El hombre, un ser afectivo
Autor | Luis Antonio Blanco Blanco |
Páginas | 125-145 |
Capítulo 7
El hombre, un ser afectivo
El hecho de estar dotados de potencia intelectual no nos debe hacer olvidar la
rica variedad de funciones, acciones y reacciones del alma sensitiva, es decir, las
expresiones afectivas.
Las expresiones emotivas afectan todas nuestras demás funciones en su origen,
afectividad. En su origen porque como dice Tomás de Aquino (2012) en la
Summa Theologica
los sentidos están impregnados de emotividad; en el desarrollo por cuanto lo
sensible siempre está presente en nuestras percepciones y motivaciones; y una
vez construida la idea, su expresión externa vuelve nuevamente a depender de las
reacciones emotivas de nuestra sensibilidad.
manifestaciones de la innegable presencia y dominio de lo afectivo en el pensar,
querer y obrar humanos.
La afectividad forma parte de nuestra estructura humana y debe ser tenida
en cuenta en todo análisis del comportamiento de los hombres. Es necesario,
entonces, estudiar qué es, cómo funciona, cuál es la importancia y cuáles son las
consecuencias éticas de la afectividad humana.
ÉTICA INTEGRAL
126
7.1 CONCEPTOS PRELIMINARES
7.1.1 La estructura sensorial
El cuerpo humano está provisto de órganos sensoriales o estructuras que son
sensibles a varios tipos de energía existentes en el entorno. Tales órganos
captan esta energía y la transforman en impulsos nerviosos que se transmiten
transforman energía lumínica; los oídos captan y transforman los sonidos; la piel
es sensible a la energía que llega al cuerpo mediante la temperatura, la presión
y el contacto; y los estímulos físico-químicos captados por la lengua y por la
nariz provocan reacciones eléctricas que luego se traducen en las sensaciones
del gusto y del olfato.
Además de recibir y transmitir estímulos al cerebro, los distintos órganos
sensoriales nos proporcionan una protección intrínseca contra cualquier
manifestación energética desmesurada que pueda provocar sensaciones de
dolor o de placer.
Completando los cinco sentidos principales, disponemos de una especie de
sexto sentido que nos permite delimitar nuestra posición en el espacio y en
relación con la gravedad.
La encargada de recibir, examinar, seleccionar, comparar, organizar y presentar
la información de lo que los sentidos nos transmiten como visiones, sonidos y
demás es la llamada corteza cerebral o córtex. Esta cubre en toda su extensión los
dos grandes hemisferios cerebrales localizados en la parte superior del encéfalo y
está compuesta por aproximadamente ocho mil millones de células nerviosas muy
activas que a su vez son alimentadas, protegidas y sostenidas por unos sesenta
y cuatro mil millones de gliales. La corteza cerebral está plegada en una serie de
circunvoluciones y dividida en cuatro secciones correspondientes a los cuatro
El lóbulo frontal, el de formación más reciente dentro del proceso evolutivo del
hombre, se ocupa del control consciente de todos los movimientos voluntarios;
de él salen las órdenes para la ejecución de todas las formas de movimiento:
desde correr y saltar hasta el control motor preciso requerido para el habla. La
zona prefrontal del lóbulo frontal tiene a su cargo las formas superiores de la
actividad mental y juega un papel importante en la determinación de nuestra
personalidad y nuestra inteligencia en general.
Detrás de los lóbulos frontales, y divididos por el surco central que separa los
dos hemisferios del cerebro, se encuentran los lóbulos parietales, que son las
principales áreas de recepción de las sensaciones táctiles y del equilibrio espacial.
En los lóbulos occipitales se reciben las sensaciones e imágenes transmitidas por
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