estatal o cooperativa) dudan del potencial de este segmento de
la agricultura. Los empiristas que conocen la realidad y los números tienden
a encontrarse en el medio, defendiendo la agricultura familiar.
La pequeña agricultura todavía desempeña y debe seguir por algún
tiempo desempeñando un papel importante en Colombia. Para sus defen-
sores, el sector campesino familiar se ve amenazado por varios grupos y por
la falta de apoyo gubernamental.
Entre esos grupos se incluyen:
i. Los perpetradores de la violencia: narcotraficantes, paramilitares,
guerrilla, militares y otros.
ii. Los grandes propietarios interesados más que todo en la producción
agrícola o pecuaria o la minería.
iii. Los grandes propietarios interesados en la propiedad de la tierra
por razones de prestigio, poder político y militar, estatus social o
motivos especulativos.
Estos grupos interactúan unos con otros en una variedad de maneras,
a veces complejas, y son apoyados por políticos corruptos y un sistema
policivo-judicial disfuncional. Todo ello redunda en una muy alta concen-
tración del control de la tierra que aparentemente ha estado aumentando
por lo menos en las últimas dos décadas.
Las fallas del Estado tienen dos modalidades:
i. El no ofrecer seguridad física a los pequeños propietarios, cientos
de miles de familias en fincas pequeñas han sido víctimas de vio-
lencia rural.
ii. El no apoyar a la agricultura familiar como actividad económica.
Todas estas amenazas y todos estos desafíos son muy serios; los analistas
difieren solo en cuanto a cuáles les parecen más importantes. Quienes ven
poca contribución económica y social en el sector de la agricultura familiar
naturalmente se preocupan menos, en comparación con quienes sí aprecian
esa contribución.
Las amenazas recientes o actuales más obvias están relacionadas con el
desplazamiento que conlleva el control de la tierra por parte de paramilitares
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(y las bandas criminales que emergieron después de su desmovilización formal
en 2006), narcotraficantes y guerrilleros y con el motivo especulativo que
es estimulado por la inversión pública en infraestructura y la expectativa de
una futura disminución de los conflictos y la inseguridad. Indudablemente el
desplazamiento violento de los pequeños agricultores por los grupos citados es
la más conspicua de las amenazas. Es la manifestación extrema de un modelo
histórico en el que la agricultura familiar ha ocupado normalmente tierra que
los grandes propietarios no querían, no porque a los pequeños agricultores
no les hubiera gustado tener mejor tierra o porque no podrían haber hecho
buen uso de la misma, sino porque las instituciones de la sociedad la han
hecho tan inaccesible para ellos que en la práctica no pueden competir por
ella. La dinámica agraria de largo plazo ha expulsado la pequeña agricultura
de las tierras deseadas por los poderosos, tierras a menudo sin título o con
un título que, dentro de un sistema de justicia poco desarrollado y poco
justo, un adversario débil no puede defender contra uno fuerte. Durante
períodos determinados, el conflicto abierto puede ser poco frecuente, pero
esto no quiere decir que no haya un conflicto de intereses subyacente. La
competencia por la tierra entre los grandes propietarios más legítimos y los
pequeños adopta diversas formas, como cuando la agricultura mecanizada
se expande rápidamente en zonas que antes pertenecían a pequeños agri-
cultores. En algunas situaciones esa competencia se puede disimular hasta
el punto de ser invisible, especialmente en el corto plazo. Los procesos de
largo plazo son complicados y lo que ha ocurrido en el pasado hace que hoy
en día algunos de los resultados más deseables no sean posibles. Aun en un
contexto general de competencia es cierto, como lo señalan Forero et al.
(2002a, 17) que existen varias formas de complementariedad mutuamente
beneficiosa entre las explotaciones familiares y las comerciales.
En muchas regiones de Colombia el sector de pequeños productores
genera o debe generar la mayor parte de los ingresos que percibe el 50 al
75 % más pobre de los que participan de una manera u otra en la agricultura.
Es revelador que no existan estadísticas oficiales (o de otro tipo) creíbles
que puedan proporcionar el grado de detalle deseable sobre la cronología
de esos ingresos.1 Análogo a la falta de cifras detalladas que podría facilitar
1 Los datos de la producción agrícola se recogen en gran medida en relación con el cultivo, pero la
mayoría de las pequeñas explotaciones han sido tradicionalmente multi-producto y no ha habido

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