Legitimación del poder local - Clientelismo - Estudios sobre el clientelismo en el sistema político en Colombia. La contribución de Francisco Leal Buitrago. Tomo III - Libros y Revistas - VLEX 779272637

Legitimación del poder local

AutorAngelika Rettberg/Laura Wills-Otero/Miguel García Sánchez
Páginas169-224

Capítulo cinco
Legitimación del poder local
E C,  fenómeno que podría llamarse “ juridiscismo” —o “legu-
leyismo” según el término popula r— es, quizás, mucho más acentuado que en
el resto de países de la región latinoamerica na. Contrasta ello con la baja capa-
cidad de aplicación de las normas, pues, para citar lo más protubera nte, desde
hace más de cuarenta años, casi ininterrumpidamente, el país vive en estado
de sitio. No obstante, el fetichismo de la ley y un supuesto Estado de derecho
hacen que los aspectos formales sean de gra n importancia dentro de la política,
lo cual obliga a tenerlos en cuenta como factor de primer orden en cualquier aná-
lisis. En el problema que nos ocupa, el del clientelismo como fenómeno nacional
proyectado a un estudio de caso, el sistema electoral es la manifestación más
palpable del formalismo jurídico. Con él se aprovechan su importancia y opera-
tividad en las democracias representativas par a utilizarlo como medio principal
de legitimación de fundamenta les decisiones que, por lo general, conrman la
distribución establecida del poder político.
En capítulos anteriores se indicó que el ejercicio del régimen del Frente
Nacional logró congurar un sistema p olítico articulado a part ir de las relaciones
de clientela, con legitimación en última inst ancia en las elecciones. El antiguo
sistema electoral, artesa nalmente manejado como correspondía a una sociedad
atrasada, se transformó paulatinamente en una sosticada “maquinaria” que
conserva, sin embargo, buena parte de los rud imentos del pasado. Este hecho,
junto con la manipulación misma del proceso electoral, facil ita que se tenga segu-
ridad previa sobre los resultados en sus tendencias principales. Natura lmente,
permanece un margen de maniobra difícilmente inuenciable, que tiene que
ver con la mayor complejidad adquirida por la sociedad a medida que avanza su
proceso histórico. La “maquinaria” dedica gra n parte de su tiempo para impedir
que se amplíe este factor; por ejemplo, se mantienen mecanismos obsoletos en
el sistema electoral, se inventan fórmulas para desconocer el voto de opinión
y se amarra legal mente al Estado para que avale la intermediación clientelista.
 E         C
En virtud del indudable peso que tienen las elecciones en el contexto polí-
tico colombiano, este capítulo hace un análisis de los resultados electorales
que se relacionan con el estudio del caso de Rionegro. Los tópicos del análisis
comienzan en , debido a que en ese año se inicia el proceso que alteró las
tendencias políticas del país; la disponibilidad de los datos facilita hacer este
rastreo. El primer tópico indaga sobre la consistencia en la aliac ión partidista
tradicional en los municipios de Santander, para compararla con las atípicas
elecciones de  que aceleraron la formación y la consolidación del sistema
político del clientelismo. El segundo tema aboca el problema de las listas electo-
rales en el mismo departa mento, puesto que su proliferación indica el ascenso al
plano nacional de los caciques regionales, y el consiguiente ocaso de la s jefatu-
ras naturales. El tercer tópico toma las votaciones para corporaciones públicas
en el departamento de Santander, ya que estas corporaciones son el principal
nivel electoral de legitimación del sistema político. Por igual razón, el cuarto
tema presenta los datos electorales para corporaciones públicas en el municipio
de Rionegro. El quinto aspecto escudriña los resultados de las elecciones pre-
sidenciales, como complemento para la compresión del problema. Finalmente,
se analiza c ierta información scal de Rionegro, en virtud de que este sistema
involucra la fuente principal de los recursos económicos empleados para la
intermediación clientelista.
La coyuntura electoral de  y la liación política municipal
El transcurrir político formal de la República no ha experimentado mayores
sobresaltos durante su historia. Desde la aparición del bipart idismo, a mediados
del siglo , los “grandes” cambios han ocurrido apoyados por una est ructura
que ha acompañado a todos los regímenes políticos desde esa época: las coa li-
ciones bipartidistas. Con el las se han solucionado conictos desde la cúspide del
poder con cambios de partido en el Gobierno, presiones para provocar la renun-
cia de mandatarios y hasta golpes de Estado. En contra ste, no se ha recurrido a
la movilización socia l como instrumento político sino en un pa r de ocasiones
cuando ha habido plena seguridad de su control. Más bien, las movili zaciones
han sido frenadas por las coaliciones. La s movilizaciones han sido consideradas,
dentro de la tradicional concepción elitista de la política, como de mal gusto
y ante todo peligrosas. El manejo represivo que se dio a la movilización del
populismo gaitanista es u n ejemplo apropiado para esta aseveración. A su vez,
la coalición bipartidista del Frente Civil, que des embocó en la reforma consti-
tucional del Frente Nacional, fue el arma contra el gobierno militar que habían
impuesto los partidos como solución a la violencia por medio de otra coalición.
El gobierno militar amenazaba con apoya rse en un populismo que, sin embargo,
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L   
más adelante apareció —la Alianz a Nacional Popular (Anapo)—, desligado, eso
sí, de Gobierno y militares. El Frente Civil f ue la última de las grandes batalla s
del bipartidismo, con la inclusión de una de las excepcionales movi lizaciones.
El monopolio político que desarrolló el bipartidi smo, gracias a la férrea coa-
lición del Frente Nacional, hizo perder pronto el sentido de la realidad al estable-
cimiento. En efecto, la disidencia del Movimiento Revolucionario Liberal (),
fue percibida como un peligro para el sistema, y el “compañero jefe”, Alfonso
López Michelsen, encabezó la lista de “comunistas” de cu idado en los archivos
de la inteligencia militar. De igual forma , la Anapo y su líder, el “exdictador” y
general Gustavo Rojas Pinilla, se t ransformaron, a medida que se legitimaban
por medio del instrumento electoral, en la enca rnación del antisistema. Las cifra s
electorales, a part ir de , muestran cómo se instaló la Anapo como cuña del
sistema. Luego de participar en las dos elecciones presidenciales anteriores,
en  la Anapo se convirtió en el peligro populist a al aspirar, con opción de
triunfo, a la primera magist ratura de la nación.
El general Rojas Pinilla se topó con una pa rticular coyuntu ra en la cual, tras
doce años de ejercicio del nuevo régimen, aparecía al más alto nivel la indis-
ciplina partidista producida por la iniciación del ocaso de los jefes naturales.
El turno presidencial del Part ido Conservador no pudo ser manejado adecua-
damente por el jefe natural de esa colectiv idad, el expresidente Mariano Ospina
Pérez, ni siquiera con el respaldo incondicional de los jefes naturales del Part ido
Liberal, part icularmente del expresidente Alberto Lleras Camargo. Por eso no
fue aceptada, por los caciques regionales más c aracterizados, la candidat ura del
exministro M isael Pastrana Borrero, al que consideraron como político acio-
nado por no haber participado en política electoral. Eva risto Sourdís entró, así,
a representarlos, junto con Belisario Betancur qu ien aprovechó la oportunidad
para iniciar su tesonera car rera hacia la Presidencia. Contra ellos se erigió la can-
didatura de la oposición, la del conservador por la Anapo, Gustavo Rojas Pinil la.
Los resultados electorales son bien conocidos, así como la historia del dis-
cutido triunfo del candidato ocial: Pastrana con un , Rojas con el ,
Betancur con el  y Sourdís con el . Lo que no se recuerda bien es la distor-
sionada visión de catástrofe que permeó a todas las gu ras del establecimiento
desde el inicio mismo del conteo de los votos. El pánico duró hasta alg unos días
después de que el gobierno del presidente Lleras Restrepo diera las cifras tenta-
tivas del estrecho triunfo de su ca ndidato. Este importante episodio político fue
una campanada de aler ta para que el sistema reemplazara, con un mecanismo
alternativo, la menguada autoridad de los prohombres del bipartidismo. A la
mano estaba el antiguo y bien usado recurso del clientelismo artesanal, que
comenzaba a mostrar nuevas bondades derivada s del auspicio de un Estado con
crecientes capacidades económicas y burocráticas. El proceso pol ítico que cul-
minó en la reforma constitucional de  proporcionó herramientas para este

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