A manera de síntesis y conclusiones
| Autor | Darío Jesús Quiroga-Parra |
| Páginas | 262-283 |
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Introducción
La tecnología y el conocimiento han estado presentes en los desarrollos
históricos de la humanidad. No obstante, en los dos últimos siglos, estas
dos variables se observan como protagonistas del crecimiento y de la
riqueza de los países, generando conictos y brechas económicas, tec-
nológicas y sociales. Estos hechos han estado creando el uso intensivo y
la aplicación de nuevos conocimientos en los procesos laborales e indus-
triales de las empresas y países. En este caso, el acelerado avance de la
ciencia ha jugado un papel gurativo, en el cual la relación teoría econó-
mica, ciencia y tecnología representan roles relevantes.
Es así como el conocimiento cientíco y tecnológico logran un creci-
miento sin precedentes, en especíco en las últimas décadas. En este, el
conocimiento representado en el capital humano es un factor dinámico
y dominante en las economías y las sociedades de los países. El papel
protagónico del conocimiento sobre los demás factores de producción ya
ocurrió en el nacimiento de la denominada economía del conocimiento
(Mokyr, 2004). En este aspecto, este autor construye un marco original,
en el que expone el concepto de conocimiento útil y la manera cómo este
genera una revolución. Este trabajo expone cómo en los países desarrolla-
dos se ha generado en los últimos doscientos años una explosión de este
factor, a través de la generación de nuevas ideas esencialmente tecnoló-
gicas. Lo anterior se ha logrado a través de la formación de las personas
como capital humano y de redes sociales de centros de centros y grupos
de investigación, universidades, editoriales e instituciones relacionadas.
Mokyr expone que entre el siglo y el , el conocimiento es un
elemento dinámico y dominante en la economía, el mundo y la socie-
dad, con un crecimiento tecnológico y cientíco. Aspecto que ha llevado
a la primera, segunda y tercera revolución industrial. Protagonizando la
llamada economía digital y del conocimiento. Seguramente, esta expan-
sión del conocimiento será el camino de la denominada cuarta revolu-
ción industrial de la industria 4.0, en la que no todos los países tienen
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las competencias para estar ahí como protagonistas en la relación cono-
cimiento desempeño económico. Los hechos de, al menos, este último
siglo señalan que la tecnología es conocimiento, pero que no todo cono-
cimiento es tecnología.
Por otra parte, el tema de la productividad generada por las pro-
pició en un inicio, en las décadas de los años ochenta y noventa, dudas y
discusiones académicas importantes sobre la capacidad que esta tecnolo-
gía tenía para hacer ecientes los procesos productivos. De hecho, las pri-
meras investigaciones empíricas como, por ejemplo, los de Dos Santos et
al. (1993) y Parsons et al. (1993), no mostraban evidencias contundentes.
De manera que, el tema de la productividad producida por las llegó a
convertirse en una paradoja. Para dilucidar esta fue preciso profundizar
en nuevas investigaciones. Uno de los más importantes trabajos que logró
esclarecer la referida controversia fue el de Erik Brynjolfsson, en 1996.
Este trabajo y los siguientes, como los de Jorgenson y Stiroh (1995) y
los de la (2000; 2004), de hecho, atribuyeron los resultados de las
aportaciones a las en las actividades de las empresas, pero también la
participación del capital humano se muestra como un factor relevante.
La relación y capital humano (), desde la perspectiva microeconó-
mica de gestión de la empresa empezó a llamarse prácticas organizativas
(Arvanites y Loukis, 2009; Arvanitis, Loukis y Diamantopoulou, 2013);
fue así como fueron progresivamente mostrándose las sorprendentes
mejoras en la productividad posibilitada por las , más allá de las com-
putadoras personales, sino que también se observó en todas las tecnolo-
gías como el uso de la banda ancha, Internet, los teléfonos jos, celulares
y demás dispositivos electrónicos digitales. Aun en estos últimos dispo-
sitivos, los resultados se mostraban difíciles de valorar su impacto en la
productividad Brynjolfsson (1996).
Justamente, fue en este sentido que los investigadores empezaron a
preguntarse por el papel que desempeña el en el proceso y el uso de las
1 Organización para la cooperación económica y el desarrollo (Organization for Economic
Co-operation and Development), equivalente en español a la
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