Las relaciones entre religión y política en la sociedad postsecular del siglo XXI - Retos del derecho constitucional contemporáneo - Libros y Revistas - VLEX 935359487

Las relaciones entre religión y política en la sociedad postsecular del siglo XXI

AutorAlfonso Santiago (H.)
Páginas122-158
CAPÍTULO VI
LAS RELACIONES ENTRE RELIGIÓN Y
POLÍTICA EN LA SOCIEDAD POSTSECULAR
DEL SIGLO XXI
por ALFONSO SANTIAGO (H.)
§ 43.
PRESENTACIÓN.
- La relevancia social del fenómeno
religioso ha cobrado, a comienzos del siglo XXI, una intensidad que
no deja de sorprender a quienes prestan atención al dinamismo
social de nuestro tiempo. Contrariamente a lo que profetizaron
algunos filósofos modernos, como Comte, MARX o NIETZSCHE,
quienes anunciaban el debilitamiento y hasta la desaparición del
hecho religioso, la cuestión religiosa y su influencia en la vida
política, tanto a nivel nacional como internacional, ha cobrado
una creciente importancia y actualidad en la realidad social,
política, mediática, académica y magisterial de nuestros días.
Las relaciones entre política y religión se sitúan en el
contexto de las diversas, y a veces contradictorias, corrientes
culturales, sociales y políticas presentes a comienzos del siglo XXI
(v.gr., posmodernidad filosófica; relativismo ético y permisivismo
jurídico; desarrollo a partir del Concilio Vaticano II de un
magisterio eclesiástico de gran riqueza antropológica;
secularismo; renacer religioso; globalización; conflicto de
civilizaciones y surgimiento de nuevas formas de terrorismo;
expansión del orden democrático y de la doctrina de los derechos
humanos como fundamento de la convivencia nacional e
internacional; resurgimiento de los nacionalismos;
multiculturalismo; sociedad del conocimiento y de la información;
nueva fase de la revolución tecnológica; surgimiento de
acuciantes problemas bioéticos y ecológicos).
El propósito de este trabajo es realizar algunas reflexiones
iniciales, formuladas desde una perspectiva del dualismo
cristiano, sobre las relaciones entre religión y política, situada en
el contexto cultural y político de nuestros días. Estas reflexiones
pueden servir de fundamento a la propuesta de la laicidad
positiva, pensada como alternativa frente al laicismo extremo y al
fundamentalismo islámico, dos de las principales concepciones
acerca de las relaciones entre lo religioso y lo político que
actualmente tienen vigencia social{165}.
sin lugar a dudas, religión y política son dos realidades
centrales de la existencia humana, tanto en el plano personal
como en el comunitario. Acompañan la existencia de cada persona
humana desde la cuna hasta la tumba y, en el caso de la religión,
aun más allá de ella. Ambas han estado presentes de modo
constante desde los albores mismos de la historia humana y
seguirán junto al hombre hasta el fin de los tiempos, dado que se
trata de dos dimensiones fundamentales ínsitas en su naturaleza
y en toda su actuación. se puede apreciar una universalidad
temporal y espacial tanto del hecho religioso como del fenómeno
político. Son dos realidades que tienden a ser abarcadoras y
omnicomprensivas, en sus respectivos ámbitos, de la vida
humana; ambas pretenden subalternar a las otras dimensiones
del quehacer humano y, muchas veces, pugnan entre por
conseguir la primacía final{166}.
§ 44.
LA POLÍTICA.
- En una primera aproximación, podemos
describir a la política como “la multiforme y variada acción
económica, social, legislativa, administrativa y cultural,
destinada a promover orgánica e institucionalmente el bien
común”{167}. Esta visión plenaria de la política ha de ser
complementada con las otras dos dimensiones que le son propias:
la agonal, caracterizada por la natural lucha por la obtención y
conservación del poder político, y la arquitectónica, consistente en
el gobierno de la polis o Estado para la consecución del bien
común político.
La vida política se desarrolla en el ámbito propio de la
comunidad estatal en la que toda persona humana está inserta.
La actividad política impulsa y orienta la convivencia social hacia
su plenitud, mediante la coordinación de los aportes que realizan,
basada en sus enormes posibilidades, las personas y los grupos
sociales que la conforman. La política hace referencia, por tanto, a
la naturaleza humana en acción ordenada y coordinada, al
despliegue armónico de todas sus potencialidades y dimensiones,
no exento, sin embargo, de una conflictividad que le es inherente.
La política, como toda actividad humana, está regida por la
ética; ha de estar orientada al bien integral de la persona y al
bien común de la sociedad, que son medida de la legitimidad de
los medios y fines del quehacer político. La racionalidad ética está
llamada a predominar en las decisiones políticas sobre otras
lógicas, como serían la del poder, la meramente económica o la
científica. La política no puede diluirse en las exigencias del
mercado, en el simple cálculo del costo-beneficio, ni en meras
ecuaciones de poder o de intereses personales o sectoriales. Ha de
equilibrar y armonizar todas esas variables en propuestas
superadoras que busquen el bien integral de las personas y de los

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