Las ideas federales en la década de 1850 - Federalismo y descentralización en la Nueva Granada - Libros y Revistas - VLEX 911526298

Las ideas federales en la década de 1850

AutorPaola Ruiz Gutiérrez
Páginas193-260
CAPÍTULO 3
LAS IDEAS FEDERALES
EN LA DÉCADA DE 1850
Hoy tal idea [de la federación] se presenta en la Nueva
Granada con una fuerza de opinión tal […] que al
presente no hay dique alguno que sea bastante fuerte para
contener el curso de esa idea dominadora1.
Entrar ahora en la vía de la Federación es arrojar el
guante al porvenir, quemar las naves de un pasado que
nos han hecho débiles por el estancamiento2.
La década de 1850 se caracterizó por profundas transformaciones
políticas que llevaron al triunfo de las ideas federales. Aunque la fe-
deración no era una idea nueva para entonces, se nutrió de diversas
coyunturas como el proceso de descentralización política y scal que
la situaron en el centro del debate por la organización del Estado. Ese
proceso planteó cuestiones como hasta dónde podía llegar la auto-
nomía de las localidades, las facultades que el Gobierno nacional les
podía conceder y su capacidad para asumirlas. Más importante aún,
si para lograr los objetivos que ésta se había planteado era suciente
un sistema de gobierno mixto o si se requería el establecimiento de la
1 “Solicitud que dirige al Congreso la Cámara Provincial de Antioquia, sobre
reforma a la constitución, Medellín, 22 de octubre de 1850”, Gaceta Ocial n.º 1190
(Bogotá), 23 de enero de 1851.
2 José María Samper, Ensayo aproximado sobre la geografía política i estadística de los
ochos estados que compondrán el 15 de septiembre de 1857, la federación Neo-granadina (Bogotá:
Imprenta de El Neo-granadino, 1857), 37.
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república federal. Y es que para algunos el federalismo era la culmi-
nación de ese proceso de descentralización y expresión del perfeccio-
namiento político.
El debate por el federalismo en los años cincuenta retomó diver-
sos argumentos planteados desde inicios del siglo a la vez que incorpo-
ró una lectura crítica sobre la experiencia reciente de otros países de
América Latina. Tanto sus detractores como defensores apelaron a las
mismas referencias que, no obstante, demostraban formas diversas de
entender la organización política. Este debate cuyo principal escena-
rio fue la prensa, tenía como objetivo dilucidar las razones que debían
llevar a la adopción o rechazo de la forma federal en la Nueva Grana-
da e inuyó en las discusiones legislativas que al mismo tiempo se esta-
ban llevando a cabo en el Congreso para denir si se emprendía una
reforma en sentido federal.
Por otro lado, el federalismo se abordó desde dos perspectivas
diferentes que dieron cuenta de la maleabilidad de una idea que se
ajustaba a diversos intereses y que podía ser reclamada por diversos
sectores. Por un lado, fue usado para respaldar aspiraciones regionales
de autonomía local que tuvieron una particular formulación en espa-
cios como Antioquia y Panamá. Por el otro, el federalismo fue enun-
ciado como un proyecto de asociación continental que a la vez que
rememoraba la experiencia de la República de Colombia, planteaba
nuevos mecanismos de integración política. De esta manera, durante
los años cincuenta las ideas federales demostraron no solo una vitali-
dad de la que habían carecido en el pasado, sino también sus posibili-
dades de elaboración.
El federalismo en las primeras décadas del siglo 
En la Nueva Granada, de la misma manera que sucedió con los demás
espacios americanos, la invasión de Napoleón a la península ibérica
en 1808 abrió un periodo de reconstitución política sin precedentes.
Frente a la vacatio regis y la reasunción de la soberanía de los pueblos
legitimada por diferentes preceptos teóricos ampliamente conocidos,
se procedió a la formación de juntas de gobierno desde 1810 que se
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multiplicaron rápidamente por todo el virreinato. La amplitud de este
proceso que no se limitó a las ciudades y villas, generó un enorme de-
safío para las capitales y ciudades principales ante la multiplicación
de soberanías que amenazaba su preeminencia y la jerarquía político-
territorial3.
Ante la necesidad de generar algún tipo de articulación entre los
diferentes cuerpos políticos del reino surgió la convocatoria a un con-
greso general que debía reunirse en la capital —Santafé— a nales
de 1810. La ausencia de los diputados de las provincias de Antioquia y
Cartagena, pese a la urgencia de la reunión, y la negativa de Santafé
a aceptar la federación planteada por las demás provincias, dejaron en
evidencia las dicultades de reconstruir una autoridad política. Ante
las discrepancias surgieron dos procesos paralelos: por un lado, la pro-
vincia de Cundinamarca —que desde 1811 asumió este apelativo en
sustitución del de Santafé— reclamando la preeminencia política del
reino, intentó consolidar y extender su poder mediante una estrategia
que implicó promover que espacios secundarios rechazaran la suje-
ción a sus antiguas capitales coloniales y se integraran a la jurisdicción
cundinamarquesa. Por el otro, varias provincias del virreinato intenta-
ron consolidar una alianza federal que permitiera a los diferentes es-
tados provinciales surgidos de la coyuntura 1808-1810, establecer un
tipo de autoridad conjunta. De estos esfuerzos resultaría la suscripción
del acta de federación que daría origen a las Provincias Unidas de la
Nueva Granada en 1811 rmada por diputados de Antioquia, Casana-
re, Cartagena, Pamplona, Tunja y Popayán. Esta unión confederal que
respondió a la “dispersión geográca de los poderes”4, reconoció a las
provincias “mutuamente como iguales, independientes y soberanas,
garantizándose la integridad de sus territorios, su administración inte-
rior y una forma de gobierno republicano” que desconocieron “expre-
samente la autoridad del poder ejecutivo o regencia de España, cortes
de Cádiz, tribunales de justicia y cualquier otra autoridad subrogada
3 Sobre una visión general sobre este proceso, véase Catalina Reyes, “El derrumbe
de la primera república en la Nueva Granada entre 1810 y 1816”. Historia Crítica n.º 41
(mayo-agosto 2010): 38-61.
4 Calderón y Thibaud, La majestad, 100.
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