El efecto de la interdicción en los cultivos de coca en Colombia
| Autor | Juan Pablo Cote |
| Páginas | 247-276 |
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EL EFECTO DE LA INTERDICCIÓN
EN LOS CULTIVOS DE COCA EN
COLOMBIA*
Juan Pablo Cote
Introducción
Las estrategias en la lucha contra las drogas en el contexto colombiano
han sido un tema controversial entre académicos y diseñadores de política.
Hasta el 2015, la principal estrategia en la reducción de la oferta de cocaína
fue la erradicación de cultivos de coca, particularmente a través de la
aspersión aérea, que alcanzó su máximo durante el Plan Colombia en el
2006 (Mejía, 2016). No obstante, varias investigaciones han cuestionado
su efectividad (Mejía et al., 2017; Moreno-Sánchez et al., 2003) y han
documentado sus consecuencias adversas sobre la salud (Camacho y
Mejía, 2017; Froes Asmus et al., 2017), el bienestar (Rozo, 2015), variables
ambientales (Rincón-Ruiz et al., 2016), sociales e institucionales (Felbab-
Brown, 2009; García, 2011; Navarrete-Frías y Thoumi, 2005). Finalmente, en
octubre del 2015, el Gobierno colombiano decidió suspender la fumigación
aérea de cultivos ilícitos (EFE, 2015; El Tiempo, 2015).
*Para citar este capítulo: http://dx.doi.org/10.51569/2021.14
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Una estrategia complementaria utilizada en la lucha contra los merca-
dos de cocaína ha sido la interdicción, que incluye operaciones tales como
la destrucción de laboratorios destinados al procesamiento de cocaína
(o desmantelamiento de laboratorios) y las incautaciones (de base de
coca, hoja de coca y cocaína). Estos esfuerzos están dirigidos a reducir
la oferta de cocaína atacando las etapas intermedia y final de su cadena de
producción. La interdicción ganó importancia desde el 2004, pero aumentó
de forma más significativa desde el 2015, año en el cual la destrucción de
laboratorios y las incautaciones de cocaína se elevaron 63 % y 98 % anual,
respectivamente.
Sin embargo, el debate alrededor del tema continúa. Durante el 2015 y el
2016, los cultivos de coca se incrementaron significativamente en Colombia
(crecieron anualmente 39% y 52%, respectivamente), y alcanzaron las
171 000 hectáreas en el 2017. Los detractores de la suspensión de la
aspersión aérea argumentan que existe causalidad entre esta suspensión
y el importante incremento de los cultivos, y abogan por la reanudación
de la estrategia (véase, por ejemplo, El Espectador, 2016). De hecho, el
Gobierno de Estados Unidos también ha solicitado que Colombia reanude
la fumigación de cultivos de coca (Semana, 2017), algo que el Gobierno
colombiano que asumió en el 2017 ha intentado hacer (El País, 2018). No
obstante, del otro lado del debate existen argumentos que señalan que
la aspersión de cultivos ilícitos no es una estrategia adecuada según la
evidencia disponible, y que otros esfuerzos (incluidas la interdicción y
las políticas de desarrollo alternativo para la población cultivadora de
coca) pueden ser más efectivos. En particular, se ha argumentado que
los esfuerzos de interdicción podrían ser una estrategia antinarcótica más
efectiva que la erradicación forzada, dado que están enfocados en las etapas
de producción de cocaína en las que se produce la mayor parte del valor
agregado (Mejía, 2016).
En este contexto, y como un argumento adicional al anterior,la pregunta
que este estudio busca responder es si la interdicción, definida para
los propósitos de este estudio en un sentido amplio (destrucción de
laboratorios e incautaciones de hoja de coca, base de coca y cocaína),
también tiene un efecto sobre los cultivos de coca. Esto sería posible en
virtud de que las labores de interdicción afectan las actividades de los
grupos armados ilegales, quienes, además de comprar la hoja de coca, se
involucran en el proceso de cultivo y protegen esta actividad.
Varios hechos respaldan lo anterior. En primer lugar, según estimaciones
para el 2016 de la Oficina de las NacionesUnidas contra la Droga y el Delito
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