Trayectos territoriales en el Sarare araucano - El territorio como poder y potencia. Relatos del piedemonte araucano - Libros y Revistas - VLEX 850926305

Trayectos territoriales en el Sarare araucano

AutorJuan Eduardo Moncayo Santacruz
Páginas141-164
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Trayectos territoriales
en el Sarare araucano
En los textos anteriores, se vieron los diversos mapas de la cartografía
del territorio que dan cuenta de los dominios de la existencia humana;
de la configuración territorial —como conjunto de cualidades o pro-
piedades físicas, bióticas y antrópicas del territorio—; de las formas de
representación del mismo y de los sistemas que eventualmente podrían
usarse para el estudio del devenir territorial —en el contexto del sujeto
de la modernidad, que sitúa la interacción entre modelos dominantes y
procesos de autodeterminación en el debate entre aparatos trascenden-
tes y fuerzas inmanentes de construcción territorial—. Esto me llevó a
proponer una gramática del territorio para identificar los signos que a mi
juicio aparecen cuando se relacionan categorías derivadas de la matriz
de poder modernidad/colonialidad, y de las resistencias que han ido
surgiendo desde distintos lugares del Abya-Yala, con las complejidades
espacial, temporal y organizacional del territorio y con las causas pro-
ximales y subyacentes de transformación de los paisajes.
En este capítulo, y en la medida que los trayectos territoriales se
recorren a través de mapas y signos que ubican y significan el espacio/
tiempo/persona de la cultura, se establece la relación de los mapas y
signos surgidos en las cartografías y gramáticas del territorio, con la
llanura, la soledad y el viento (Domínguez, 1998) de la Orinoquia, parti-
cularmente con los ríos, montañas y selvas que determinan las relaciones
cultura-naturaleza en la región del Sarare. En la medida que este trabajo
está orientado a promover con las Organizaciones Sociales de Arauca
un diálogo encaminado a encontrar instrumentos de política pública
que permitan hacer sustentables y sostenibles territorios campesinos
en el Sarare araucano, la decisión de partir de lo general a lo particular
no busca encontrar ningún tipo de principio que oriente desde lo alto
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El territorio como poder y potencia
la dinámica de sus sistemas combinados sociedad-naturaleza, pues el
juego de mapas y signos que se ofrece solo quiere aclarar conceptos e
identificar algunas causas subyacentes de segundo orden —si así pueden
llamarse a los distintos paradigmas de la matriz de poder modernidad/
colonialidad— que han direccionado la configuración territorial de
América Latina, desde aparatos trascendentes que históricamente han
negado los modos de ser de los territorios como emergencia de lo físico,
lo biológico y lo humano.
En este orden de ideas, teniendo presente la idea de autonomías
transfronterizas como construcción permanente de nuevas maneras de
sentir, conocer y pensar espacios y tiempos culturales, donde la formación
de sistemas autopoiéticos ocurra de manera inevitable en los sistemas
combinados sociedad-naturaleza, el criterio geográfico que se considera
conveniente para abordar la región es el de cuenca hidrográfica. Y “si bien
es cierto que los llanos herbáceos que señorean sobre una gran parte de
la planicie constituyen el paisaje más típico de la región orinoquense,
también lo es que en la cuenca del Orinoco hay mucho más que eso: An-
des, selvas, serranías, planicies de erosión, etc.” (Domínguez, 1998, s. p.).
El desconocimiento o la indiferencia ante esa realidad han impedido
ver los problemas locales en sus contextos regionales y globales. Como
se sabe, la cuenca del Orinoco tiene una de las hidrografías más ricas
del planeta, “pero la vertiente andina que desciende hasta la planicie es
demasiado abrupta y los ríos que nacen allí literalmente se desploman
centenares de metros por cada kilómetro de recorrido horizontal” (s. p.).
Ello erosiona los suelos y señala que la extracción de madera, la explota-
ción petrolífera, la extensión de la infraestructura y la expansión agrícola
—causas proximales de fragmentación del paisaje en razón de los factores
demográficos, culturales, económicos, sociales y políticos que subyacen a
ellas— representan una catástrofe territorial, en términos de la disminu-
ción de la complejidad ecológica y el aumento de la conflictividad social.
Desde la invención de América, “la historia de la Orinoquia se ca-
racteriza por un sino trágico en donde cada período está señalado por
la destrucción casi total de la población y su comarca” (Domínguez,
1998): primero por la conquista española, que los pueblos del Abya-Yala
definieron como la revolución invertida del Pachakuti; luego por las lla-
madas guerras de independencia, que cambiaron el dominio español por

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