En busca de los derechos
| Autor | Andrea Padilla Villarraga |
| Páginas | 30-48 |
Capítulo 1
EN BUSCA DE LOS DERECHOS
… no estoy segura de querer admitir que comparto la razón con mi
oponente. No cuando la razón es lo que sustenta la larga tradición
filosófica a la que pertenecen Descartes y antecesores suyos como Santo
Tomás, San Agustín, los estoicos y Aristóteles.
Si lo único que me queda en común con ellos es la razón, y si la razón es
lo que me separa del ternero, entonces gracias, pero creo que me
buscaré otro interlocutor1.
EL GIRO JUDICIAL
En los últimos quince años, la reivindicación social por la defensa de los
animales ha logrado importantes resultados políticos y legislativos en todo
el mundo. El crecimiento de este reclamo se ha plasmado, notablemente, en
leyes de protección animal, políticas y en el posicionamiento del debate
público. De hecho, no es excesivo afirmar que el movimiento por los
derechos de los animales se ha convertido en un factor ideológico de
cambio social y cultural. Su discurso de igualdad moral, basado en la
capacidad de sentir que compartimos todos los animales vertebrados —y
algunos invertebrados—, así como su exigencia de cambiar las formas en
que tratamos a los no humanos, han penetrado algunas de nuestras prácticas
cotidianas y los principales foros de toma de decisiones.
Una muestra de la incidencia de esta reivindicación política es la
producción judicial que estudia este libro. Con el mismo espíritu
pragmático de otros movimientos sociales, el movimiento animalista ha
volcado su accionar hacia el derecho, por ser el escenario de luchas
simbólicas y materiales donde las sociedades discuten y revisan sus
consensos normativos. Particularmente, este ha virado hacia el derecho
constitucional, que es la instancia “donde la comunidad política
democrática discute sobre las reglas básicas de su pacto social, sobre
quiénes son miembros relevantes de ese pacto y cuáles son sus derechos
fundamentales”2. En efecto, es allí donde el animalismo viene librando su
lucha por un verdadero reconocimiento de garantías fundamentales para los
animales sintientes.
Este traslado de la exigencia de proteger a los animales al ámbito de la
justicia —o el paso del reclamo de un trato compasivo a la búsqueda de sus
derechos— es el que llamo el giro judicial. O sea, la transición de discursos
de protección animal, más o menos laxos, hacia un discurso de derechos de
los animales cimentado en la premisa de que estos tienen un interés directo
en su propia vida y en su bienestar. Una buena definición de este discurso es
la de Diego López3, quien define el modelo de los derechos como aquel en
el que el interés de los animales en llevar existencias satisfactorias, según
las necesidades y capacidades propias de cada especie, constituye una
expectativa razonable susceptible de consolidarse en derechos individuales:
desde los más básicos, hasta una completa construcción conceptual de los
animales como sujetos de derechos.
Tal apuesta ha avanzado, principalmente, por la vía del litigio
estratégico. Abogados y colectivos han llevado a las altas cortes conflictos
suscitados por prácticas de uso y abuso de animales, configurados bajo una
lógica de vulneración de intereses —a la existencia, a la libertad, a no sufrir
innecesariamente, etc.—, no solo con el ánimo de buscar la protección
material de los animales afectados en cada caso, sino de motivar la
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