Introducción
| Autor | Sergio Cárdenas, José Danilo González, Edgar Ramírez |
| Páginas | xi-xx |
XI
Introducción
Promover un uso adecuado de la información y la evidencia como parte de los múl-
tiples mecanismos de toma de decisiones que tienen lugar en las organizaciones
educativas resulta fundamental para mejorar los procesos de diseño, instrumentación,
adaptación y terminación de las políticas de distribución de oportunidades educa-
cionales. Los efectos positivos del uso de información en los procesos de toma de
decisiones que tienen lugar en el interior de este tipo de organizaciones se relacionan
con la reducción de la incertidumbre (Ongaro y Andreotti, 2021), la posibilidad de
acercar innovaciones y aprendizaje externo, y con el brindar evidencia sobre inter-
venciones eficaces, lo que, en conjunto, significa disponer de nuevas herramientas
y medios que contribuyan a mejorar la gestión.
Las personas responsables de diseñar e instrumentar programas educativos por
lo general tienen ante sí diversas rutas y mecanismos para recopilar, organizar y
utilizar evidencia e información útil para los procesos de toma de decisión. De la
ruta que elijan, las fuentes de las que dispongan, la relevancia y la confiabilidad que
concedan a la información y la evidencia disponibles, así como de los conocimien-
tos, experiencias y herramientas a los que recurran para interpretarlas, dependerá
muy probablemente la manera en que definirán los problemas públicos que buscan
resolver y, por tanto, la orientación y continuidad de sus decisiones y acciones.
En este sentido, aquellos responsables de guiar las distintas agencias educativas,
sea de manera intuitiva o modelada, interpretan constantemente la muy diversa evi-
dencia disponible en torno a sus organizaciones. Las variaciones que se observan en
la forma en que los decisores usan dicha evidencia para guiar sus decisiones, por lo
general ligadas a la forma en que se conceptualiza o define la evidencia y a la forma
en que se percibe un decisor puede usarla en procesos decisorios, vuelven relevantes
los esfuerzos por estudiar los factores que determinan los criterios y las prácticas de
uso en cada organización. Adicionalmente, se vuelve una prioridad comprender los
potenciales efectos que tendría el uso adecuado de evidencia e información, enten-
dido como una adopción de procesos intencionales y ordenados de conocimiento
adquirido, con el fin de influir decisiones dentro de la organización, sin incurrir en
una “subutilización, uso inadecuado, uso prematuro o un sobreuso” (Loera-Varela,
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