Introducción. Relatos campesinos en el Sarare araucano
| Autor | Juan Eduardo Moncayo Santacruz |
| Páginas | 25-50 |
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Introducción
Relatos campesinos en el Sarare
araucano
Para establecer conexiones entre los capítulos de este libro y los lectores
que se acerquen a ellos, en este texto se abordan los relatos campesinos
que me llevaron a reflexionar sobre la configuración del territorio rural
colombiano. El espacio geográfico de estos relatos es la región del Sarare, en
el departamento de Arauca (figura 1); el tiempo, el período comprendido
entre 1991 y 2006, cuando la Asociación Departamental de Usuarios
Campesinos de Arauca (
aduc
) y, posteriormente, las Organizaciones
Sociales de Arauca me concedieron el privilegio de acompañarlas en la
búsqueda de un mundo mejor para todos; los personajes, mujeres y hom-
bres de todas las edades que, desde su experiencia en la colonización del
Sarare y con una calidad humana excepcional, me hicieron vivir otras
Figura 1. La región del Sarare en el departamento de Arauca
4.5 0 4.5 9 km.
Río Arauca
Nevado
del Cocuy
Cordillera
Oriental SaravenaArauquita
Fortul
Tame
Región del Sarare
Puerto Rondón
Río Casanare
Arauca
Cravo norte
Río Meta
Venezuela
O E
N
S
Fuente: elaborada por Mario Moncayo.
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El territorio como poder y potencia
realidades posibles; los procedimientos, prácticas formativas cercanas a
la investigación-acción que se constituyeron en el punto de partida y
de llegada del diseño e implementación de modos alternativos de vida.
Quizás porque pusieron sus cuerpos y sus pensamientos al servi-
cio de sus territorios, muchas de las personas que construyeron esos
relatos fueron asesinadas, encarceladas o desplazadas a lo largo de ese
período. A lo mejor, así como las campesinas de ahora no saben que
aprovechar sus mejores cosechas para recoger semillas se convirtió
en un delito, ellas tampoco sabían que la elemental tarea de los seres
humanos de construir nuevas maneras de sentir, de conocer y de pen-
sar sería castigada con la muerte, la prisión o el destierro. Con todo, y
hasta que la violencia del régimen hizo físicamente imposible vivir en
el territorio, se diría que en esos tiempos, y tal vez como una manera
de hacer justicia, el ruido de la destrucción fue siempre superado por la
energía de la creación, que ampliaba permanentemente los límites de
las fronteras conseguidas. Tal como se ve ahora desde la distancia de los
años, parece que el afecto, la comunidad y la alegría fueron realmente
los elementos movilizadores de esa fuerza vital que estableció nuevas
relaciones dentro de nosotros y “nos hizo romper la soledad para bus-
car en la participación la posibilidad de ser felices” (
aduc
, 1991, p. 10).
Este trabajo nace de esa experiencia que nos hizo entender, a un cos-
to demasiado alto, que los territorios rurales colombianos se configuran
en el conflicto entre modelos dominantes y procesos de autodetermina-
ción y que había que profundizar en la naturaleza de ese conflicto para
recomponernos a nosotros mismos y conversar con las nuevas genera-
ciones sobre la necesidad de buscar instrumentos eficaces que permitan
hacer sustentables y sostenibles los territorios campesinos. Bien es sabido
que los modelos de desarrollo rural implementados en Colombia por
las instituciones políticas, los gobiernos y los gremios económicos no
han hecho sostenibles los territorios rurales y que persisten la pobreza,
el analfabetismo, la baja productividad de las unidades económicas, el
difícil acceso a la propiedad por parte de los campesinos sin tierra, la
concentración de la riqueza y, en general, todos los pretextos que han
dado origen a todas las políticas rurales desde la reforma agraria hasta
la fecha (
aduc
, 1992). Lo que poco se visibiliza es que, paradójicamente,
la marginalidad se ha convertido en una especie de caldo de cultivo de
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