Multiescalaridad y gobierno del crimen - Del Estado al parque: el gobierno del crimen en las ciudades contemporáneas - Libros y Revistas - VLEX 935900856

Multiescalaridad y gobierno del crimen

AutorFernando León Tamayo Arboleda
Páginas38-105
Capítulo I.
MULTIESCALARIDAD Y GOBIERNO DEL CRIMEN
En 1984, en un pequeño barrio de la ciudad de Nápoles, cientos de personas
se reunieron para contemplar un fenómeno que resultaba a la vez común e
inusual. La muchedumbre se había congregado en torno a un terreno vacío
para ver un grupo de hombres que corría detrás de un balón. La tarde
lluviosa había humedecido la tierra haciendo que el pasto y el barro se
mezclaran para crear un escenario que aun así no enlodaría la mágica
velada.
Alguien que hubiera cruzado por el lugar mientras aquello sucedía
hubiera podido, con cierta facilidad, llegar a la conclusión de que se trataba
de un partido de fútbol. El conocimiento de un fenómeno tan popular como
el fútbol permitía leer aquel espectáculo a través de ciertas claves:
hinchada, jugadores, goles. Además, con estas pautas, alguien sin mucho
conocimiento sobre fútbol podía imaginarse que lo que pasaba allí
posiblemente tenía bastante relevancia, teniendo en cuenta la cantidad de
gente que se encontraba reunida.
Supongamos por un momento que nuestro peatón no es el sujeto
propuesto en el párrafo anterior, sino un napolitano aficionado al fútbol.
Seguramente, lo primero que podría llamar su atención sería la presencia de
varios de los jugadores profesionales que jugaban para el equipo local y,
probablemente, su atención pasaría a ser asombro al ver entre los jugadores
de aquel partido a quien era considerado uno de los mejores del mundo. Sin
embargo, ni siquiera aquel aficionado impresionado por ver a Diego
Armando Maradona1 jugando en un pequeño barrizal napolitano notaría
algo peculiar y es que, a pesar de todas las señales que indicaban un
significado, lo que allí sucedía no era un partido de fútbol.
A pesar de que la situación parecía hablar por sí sola, los antecedentes
de aquel suceso tenían información importante para descifrar lo que allí
pasaba. Días antes de aquella reunión Maradona había solicitado a la
Società Sportiva Calcio Napoli, equipo del cual formaba parte como
futbolista profesional, la realización de un partido benéfico para apoyar
económicamente a una familia local. Sin embargo, el equipo no accedió a la
petición del futbolista argentino, lo que sería respaldado por la Federación
Internacional de Fútbol Asociado (FIFA). La decisión, tanto del club como
de la FIFA, tenía consecuencias importantes2. Por un lado, la decisión del
club y de la FIFA le impedía utilizar un espacio específico para realizar el
partido: el Estadio San Paolo3; por otro lado, al tener Maradona el carácter
de futbolista profesional debía someterse a las regulaciones de la FIFA y
acatar la prohibición realizada para evitar sanciones disciplinarias.
Maradona decidió proceder con el partido. Para ello, el rompimiento de
una regla bastaría para eludir el poder de la FIFA4. Aquel partido no sería,
según lo disponen las reglas del fútbol establecidas por su máximo
inquisidor, entre dos equipos de once jugadores, sino entre dos escuadras
con doce jugadores. Aunque el partido se jugó siguiendo las demás reglas
tradicionales del deporte, la presencia de un jugador más por escuadra hizo
que, al menos a los ojos de la FIFA, aquello no fuera fútbol5. Para quienes
este deporte es solamente un suceso del día a día, lo que sucedía era
definitivamente fútbol, pero para quien estaba sometido a los poderes del
fútbol profesional aquello no debía serlo.
La FIFA había definido unas reglas que gobernaban sobre el espacio y
los sujetos. De esta manera, había dicho cuáles eventos podían ser
considerados fútbol profesional y cuáles fútbol aficionado, había
establecido unas normas de comportamiento que debían ser respetadas
mientras se jugaba al fútbol, así como los lugares en que podía tenerse un
encuentro profesional y los sujetos que podían considerarse futbolistas6.
Con solo poner dos jugadores más su autoridad había sido fisurada.
Aquel día napolitano era una poderosa narración. Por un lado, mostraba
el rostro de una asociación que había capturado un deporte para regularlo y
monetizarlo, y la historia de un hombre que cuestionaba aquella estructura.
Por otro lado, no solo desnudaba el poder de definición del máximo
inquisidor del fútbol, sino que unía dos mundos, el del fútbol profesional,
fuertemente regulado por la FIFA, con el día a día del fútbol callejero. Lo
que pasaba era fútbol y a la vez no lo era; era único, pero era también parte
de un fenómeno mucho más grande; escapaba del poder de la FIFA, pero a la
vez lo mantenía presente en su solo deseo de eludirlo.
Cerca de treinta años más tarde, un suceso ocurría en las calles de
Bogotá. Un hombre era detenido por la policía de camino a su trabajo, y
otra historia se desplegaba para contar algo sobre el poder y la resistencia,
sobre el espacio y los sujetos. Para quien escuche el cuento sin mucho
detalle, esto sería un simple procedimiento rutinario de verificación por
parte de un organismo policial que materializa más de cuarenta mil capturas
anualmente en la ciudad7. Sin embargo, los gritos del sujeto detenido, que
fueron viralizados a través de las noticias y las redes sociales, serían la
entrada a una historia compleja en la que el impacto de asuntos globales y
locales se amalgamaba en el gobierno del espacio público y el crimen para
moldear las prácticas punitivas en la ciudad de Bogotá.
Por eso es que estoy piedro, por eso es que estoy piedro hijueputa, porque voy a
trabajar. Voy a trabajar y me estás haciendo perder el tiempo. Por eso es que estoy
piedro. Porque vos me pones problema aquí y el patrón también por llegar tarde, es
por eso que estoy piedro. Puta, hombre ¿y por qué a ellos no los requisas? Porque
ellos son blancos, porque son ciudadanos. ¿Por qué a ellos no los detienes y les
preguntas sus papeles? Porque ellos sí son de esta ciudad, ellos sí son de aquí de la
capital. Ellos no son sinónimos de peligro, ellos no representan el peligro para los
ciudadanos. Claro ¿por qué no requisas a los otros?8
Con esta historia, lo que parecía una simple detención entre decenas de
miles, pasaba a ser una narración —compartida por muchas otras personas
detenidas— que evidencia asuntos globales y locales, y que contiene
historias sobre el control de ciertas poblaciones, la acción policial selectiva,
las preocupaciones por el peligro en los espacios públicos, la organización
del espacio en las ciudades contemporáneas, el neoliberalismo, el sistema
punitivo, la molestia del detenido por su detención y su afán por llegar al

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