Presentación - - - Guillermo de Ockham, O. F. M. El nominalismo y su irrupción en la Universidad de París - Libros y Revistas - VLEX 857135929

Presentación

AutorGonzalo Soto Posada
Páginas15-47
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PRESENTACIÓN
La investigación del medievalista Diego Alejandro Gracia Ortiz,
intitulada: Guillermo de Ockham, O. F. M. El nominalismo y su
irrupción en la Universidad de París1, está dedicada a uno de los
pensadores más influyentes, no sólo en la cultura medieval, sino
en la cultura humana de todos los tiempos: Guillermo de Ock-
ham. Incluso la grafía de su nombre ha sido objeto de discusión.
La hemos hallado en estas versiones: Occam, Ockham, Hotham,
Okam. Las más frecuentes son Occam (versión latina) y Ockham
(versión inglesa). El fundamento para esta última es la pequeña
ciudad de Ockham, en Surrey, al sur de Londres, probablemente
el lugar de su nacimiento. Es la usada por el medievalista Gracia
y la que nosotros seguimos. No conocemos tampoco las fechas
exactas de su nacimiento y muerte. Sólo sabemos que su periplo
vital se desenvuelve entre finales del siglo XIII y la mitad del siglo
XIV, y que desde el siglo XV es conocido con los títulos de Doctor
Invincibilis (doctor invencible) y Venerabilis Inceptor (venerable
iniciador). A este último se le agrega invictissimae scholae nomi-
nalium (de la muy invencible escuela de los nominalistas). Ya hay
1 Memoria presentada en la École Pratique des Hautes Études, Sección de Cien-
cias Históricas y Filológicas, para la obtención del D. E. A. (Diplôme d’Études
Approfondies), año 2004-2005.
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aquí una pista clave: no es posible disociar a nuestro pensador
del nominalismo, pista que en la investigación que estamos ana-
lizando es puesta de relieve por su autor.
La crítica histórica coincide en distinguir tres momentos en la
vida, obra y pensamiento de Ockham: 1) antes de 1324; 2) en Avi-
ñón; 3) al servicio de Luis de Baviera, desde 1328 hasta su muerte.
El primer momento tiene un hecho fundamental: su enseñanza
en Oxford; se trata de un momento eminentemente filosófico-
teológico. Fruto de esta docencia es su célebre Comentario sobre
los cuatro Libros de las Sentencias. Pero esta enseñanza suscitó
sospechas, hasta tal punto que el canciller de la universidad, Juan
Lutterell, se vio obligado a informar a la Santa Sede, y Ockham
tuvo que interrumpir su enseñanza y dirigirse a Aviñón, la nueva
sede papal. Precisamente la primera fecha segura que tenemos
de su vida es el año 1324, cuando es citado para comparecer allí.
Entonces comienza el segundo momento de su biografía. El
proceso que se le hace dura dos años. Le fueron censuradas 51
proposiciones, pero no se le impuso ninguna condena. Estas
sentencias censuradas tenían que ver con la filosofía (el método
dialéctico, el movimiento, el espacio, el conocimiento, las rela-
ciones alma-cuerpo); con la teología (Dios y el conocimiento que
nosotros podemos tener de Él, los atributos divinos, la Trinidad,
Cristo, la justificación, la eucaristía); con la moral (la culpa, el
odio a Dios). Nuestro franciscano, en medio de este proceso en
su contra, no fue autorizado para alejarse de Aviñón. Todo se hu-
biera resuelto, seguramente, en paz y tranquilidad. Pero Ockham
se involucró activamente en la polémica entre los franciscanos y
el Papa Juan XXII sobre la pobreza de Cristo. De ahí el carácter
polémico-religioso de las obras de este período, donde defiende
las tesis franciscanas, especialmente su Opus Nonaginta Dierum,
que él denomina así pues lo escribió en 90 días. Es un ataque
demoledor contra las tesis del Papa Juan XXII, y una defensa a
capa y espada de las tesis de los franciscanos y su general Miguel
de Cesena. Este debate desemboca en el tercer momento.
El contexto es el siguiente: a pesar de la victoria de Luis de
Baviera sobre Federico de Austria en la batalla de Mühlford, con
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la cual el primero confirmó bélicamente su elección como Empe-
rador, el Papa siguió reclamando su derecho a examinar lo ocu-
rrido en la elección imperial, con base en la plenitudo potestatis
papal, la plenitud de poderes, tanto temporales como espiritua-
les, en manos del papado. Luis sublevó a los gibelinos italianos
contra el Papa y éste lo excomulgó. Un grupo de franciscanos se
unió al Emperador, tras declarar la herejía del Papa con sus tesis
sobre la pobreza de Jesús. En 1324, en una proclama pública, el
Emperador declaró hereje al Papa. En 1327, el Papa le ordenó a
Miguel de Cesena, General de los franciscanos, que se presentara
en Aviñón para dar razón de sus actos y de los de sus hermanos
de orden, tanto en lo relativo a la pobreza de Cristo, como en
lo relativo a la relación papado-imperio. Miguel acude a la sede
papal con Bonagracia de Bérgamo, y allí encuentra a Ockham,
quien había tomado parte activa en el debate sobre la pobreza.
¿Cómo va a parar el filósofo a Munich? El 12 de marzo de 1328
el Emperador hace elegir en Roma a un franciscano como Papa:
Pedro Rainalluci, quien toma el nombre de Nicolás V. Los curiales
lo ven como un anti-Papa. El 26 de marzo del mismo año, Miguel
de Cesena, Bonagracia de Bérgamo y Ockham, desobedeciendo
la prohibición papal, huyeron de Aviñón. El 8 de junio llegaron a
Pisa, junto al Emperador. Allí ubica la tradición histórica, surgida
del historiador Trithème, la célebre frase de nuestro pensador: O
Imperator, defende me gladio, et ego defendam te verbo (Empera-
dor, defiéndeme con la espada, que yo te defenderé con la pluma).
El Papa condenó a los fugitivos. En 1329 el Capítulo General de
los franciscanos se sometió al Papa, depuso a Miguel de Cesena
y eligió a un nuevo general. Luis de Baviera, abandonado por los
príncipes de Italia y sus partidarios, tuvo que regresar a Alema-
nia. Lo siguieron Miguel de Cesena, Ockham y los franciscanos
disidentes, quienes fijaron su residencia en Munich, donde el
Venerabilis Inceptor dedicó sus esfuerzos intelectuales a defen-
der religiosa y políticamente a Luis de Baviera. Éste se vio solo,
incluso en Alemania, hasta tal punto que se eligió a un nuevo Em-
perador: Carlos IV. En 1342 murió Miguel de Cesena. Antes de
morir le entregó el sello de la Orden a Ockham, quien, en 1348,

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