Instrumentos para el diagnóstico integral de la oferta en destinos turísticos, - Gestión de municipios turísticos : instrumentos básicos de acción - Libros y Revistas - VLEX 929225233

Instrumentos para el diagnóstico integral de la oferta en destinos turísticos,

AutorNoemí Wallingre, Alejandro Villar
Páginas115-154
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Si, como se arma en la introducción de este libro, un destino turístico es un lugar (ciu-
dad, comarca, corredor, región, provincia, país) que reúne homogeneidades de recursos
e identidades que permiten el desarrollo de productos turísticos compartidos, que debe
disponer de servicios, infraestructuras e instalaciones englobados mediante un tejido
institucional favorable para satisfacer las necesidades de la demanda; y si la existencia
de un destino tiene como punto de partida, salvo en casos excepcionales, la posesión de
atractivos y, como lo resalta De Mainstre (en Sanz y Martín, 2006, p. 48), “la mayor parte
de los destinos turísticos son transformaciones de lugares monótonos y corrientes, en
lugares donde sus dimensiones exóticas y extraordinarias son destacadas y resaltadas”; y
si además, como dice Molina (2000), no importa tanto lo que se tiene –como es el caso
de los atractivos– sino lo que se hace con lo que se tiene, y no todo espacio potencial-
mente turístico llega a serlo realmente porque se necesita que los agentes económicos
decidan su puesta en escena para el consumo, y, a pesar de estas consideraciones, en todo
el mundo surgen desarrollos turísticos inapropiados, ejecuciones mal orientadas y con-
secuencias que nadie desea (Jafari, 2005), por todo ello se coincide con Ejarque (2005),
quien plantea que “un destino turístico tiene que producirse”. En el proceso de “produc-
ción” es requisito que los destinos, ya sean ciudades o un conjunto de ellas agrupadas,
deban conjugar y optimizar el aprovechamiento de los distintos componentes de la oferta
turística, incluyendo tanto los atractivos y los productos como la planta turística y las
infraestructuras que se encuentren directa e indirectamente relacionadas con el turismo.
Sólo de esta forma se logrará el carácter atractivo de los destinos centrado en el conjunto
de sensaciones, creencias y opiniones que una persona percibe acerca de la habilidad que
estos tienen para proveer satisfacciones en relación con sus necesidades vacacionales (Hu
y Ritchie, 1993), lo que por lo tanto incidirá en la decisión de viajar.
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Por ello, en este capítulo se presenta un conjunto de propuestas para relevar y pro-
nosticar la oferta turística que permitan facilitar la valoración y la gestión de los destinos.
Podrá actuar como una guía elemental cuya pretensión básica es servir de instrumento
para que los gestores locales puedan orientar y optimizar su gestión. Bajo ninguna cir-
cunstancia estas propuestas deberán instrumentarse descontextualizadas del entorno y
las características particulares de cada destino.
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La Organización Mundial del Turismo (, 1998) sostiene que el turista, cuando toma
la decisión de viajar, emprende una actividad que percibe como un solo producto: el
viaje. De esa forma, no considera separadamente cada parte de la cadena, sino su satis-
facción nal con la experiencia. Por ello reconoce que evalúa la “experiencia turística
integral” (gura 1).
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Esto obliga a que en el proceso de desarrollo y de gestión de los destinos turísticos se
deban reunir homogeneidades de atractivos e identidades que permitan implementar
productos turísticos, y disponer de servicios, infraestructuras e instalaciones, englobados
mediante un tejido institucional favorable con el propósito de satisfacer las necesidades
integrales y los requerimientos de experiencias de la demanda.
La actividad turística se sostiene básicamente en esa amalgama de servicios, ins-
talaciones y organizaciones. Esto hace que tanto su desarrollo como su gestión deban
encaminarse desde un enfoque coordinado considerando la importancia de las relacio-
nes entre todos los elementos involucrados, incluyendo la demanda, la oferta, el espacio
y a los operadores del mercado. Desde esta perspectiva, se asume que el turismo debe
encauzarse teniendo en cuenta las características de un sistema compuesto por recursos
y servicios interdependientes, y de manera conjunta.
Cuando se realiza el recorte del análisis desde la oferta, el desarrollo y la gestión
deben también ser entendidos de forma global, incluyendo tanto los atractivos y los pro-
ductos turísticos como los servicios elementales o de base, es decir, todas las prestaciones
directas e imprescindibles y que son la razón por la que la demanda se dirige al destino,
y satisfacen su necesidad principal; y los servicios periféricos o complementarios que se
ubican alrededor de los servicios de base y que si bien son, desde una primera lectura,
más prescindibles, también son determinantes de la competitividad del destino.
Entonces, cuando en un destino turístico se encaminan iniciativas, todas deben ten-
der hacia una integración o sistema, caracterizadas por ofrecer una red de servicios,
empresas y propuestas entrelazadas y conectadas entre sí. Tendrán que efectuarse desde
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una perspectiva sistémica, debido a que la teoría general de los sistemas ha sido calicada
como “la ciencia de las ciencias”, pues integra las diversas estructuras y proporciona la
posibilidad del manejo de un lenguaje común, independientemente del área de conoci-
miento cientíco de que se trate (Molina y Rodríguez, 1991). Un sistema es, básicamente
entendido, un conjunto integrado de elementos que relacionados entre sí ordenadamente
contribuyen a lograr determinados objetivos. El pensamiento sistémico no puede prac-
ticarse de manera individual porque eso escapa a su esencia; y por ello necesita disponer
de la mayor cantidad de perspectivas, donde ningún componente de una organización
debe quedar excluido. La idea central de este enfoque se centra en que cualquier com-
ponente de una organización afecta a los correspondientes de las otras, y no existen
componentes aislados sino interactuantes e interdependientes y que son fundamentales
para el funcionamiento del todo. Permite abordar los problemas de forma holística y
encontrar soluciones conjuntas.
Este enfoque es coincidente con el aporte de Pesci (2000, p. 71) cuando, al referir-
se al pensamiento analógico –el que por su naturaleza establece relaciones–, expresa:
“Las relaciones no son lineales sino complejas, caóticas, no son sincrónicas sino más
bien diacrónicas, y demuestran que la realidad no se comporta como diagrama de ár-
boles jerárquicos, sino como redes o semitramas cuyos centros de atracción cambian
continuame nte”.1
Retomando la idea sistémica, fue Neil Leiper2 quien en 1979 hizo accesible la inter-
pretación del turismo desde esa perspectiva y planteó un muy conocido sistema turístico
abierto de cinco elementos interactuando en un amplio medioambiente: uno dinámico,
el turista –mercados nacionales o internacionales–, tres geográcos: la región generadora
–ciudad de residencia de los turistas–, la ruta de tránsito o de traslado –donde se pro-
ducen los desplazamientos–, la región de destino –destino turístico– y uno económico,
que denominó industria turística (Acerenza, 1995, pp. 165-205). El elemento económico
incorpora, a modo de subsistemas o conjuntos menores y especícos, las prestaciones de
servicios de alojamiento, transporte, gastronomía, amenidades, actividades y entreteni-
mientos, entre otras. Por su relevancia reciente se debe adicionar al ámbito institucional
constituido por los mecanismos y normas –considerando las políticas públicas y priva-
das– orientados a regular, organizar y garantizar el funcionamiento de ese sistema. De-
ben agregarse las instituciones educativas, que facilitan la formación y capacitación de los
recursos humanos, y la población residente, aspectos que se desarrollan en otros capítu-
los de este libro. Los sistemas abiertos son dinámicos, cambian, se modican y adaptan.3
Con posterioridad, Molina (2000), siguiendo esta línea de pensamiento, concibe el
turismo también como un sistema abierto, relacionado con el medioambiente, con el que
establece intercambios: el sistema importa insumos que al ser procesados emergen al en-
torno en forma de producto. Su postura se apoya en un enfoque de destino, apropiado para
el tratamiento de este capítulo, y se integra por seis subsistemas: superestructura, demanda,
1 El autor menciona que hay que ir de una sociedad de ujos lineales a la sociedad de ujos cíclicos, que encara
holísticamente y relacionalmente la realidad.
2 Sin embargo, fue Raimundo Cuervo, que fuera director de la Dirección de Planeación del Departamento de
Turismo de México, quien en 1967 abordó por primera vez el estudio del turismo desde esta teoría, aunque no
tuvo la debida difusión. Posteriormente, numerosos autores realizaron aportes desde esta perspectiva.
3 También existen sistemas denominados cerrados, que son completamente estructurados y son propios de las
investigaciones de laboratorio.

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