De provincias a estados: la transformación de los espacios político-territoriales
| Autor | Paola Ruiz Gutiérrez |
| Páginas | 321-421 |
CAPÍTULO 5
DE PROVINCIAS A ESTADOS:
LA TRANSFORMACIÓN DE LOS ESPACIOS
POLÍTICO-TERRITORIALES
Hacer la historia de la división político-administrativa
es historiar las relaciones entre el poder y el espacio1.
Los debates e intentos de denición de un régimen político en la
Nueva Granada a mediados del siglo se tradujeron en una reor-
ganización territorial que buscó a través de la división administrativa
denir las jurisdicciones y ámbitos políticos de las entidades territoria-
les. Aanzar el control del Estado, mejorar la administración pública
y precisar los cuerpos territoriales que ejercerían diferentes funciones
políticas y administrativas, fueron los objetivos que guiaron la organi-
zación del territorio.
Como ha señalado Antonio Hespanha la división administrativa im-
plica una lectura política del espacio2. El proceso de descentralización
iniciado en la década de los cuarenta se fundamentó en la necesidad
de mejorar la capacidad institucional de las autoridades y corporacio-
nes municipales, proceso que debía ir acompañado de una reforma
territorial que permitiera concretar su acción a un espacio limitado.
Esto derivó en la fragmentación del territorio y en la creación de nue-
vas provincias que cambiarían el mapa político de la Nueva Granada.
En contraste, la república federal que desde los años cincuenta se em-
pezó a discutir y proyectar se sustentó en un principio territorial que
1 António Hespanha, Vísperas del Leviatán. Instituciones y poder político (Portugal, siglo
XVII) (Madrid: Taurus, 1989), 76.
2 Hespanha, Vísperas del Leviatán, 85.
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apeló a grandes entidades políticas que dieron origen a los estados fe-
derales. Esto llevó a un proceso de reintegración política y territorial
que expuso conictos de vieja data a la vez que propició nuevas dispu-
tas jurisdiccionales. Paradójicamente, la fragmentación provincial de
mediados de siglo que buscó romper con las estructuras territoriales
que habían sido escasamente tocadas desde nales del siglo , fue
sustituida por unos estados federales que restauraron las jurisdiccio-
nes “históricas”.
El problema territorial fue quizás uno de los temas que más rápido
y con mayor fuerza se hizo presente en la discusión en torno a la cons-
trucción de los Estados nacionales en la época posindependiente. En
esa coyuntura se hizo necesario no solo jar las fronteras internacio-
nales sino también redenir la naturaleza de las entidades político-te-
rritoriales y un nuevo esquema jerárquico que las vinculara entre sí.
En la Nueva Granada, como en la mayoría de los países latinoameri-
canos, la continuidad con respecto a las demarcaciones coloniales fue
la norma. En los albores de la independencia, el Virreinato de la Nue-
va Granada estaba constituido por 15 provincias que aumentaron a 17
bajo la República de Colombia. Con el establecimiento denitivo de la
Nueva Granada en 1832, su territorio se dividió en 20 provincias, nú-
mero que se mantuvo sin alteración hasta mediados de siglo. Para 1852
se contaba ya con 31 que ascendieron a 36 en 1855. Mientras en un
lapso de 17 años, de 1832 a 1849, el número de provincias se mantuvo
casi estable3, en el corto periodo de 1850 a 1855 se dio un rápido in-
cremento de 22 a 36 entidades territoriales. En este proceso sobresale
tanto el aumento del número de provincias como la tendencia a rom-
per con la continuidad histórica de algunos espacios como Antioquia
o Pamplona. Pero con la misma rapidez con que se procedió a frag-
mentar el territorio, se llevó a cabo su reunicación para dar paso a la
creación de 8 estados federales en 1858. Esta rápida reforma territorial
siguió así el ritmo de la transformación política.
3 En este periodo de 17 años solo se crearon dos nuevas provincias: la de Túquerres
y Barbacoas, por medio de la ley del 8 de junio de 1846.
Federalismo y descentralización en la Nueva Granada322
La reorganización del territorio no estuvo exenta de conicto.
No se trataba solamente de denir cómo y en cuántas unidades terri-
toriales dividir la República; también se debía especicar su natura-
leza política. Por otro lado, al interior de provincias y estados federales
se produjo una lucha entre diferentes poblaciones por la prerroga-
tiva de ser capital, por el establecimiento de una nueva jerarquía polí-
tico-territorial y por los equilibrios políticos internos que, a través de
la reorganización del territorio, se buscaron establecer. La discusión
a propósito de la reforma territorial reveló así las tensiones, conic-
tos de poder y modos diversos de concebir las comunidades políticas
que se pusieron en juego. Así mismo, puso de presente la variedad de
actores que participaron en su denición: no solo el Congreso y el
Poder Ejecutivo intervinieron en la creación, supresión y modicación
de los entes territoriales, también lo hicieron las comunidades locales
que aportaron su propia visión sobre el territorio, sus modos de apro-
piación y ordenamiento. Así, el problema de la división administrativa
nos habla tanto de la denición territorial del Estado como de la rela-
ción entre éste y las comunidades locales.
“Se gobiernan mejor pocos hombres que muchos”:
descentralización política y reforma territorial,
1849-1855
La Nueva Granada heredó en 1832 la división administrativa creada
bajo la República de Colombia consistente en provincias, cantones y
distritos parroquiales. Entre 1832 y 1849 tan solo se crearon dos nuevas
provincias, conservándose casi sin alteración el ordenamiento existen-
te al menos desde la década de 1820. No pasó lo mismo con los canto-
nes y distritos parroquiales. Aunque no contamos con datos precisos,
sabemos que a lo largo de la primera mitad del siglo se crearon y
reconocieron varias poblaciones como distritos parroquiales sin me-
diar en apariencia conicto alguno. La organización cantonal fue más
problemática. Como se recordará, los cantones desempeñaron impor-
tantes funciones scales, judiciales y administrativas entre las que se
contaba, por ejemplo, la realización de las elecciones. Debido a estas
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