Políticas de seguridad. De improvisación en improvisación
| Autor | Francisco Leal Buitrago |
| Páginas | 316-350 |
Este artículo es el primer capítulo del libro de Francisco Leal Buitrago, En la encruci-
jada. Colombia en el siglo (Bogotá: Norma, Uniandes, 2006) y se reproduce con
permiso de los editores y del autor.
Francisco Leal Buitrago es sociólogo de la Universidad Nacional de Colombia y
doctor en Desarrollo de la Universidad de Wisconsin. Fue profesor del Departamento
de Ciencia Política de la Universidad de los Andes entre 1968 y 1971, 1979 y 1986, y
2002 y 2004, director de la Maestría en Ciencia Política entre 1974 y 1978 y decano
de la Facultad de Ciencias Sociales de esta universidad entre 1996 y 2000.
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Con la aparición de la violencia política de las guerrillas a mediadosde
los años sesenta del siglo , los militares adoptaron la ideología
del anticomunismo, conrmaron su autonomía en el manejo del
orden público y permitieron que el concepto de seguridad nacional
desplazara en importancia al de defensa nacional. Esta autonomía
militar fue facilitada por la despreocupación de las autoridades
civiles por asumir su responsabilidad de jar directrices para diseñar
políticas militares a partir del acuerdo bipartidista del Frente Nacional
(- ). Por su parte, la seguridad nacional suponía una perma-
nente amenaza de fuerzas nacionales e internacionales vinculadas
al comunismo, a diferencia de la defensa nacional, cuyo móvil era
la tradicional salvaguardia de la soberanía, principalmente frente a
los países vecinos. La defensa nacional se convirtió, entonces, en el
medio para garantizar la seguridad y, de esta forma, quedó involu-
crada también en la lucha anticomunista. Esta situación ya era clara
a mediados de los años setenta.
Esta concepción hizo carrera y se prolongó incluso después de
terminada la Guerra Fría. La permanencia y profundización del
conicto armado interno dicultó en los militares su comprensión
del nuevo contexto internacional. La debilidad del Estado y el conse-
cuente surgimiento de milicias privadas destinadas a compensar la
inecacia castrense en su lucha contra la subversión, sumados al
fortalecimiento del narcotráco, fueron las causas del agravamiento
del conicto. Tal situación se enmarcó en la incapacidad de las clases
dirigentes para solucionar los más elementales problemas sociales y
formular políticas de seguridad adecuadas a las circunstancias.
Este trabajo se desarrolla en tres partes. La primera trata el período
que va de a , que conforma el marco histórico que dene las
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tendencias que condicionaron los acontecimientos vividos durante los
dos últimos gobiernos, el de Andrés Pastrana (-) y el actual
de Álvaro Uribe. Este lapso constituye la segunda parte del ensayo.
En la última se plantean las conclusiones, que recogen algunas ideas
e indican posibilidades hacia el futuro con respecto a la seguridad.
,
, -
En términos generales, las políticas de seguridad formuladas durante
el Frente Nacional y la vigencia del sistema que éste conguró
fueron desarticuladas y carecieron de continuidad. Pese a la perma-
nenciade los objetivos militares centrales de pacicación y derrota
de enemigos genéricos (bandoleros, guerrilleros y comunismo), y a la
persistencia de patrones de comportamiento estamental, losmilitares
estuvieron supeditados a la improvisación y a los cambios de las
políticas ociales. Durante más de tres décadas, prácticamente no
se formularon planes que ameriten el nombre de políticas de Estado
en materia de seguridad.
La ley de , que elevó a norma permanente el Estatuto
para la Defensa Nacional (decreto de ), y el decreto
de (Ministerio de Defensa Nacional ,; ,;
,; ,), que desarrolló parte de este estatuto, constitu-
yeron las únicas normas orientadoras para la elaboración de planes
de seguridad nacional hasta , pero su importancia se prolongó
hasta el n del siglo. Ese decreto fue la primera norma en mencionar
de manera especíca el concepto de seguridad nacional. Hasta
se formularon normas poco articuladas entre sí, en lugar de políticas
de seguridad que consideraran el papel del Estado como un todo.
Quizás el único factor “articulador” de dichas normas fue la excep-
cionalidad constitucional del estado de sitio, que permitió escamotear
el estado de derecho. Por eso este factor se destaca en el análisis del
problema de la defensa y la seguridad nacional en Colombia.
El uso indiscriminado del estado de sitio se generalizó a mediados
de los años sesenta, cuando comenzó a utilizarse más para reprimir
los movimientos populares que para combatir la violencia armada
(Gallón ; ). Así, el Estado de derecho en Colombia fue
abolido de facto, pues hasta la promulgación de la Constitución de
Colombia vivió casi siempre bajo las condiciones del artículo
de la Carta de . El estado de sitio facilitó las iniciativas militares,
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