Movimiento cocalero, luchas contra el neoliberalismo y cambio social
| Autor | Carolina Cepeda Másmela |
| Páginas | 207-257 |
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Capítulo 5. Movimiento cocalero,
luchas contra el neoliberalismo y
cambio social
El movimiento cocalero se organizó en la provincia del Chapare, Bol ivia, a
mediados de los años ochenta, como respuesta a tres factores fundamentales:
la “guerra contra las drogas”, el abandono estatal en la región y la instaura-
ción del neoliberalismo. Desde entonces, su lucha se ha dado en estos tres
frentes, reivindicando su derecho a sembrar hoja de coca y tener una vida
digna, al tiempo que han ampliado su agenda y repertorio de movi lización,
en consonancia con los cambios sociales y políticos del país. Fue protago-
nista de las moviliz aciones sociales de los últimos 15 años en Bolivia, en los
cambios sociopolíticos derivados de estas y en la articu lación entre diferentes
organizaciones y movimientos sociales, la cu al también ha sido una fuente de
inspiración para otros actores del proceso del movimiento alterglobali zación,
por lo que aparece como un referente importante del proceso de cambio so-
cial que entraña este último, pese a no haber sido abordado tradicional mente
en esos términos.
El objetivo de este capítulo es analiz ar cómo se articula la lucha coca-
lera al movimiento alterglobalización, teniendo en cuenta que esta puede
entenderse como una forma de resistencia local contra el neoliberalismo
comprometida con ese proceso de cambio social. El capítulo sostiene que, en
el caso del movimiento cocalero, el mecanismo que se priv ilegia en el encuen-
tro entre lo local y lo global es el de vernaculi zación/localización, dado que
el neoliberalismo adoptó una forma muy particular en B olivia, asociada no
solamente a políticas públicas concretas como la privatización de empresas
estatales y la mercantilización de bienes y servicios sociales, sino derivada
también del desarrollo de la “guerra contra las drogas” y el intervencionismo
estadounidense en la región del Chapare, como se explica en las siguientes
secciones; este mecanismo es facilitado fu ndamentalmente por la violencia
estructural del neoliberalismo, los ujos en relaciones de disyunción y las
expresiones del m ovimiento alte rglobaliz ación, concretam ente el globali smo
de justicia. El mecanismo de enmarca miento global, por su parte, se privile-
gia desde organizaciones y movimientos por fuera de la lucha cocalera, los
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Carolina Cepeda Másmela
cuales la entienden como parte del repertorio global de la resistencia contra
el neoliberalismo, en la que las herramientas tecnológicas y otras expresiones
del movimiento alterglobali zación tienen un papel central.
El capítulo se divide en cuatro secciones que buscan ilustrar cómo la
lucha del movimiento cocalero se encuentra con el movimiento altergloba-
lización. En primer lugar, se presenta una descripción del proceso de instau-
ración del neoliberalismo en Bolivia, teniendo en cuenta que este se dio en
simultáneo con la puesta en marcha de la “guerra contra las drogas”, razón
por la cual la violencia estruct ural del neoliberalismo se experi mentará de una
forma muy particular en Boliv ia y, especícamente, entre las comunidades
cocaleras. En segu ndo lugar, se reconstruye la narrativa histórica del movi-
miento cocalero, resaltando los hitos de su lucha social y las disti ntas alianzas
que constituyen con otros sectores sociales, lo que ayuda a ilustrar c ómo se
da el encuentro entre su resistencia y el movimiento alterglobalización.
La tercera sección presenta, en un primer momento, los efectos de la
implementación de políticas neoliberales en Bolivia y, en un segundo momen-
to, se describen las movilizac iones sociales que tuvieron lugar entre 2001 y
2005 como respuesta social a la profundización del neoliberalismo y de la
“guerra contra las drogas”, haciendo énfasis en los momentos más importan-
tes de este, las organizaciones más relevantes en él y las al ianzas que logran
tejer, pese a las diferencias entre ellas. Finalmente, en la cuart a sección, este
capítulo aborda el triunfo de Evo Morales como un resultado del ciclo rebelde
2001-2005 y una ventana de oportunidad para producir transformaciones
sociales de amplio y largo alcance, retomando los elementos estructurales
que hicieron posible su triunfo en un contexto de crisis orgánica, en el sen-
tidoque le da Gramsci (Portantiero, 1981), así como su papel en la lucha de
los diferentes movimientos sociales y su imaginar io de cambio social.
Violencia estructural del neolibera lismo
El proceso de instauración del neoliberalismo en Bolivia empez ó en 1985 con
el Gobierno de Víctor Paz Estenssoro (Mov imiento Nacionali sta Revolucio-
nario [], 1985-1989), quien había implementado un modelo de Estado
desarrollista, con la Revolución nacionalista de 1952. El modelo neoliberal
llegó al país a través de la denominada Nueva Política Económica, material i-
zada en el Decreto 21060 del 29 de agosto de 1985, redactado por el entonces
ministro de Economía, Gonza lo Sánchez de Lozada, y un equipo de econo-
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Movimiento coc alero, luchas contra el neoli beralismo y cambio social
mistas de la Universidad de Harvard, liderado por Jerey Sachs (véase Ballvé,
2006; Cabezas , 2007; Hylton y omson, 2007; Webber, 2011a).
El Decreto 21060 guio la implementación de las políticas neoliberales a
partir de un d iagnóstico del estado de la economía, el cual se podía resumir
en que esta se encontraba colapsada y enfrascada en una coyu ntura de des-
conanza, debido a factores como la hiperinación y la recesión, que además
generaban una situación de bajos salarios, desabastecimiento, desempleo,
subempleo y crecimiento del sector informal de la economía.
El equipo de economistas liderado por Sachs llegó a la conclusión de
que había que atacar las causas estruct urales de la situación: el alto nivel de
burocratización del sistema administrativo, el gasto público desmedido y
el descenso en la producción y la eciencia del sector productivo. Con base
en ese diagnóstico se tomaron varias deci siones, sintetizadas en el Decreto
21060, entre ellas, la adopción de un tipo de cambio otante; la liberaliza-
ción de las importaciones y la disminución de las tasas arancelarias hasta
en un 90 %; la facultad para las empresas públicas de celebrar o rescindir
contratos laborales; el congelamiento de salarios y la contratación en las
empresas públicas por un periodo de seis meses; el inicio de la privatización
de las empresas mineras, petroleras y de tra nsporte, a través de la gura de
la descentralización, y la emisión de notas de crédito para el pago de las obli-
gaciones de la deuda pública.
Este decreto se promulgó en el marco de transición a la democracia,
iniciado en 1982 con el Gobierno civil de Hernán Siles Zuazo (Unidad Demo-
crática y Popular, 1982-1985), y de amenaza latente de golpes militares des-
pués de casi 18 años de gobiernos militares. En efecto, es comprensible que
la implementación de políticas neoliberales se asumiera de manera relati-
vamente pacíca y sin generar mucha resistencia; tal es el caso de algunos
sectores intelectuales, los cua les guardaron silencio frente a la implementa-
ción de políticas neoliberales, en aras de forta lecer la democracia y asegurar
gobernabilidad (Hylton y omson, 2007).
Este “acuerdo tácito” no solo fue producto del miedo a la amenaza
que constituía el pasado autoritario, sino también de una apertura política
implícita en reformas de ampliación democrática, como la Ley de Participa-
ción Popular de 1994. Esta ley, promulgada durante la primera presidencia
de Gonzalo Sánchez de Lozada (, 1993-1997), buscaba descentralizar
algunas fu nciones y competencias administrativas del Estado, especialmente
en los campos de salud, educación, actividades de recreación y en el micro-
rriego. Para tales nes, reconocía a las comunidades ca mpesinas, los pueblos
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